12 - Un regalo con significado (Parte 2)

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El viaje en colectivo no fue muy largo, había decidido llevarla a almorzar a TGI Fridays, ambos amábamos ese lugar. Cuando estábamos llegando al centro comercial, volví a sujetarla de la mano para pararnos y bajar del colectivo. Caminamos un par de cuadras hasta que llegamos a nuestro destino.

—TGI —dijo con una sonrisa.

Entramos y pronto una chica con una camisa a rayas blanca y roja, tirantes llenos de pins y un sombrero bastante llamativo nos recibió con una sonrisa.

—¿Mesa para dos?

Ambos asentimos y la sonriente chica nos guió hasta una mesa alta con dos banquetas. Nos dejó la carta y se retiró. Decidimos compartir unas fajitas, nuestro plato favorito. Almorzamos tranquilos mientras charlamos de todo como siempre solíamos hacerlo. Me contó que estaba muy nerviosa por su cumpleaños que se celebraba al día siguiente y yo le dije que todo iba a salir perfecto.

Cuando terminamos de comer ya eran casi las tres de la tarde. Debíamos apurarnos si queríamos llegar a nuestro próximo destino. Pagué la cuenta y salimos del restaurante. El local a donde nos dirigíamos estaba a unas seis cuadras del restaurante, por suerte había encontrado un lugar cerca donde poder darle su regalo.

En el camino compramos unos helados los cuales degustamos con ganas. No importaba el frío que hiciera, ambos creíamos fervientemente que no había estación para comer helado. Cuando llegamos frente a nuestro destino, la detuve tomándola de su mano. Ella se giró y me miró extrañada.

—¿Por qué paramos?

—Porque llegamos a nuestro destino.

Miró a su alrededor desconcertada, ni se imaginaba la sorpresa que le tenía guardada. Posé mi mano libre en su mejilla para que dirigiera su rostro hacia el mío.

—Sabes, estuve varias semanas devanándome los sesos intentando encontrar el regalo para vos, realmente no se me ocurría nada. Quería que fuera especial y único, como vos —me sonrió tímidamente—. Quería que fuera algo que tuviera un significado especial. Y lo encontré.

Miré hacia la vidriera del local que estaba a nuestra derecha y ella siguió mi mirada hasta que notó donde estamos. Sus ojos se abrieron como platos del asombro.

—¿No estarás pensando...?

—Sí —dije interrumpiéndola—. Este va a ser un regalo que vas a llevar con vos para siempre ¿y, sabes cuál es la mejor parte?

—¿Qué nuestros padres nos van a castigar de por vida?

Reí ante su comentario.

—Tranquila, ya tengo solucionada esa parte.

—¿Entonces cuál es la mejor parte?

—La mejor parte es que yo también voy a llevarlo conmigo para siempre.

Antes de que pudiera reaccionar, tire de su mano y la lleve dentro del local. Teníamos turno para las 4 y solo faltaban 20 minutos. Un chico con varios piercings en su rostro y más tatuajes de los que era capaz de contar nos recibió.

—Tenemos turno para hacernos un Tattoo, mi nombre es Germán Laprida.

El chico se fijó en una agenda y corroboro el turno.

—Sí, acá te encontré. Te dijeron que te tiene que acompañar un mayor de edad que te autorice a hacerte el tatuaje ¿no?

An me miró preocupada.

—Sí, mi mamá debe de estar por llegar.

—Muy bien ¿Tienen ya idea de lo que se van a hacer?

Lo juroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora