43. "Carta escrita a mano"

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Bebió el tequila frente a sus ojos se un sorbo, extendiendo la cabeza hacia atrás para que el líquido bajara con rapidez. Le dolió y arañó, pero nunca tanto como el sufrimiento que experimentaba en ese momento. ¿Estaría hundido en alcohol por el resto de los meses? Lo más probable. ¿Lucharía por reconquistarla? Eso no lo tenía en mente en ese momento ni nunca. Lo único que quería era ir a su lado y suplicarle que lo perdonara, que lo volviera a amar de la manera que sólo ella sabía hacerlo. Que se enamorara nuevamente de él y olvidase el mal entendido, porque él la amaba más que nada en el mundo. Anhelaba con sus fuerzas que el mundo conspirara a su favor y no a su contra.

En ese momento una luz se cruzó por sus ojos, un brillo tan celestial como ver a Astrid frente suyo, su última oportunidad sería en la competencia final de Louvre. La tendría nuevamente frente suyo.

Con algunas copas en su cuerpo subió a la habitación, despidiéndose del barman con un movimiento de mano. Abrió la puerta luego de cinco agotadores minutos y lo que encontró fue una habitación al vacío, tal como el día de ayer. Encontró una hoja y un papel y no tardó en expresar con palabras sus sentimientos y emociones que experimentaba en medio de su borrachería. Se la entregaría, sin pensarlo dos veces, debía hacerlo.

Al finalizar, la guardó en el cajón que tenía la mesa de noche y encontró una carta con su nombre escrito en ella. Sintió horror y susto en ese momento y deseó hundirse en medio de un grito para salir de esa dimensión. Abrió con pereza la carta con las lágrimas mojando la cubierta. Extendió la carta escrita a mano frente a sus ojos y los sollozos no tardaron en aparecer.

Querido Connor:

Te agradezco de antemano por aparecer en mi vida y le agradezco a las estrellas por hacer de mis sueños realidad, pero todo principio tiene un fin, siempre. Y este fin se dio en cuanto su secreto se trasformó en un engaño.

Por algo ocurren las cosas, tal vez no estábamos predestinados a estar juntos sino a vivir separados. Si fuese así, ¿por qué te conocí? ¿Por qué me hiciste amarte si algo nos separaría?

Duele, tan profundo como un agujero creado por una pistola y arde igual que el fuego.

Pero de todo lo malo se obtiene algo positivo, y en este caso lo positivo en este experimento fue que te conocí y me amaste como nadie lo hizo en el mundo... O al menos yo lo creí así, por que como bien sabes uno no sabe lo que pasa por la mente de otra persona. Gracias por hacer mis sueños realidad, los sueños que para mí tenían una gran importancia y relevancia; ingresar a Louvre, quedar entre los tres, conocer a mi padre, crear aventuras y más que nada en el mundo por volver a hacerme creer en el amor, el verdadero amor.

Siempre tendrás un espacio en mi corazón y a pesar de que te siga amando lo nuestro no tendrá un futuro, porque luego de un engaño o mentira la relación no vuelva a ser como antes. Y a mí las mentiras me intoxican y las odio más que nada en este mundo, por lo que volver a confiar en alguien me toma otra vida.

Una vez más, de lo agradezco desde el fondo de mi corazón, gracias por aparecer en mi vida y abrir más mis ojos.

Con el amor más sincero y profundo.

Astrid Portinari.

¿Era el fin? Sí, lo era. La había perdido, pero como salía en esa carta existía un pedazo de amor en su corazón y lucharía por él sin importar nada.

* * *

—¿Tú eres Colin? Un gusto conocerte, tienes una gran pinta de actor, que quieres que diga —admitió el padre de Astrid, tomando la mano de Colin entre la suya para saludarlo.

Across ParisWhere stories live. Discover now