41. "Intrusa"

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Ambos corrían lo más rápido que le daban sus pies hasta el puente de Florencia a minutos del año nuevo. Las risas corrían por ambos labios y las emociones que estaban experimentando los dos eran inexplicable, casi cinco meses desde que se conocían y se esperaba que fuesen muchos más. Empezar un nuevo año, juntos era una de las cosas más anheladas por Astrid y Connor. Se detuvieron en cuanto sus pies pisaron la estructura del puente, todos estaban contando en cuenta regresiva esperando que los fuegos artificiales se vieran mientras que Connor envolvía su cintura con sus brazos y le susurraba los números en inglés en su oído.

Astrid relajó su cuerpo y se dejó someter por las palabras de Connor que acariciaban su oreja con su aliento. Recargó la cabeza en su hombro sintiendo como su hombro era besado por los labios de su novio. Recordó la primera vez que se conocieron en el museo de Louvre, quedó flechada de él en cuanto lo miró a los ojos y este le sonreía en su dirección. Comenzó a recordar todos sus momentos con él, su primera salida a la playa, sus discusiones, las confusiones, sus promesas, la primera noche que hicieron el amor y por suerte todo los llevaba justo a ese momento, porque no importaba por cuantas cosas hubieran pasado, si llegaban a este momento era alguna señal.

En cuanto por los labios de Astrid salió el número uno, los fuegos artificiales comenzaron a ascender por el cielo en miles de formas y colores. Su cuerpo fue volteado y rápidamente los labios de Connor se estamparon contra los suyos, besándola como si quisiera extraer todas sus emociones y recuerdos. Lo besó con la misma intensidad, sin importarle que el resto los estuviese mirando de alguna forma extraña o con repugnancia. Sintió la calidez más que nunca de sus labios, la textura de estos y la manera en la cual sus manos se posicionaban en sus caderas, temiendo a que se alejara por el caliente y jugoso beso. Experimentaba con tal deleite el beso que se decepcionó que sus pulmones no le funcionaban a la perfección y aclamaban por oxígeno.

Connor se sintió triste pero lo disimuló con una espléndida sonrisa. Presentía que algo los separaría en cualquier momento, incluso para siempre, pero apartó el pensamiento y siguió disfrutando de la compañía de su novia, arropándola entre sus brazos y besando su cabeza con dulzura.

—¿Sabes que te amo? —preguntó Connor.

—Supongo, ¿por qué me preguntas?

—Me gusta recordártelo, para que nunca dudes de eso.

Astrid rio, pero afligida y Connor fue capaz de captar eso a tiempo antes que cayera una lágrimas por el contorno de sus ojos. Deslizó el dedo y captó la gota, apartándola de su rostro.

—¿Qué ocurre?

—¿También sientes que algo nos va a separar?

Connor tragó en seco, sintiendo que la camisa le asfixiaba en ese momento.

—Astrid...

—Siento que alguien llegará, tengo un mal presentimiento, Connor —confesó, conteniendo las lágrimas.

—La verdad es que sí, sospecho lo mismo que tú, preciosa.

—No quiero que algo nos separe, no después de todo lo que hemos pasado juntos, Connor.

La abrazó con más fuerza, limpiando las lágrimas de sus ojos y estabilizando su corazón.

—Nada nos va a separar, ¿lo entiende? —dijo Connor, tomando su rostro entre sus manos y besando la cúspide de su nariz.

Ella asintió y se dejó besar una vez más por Connor, ignorando la angustia que crecía en su interior. Debía pensar positivo, eso es lo que siempre le decía su psicólogo. Ser positiva en cualquier momento, no importaba la situación por la cual estaba pasado. Si sabía algo con certeza en su vida, era que quería a Connor a su lado por siempre y para siempre.

Across ParisWhere stories live. Discover now