Capítulo 02.

2.6K 197 19
                                    

Emy's POV.

Termino de hacer la tarea y me tiro hacia atrás, totalmente feliz de haber terminado la tarea del colegio, y a la vez cansada. Hacer una redacción con mis propias palabras acerca de la Guerra Fría, un final para el romance de Gerineldo y La Infanta y una carpeta de al menos treinta páginas para filosofía no es nada fácil. Yo no entiendo porque nos mandan tarea, osea, se supone que trabajamos durante la clase y ya está. Fuera del horario del colegio se supone que tendríamos que ser libres y no tener que preocuparnos por eso.

Cierro mis ojos y en cuestión de segundos esos ojos mieles se me vienen a la mente. Bufo, volviendo a abrir los ojos y poniéndome de pie.

Desde el martes, cuando el chico de ojos mieles no dejaba de verme, no he podido dejar de pensar en él y sus hermosos ojos. Y eso me da un poco de rabia, porque ya estamos a sábado y no lo he vuelto a ver. He ido a la heladería y estado horas ahí sentada tomando helado, lo que seguramente ha hecho que aumente de peso, y él no se ha aparecido por ahí, ni tampoco lo ha hecho el chico que estaba con él.

Dejo de pensar en él chico de ojos mieles y bajo a la cocina, donde me encuentro a mi madre terminando de preparar la cena. Menos mal, porque estoy que muero de hambre. Puede que haya aumentado de peso con todos esos helados que me he tomado, pero no me importa, voy a seguir comiendo como gorda, porque la comida es lo único que está bien en la vida.

—¿Has terminado tu tarea? —Pregunta mi madre, colocando la pasta en la cacerola que contiene el agua hirviendo.

Muevo mi cabeza de arriba hacia abajo, pero inmediatamente me doy una cachetada mental al darme cuenta que ella no me está mirando. Simplemente murmuro un "Si" y voy hacia la nevera, para poder buscar algo para comer antes de la cena. Tengo hambre, mucha hambre.

—Mañana irás a la iglesia con nosotros —Le oigo hablar.

Y me está hablando a mí, lo sé. Porque soy la única de la casa que nunca va a la iglesia, ya que mi padre es igual de religioso que ella y bueno, mi hermano Max tiene solo siete años, así que hace todo lo que mis padres le digan y acepta ir a todo lugar que lo lleven. Como todo niño.

—¿Por qué tengo que ir? —Bufo, tomando una manzana de adentro de la nevera.

No es que no crea en Dios, bueno, yo no creo en nada, pero respeto todas las religiones, y digamos que me siento demasiado incómoda yendo a la iglesia cuando no creo en Dios ni en ninguna de esas cosas.

—Porque estás en la edad en la que las hormonas se te alborotan y crees que hacer el acto sexual es lo mejor del mundo, pero te debes conservar hasta el matrimonio, por respeto a ti y al hombre con el que vayas a pasar el resto de tu vida.

Escupo el pedazo de manzana que acabo de morder y comienzo a reír, como si mi vida dependiera de ello. Una de esas risas que parecen que estás en medio de un ataque de asma y te estás por morir, bueno, una de esas.

Mi madre está loca, muy loca. Ella seguramente piensa que todos los chicos mueren por mí o no sé, pero está equivocada, muy equivocada. Yo no le gusto ni al vagabundo de la esquina. Además, no es como si fuera a tener sexo con el primer chico que se me cruce.

—No te rías —Me apunta con su cuchara de madera. —No quiero que termines como esas chicas que tienen veinte años y ya son madres de tres o cuatro hijos —Bufa.

Paro de reír y me acerco a ella, para poder abrazarla. Me alegra saber que se preocupa por mí y que no quiere que destruya mi futuro, pero ya está exagerando demasiado.

—No es necesario ir a la iglesia para saber lo que está bien y lo que está mal —Me aparto de ella, dándole un suave golpe en el hombro.

—Lo sé, pero quiero que vayas, solo mañana, no importa, pero quiero que al menos vayas una vez en tu vida, antes de casarte, obvio.

You're perfect #OSAwards16Donde viven las historias. Descúbrelo ahora