-No hay de que Nat- La acompañe hasta su habitación. –Mañana levántate temprano, daremos una vuelta- Le dije.

-Está bien...idiota- Me dijo sonriendo, ya empezaba a acostumbrarme a sus insultos.

-Adiós fea- Le dije con la misma sonrisa.

-Buenas noches prostituto-

Narra Natalia:

Me levante, como siempre protestando, me di una de mis largas duchas para luego bajar a desayunar la rica comida de Nelly, fui directo a la cocina para saludarla y ayudarla.

-¿Y Nelly?- Le pregunte a Kaidan, quien estaba de espalda, buscando algo desesperadamente en la nevera.

-Hoy era su día libre- Dijo el cerrando la nevera.- Y gracias a tu atraganto de cereales anoche y los dos litros de leche que tragaste después de que Amanda se fue no hay nada para desayunar más que harina- Levantó el paquete y lo agito suavemente en el aire, abriendo sus ojos.

-Dos cosas, la primera no trague dos litros de leche, fuiste tú, aun no sé cómo te entró esa cantidad de leche, creo que tu ego hizo un agujero en tu estomago.- Le dije y el sonrió- Y dos ¿no hay huevos?-

-Si hay, pero yo no los voy a cocinar- Me dijo. –Tú lo harás- Camino hacia mí y me puso el delantal de Nelly.

-Claro que no- Le dije quitándomelo.

-Claro que si- me respondió.

-Dije que no Kaidan-

-Entonces no desayunaras- Me dijo.

-Dios, eres tan imbécil, dame los huevos- Le dije refunfuñando.

-¿Cuántos quieres?- preguntó acercándose a la nevera.

-Dame dos- Le dije.

- Yo quiero tres- Me dijo.

-Espera, espera, espera, ¿tú crees que yo te voy a cocinar para ti?, JAJAJ, no querido príncipe, estos dos huevos son para mí- Le dije sonriendo.

Él no me dijo nada, aprovechando el silencio del tarado me di la vuelta y camine hasta el cajón donde se guardaban las ollas y esas cosas, pero antes de llegar sentí algo duro estallar en mi espalda y luego las carcajadas de Kaidan, y si me había tirado un huevo.

Me voltee con la mejor sonrisa que puede y le tire los dos huevos que tenía en la mano. El frunció el ceño y miro hacia el paquete de harina que me había mostrado hace rato, al ver su acción y el notar que lo había descubierto, ambos corrimos hacia el paquete.

-Es mio Kaidan, ya suéltalo- Le dije luchando por el paquete.

-Para que me embadurnes en harina, no queridita-

El obviamente es más fuerte que yo, así que logro sacarme el paquete fácilmente, lo que no se esperaba fue el pisotón que di segundos después.

Fue así que comenzamos nuestra guerra, no era solo de harina y huevo, sino de tirarnos todo lo que había a nuestro alcance, incluso le di un sartenazo. Definitivamente nuestra guerra no era la típica como la de las películas, donde los protagonistas ríen y son felices, esta era una de vida o muerte, él que gane se lleva el respeto del otro.

Expandimos nuestro desastre de la cocina a toda la primera planta del castillo, estábamos ensuciando todo, pero teníamos que buscar escondites.

Después de un rato de buscar a Kaidan con dos paquetes de harina en la mano, lo vi, estaba como una niñita escondido atrás de un sofá, vigilando hacia el lado equivocado, me fui acercando como un ninja silencioso hacia él, cada mueble que había me servía para esconderme, y cuando por fin llegue, le volqué los dos paquetes de harina en la cabeza.

El me tiro al suelo y se puso encima de mí, sacudiéndose para embadurnarme más, y luego refregarse como gato, ahora estábamos ambos completamente sucios, me miro, estaba trepado arriba mío, y no me molestaba, sus ojos se encontraron con los míos, él sonrió, y yo también.

-Estas sucia- Me dijo.

-Tú estás peor renacuajo-

-Te vez linda sucia- Me dijo sonriendo.

Y justo ahí sucedió, mi perdición, mi maldita perdición, estábamos besándonos, si, así es, ESTÁBAMOS BESÁNDONOS, y no era un beso tranquilo, ¿Acaso yo quería ese beso?, ¿por qué tanta pasión?.

-¿QUÉ DEMONIOS PASO AQUÍ?- gritó una de las empleadas que acababa de llegar, esto provocó que ambos nos separáramos de inmediato, ella de seguro no vio nuestro beso, porque estábamos atrás del sofá, eso era bueno. Kaidan se paró, y luego yo.

-Miranda, nosotros...- Kaidan hizo una pausa. –Estábamos haciendo el desayuno-

-Ya veo- Dijo la chica sacudiendo la cabeza. –Vayan a ducharse, yo limpio-

Ambos asentimos y nos dirigimos a las escaleras, yo estaba callada, tratando de procesar lo que acababa de pasar.

-Nat, yo... -Comenzó Kaidan.

-No tienes que disculparte pues yo tamb...- Lo interrumpí pero el hizo lo mismo conmigo.

-No me iba a disculpar por algo que no lamento haber hecho- Me dijo, y siguió caminando hacia su habitación.

Entre, cerré la puerta y corrí al baño, el flashback de aquel beso se repetía en mi mente, no entiendo, nunca en mi vida, en mi maldita vida había sentido lo que sentí hace unos minutos, pero, ¿Por qué?.

Luego de la ducha, baje, ya estaba todo limpio, y Kaidan estaba parado al final de las escaleras.

-Iremos a desayunar, ya que cocinando no somos muy buenos- Me dijo sonriendo.

- Esta bien señorito-

Caminamos hasta su auto, él se puso un gorrito ridículo y unos lentes, supongo que para que no lo reconozcan.

A la media hora llegamos al centro comercial.

-Nunca había desayunado a las 10 de la mañana- Dijo Kaidan cerrando la puerta del auto.

-10,15- lo corregí.

Caminamos hasta un restaurante y allí esperamos para pedir.

-¿Qué plato te gusta Nat?-

-¿Pues no es obvio? El hondo, porque cabe más comida- Le dije sonriendo.

-Pero tú sí que eres angurrienta, me refiero a... - Comenzó.

-Si, al menú- Le dije.

-NATALIA MCCURTHY- Esa voz yo la conozco, era Sam.

-Mi mejor amiga- Le dije asustada a Kaidan.

-¿Qué hacemos?- Me preguntó el con la misma cara de desesperación que tenía yo.

Nadie podía saber que yo era princesa, nadie más que mi familia, y si me ven con el príncipe, eso no ayudaría...

...

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KAIDAN ARRIBA.

La hija de un Rey.Where stories live. Discover now