3. ¡Nuestros hijos se apellidarán Potter!

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La asistente asintió, dirigiéndose a la puerta, no sin antes hacer una mueca de desprecio a la castaña cuando ésta no la veía.

—¡Espera! —exclamó Draco, yendo tras ella.

—¿Qué se le ofrece, señor? —Hermione tuvo que contener una risita para no perderse nada de lo que sucedía frente a sus ojos.

Draco sacó del interior de su saco una cajita aterciopelada que extendió a la chica; la cual, miró con intriga a Hermione.

—Acepta el obsequio, vamos, es tu pago —acotó con malicia.

El rubio hubiera reído por el comentario malintencionado de su esposa, no obstante, ahora mismo estaba sumamente molesto con esa mujer por interrumpirlos.

Charlotte la tomó con ambición sin ocultar, y la abrió. Sus ojos azules brillaron emocionados.

Hizo gesto de lanzarse al cuello de Draco, sin embargo, Hermione se paró junto a él y la detuvo con la mano.

—No, no, querida —canturreó—. Allí tienes tu pago por los servicios ofrecidos a mi querido esposo... Y obviamente, por tu discreción —deletreó peligrosa—. No tienes nada que agradecer, además, eso no es la gran cosa... —enarcó una ceja al ver la joya— Sólo es un brazalete de perlas baratas... Sorpréndete cuando te regale diamantes, rubíes, o alguna bonita reliquia familiar —continuó con maldad, y levantando a propósito su mano derecha, donde un precioso y delicado anillo de oro adornando con costosos rubíes reposaba.

La chica la miró enojada.

—¿Me está amenazando?

Draco suspiró.

—Vete ya, Charlotte. Firmaste un contrato de confidencialidad, no puedes hablar con nadie sobre esto si quieres evitar ser arrestada —espetó tan fríamente como Hermione.

La bruja de mirada azul tuvo que morderse el labio con fuerza y apretar los ojos para evitar llorar allí mismo.

La castaña rodó los ojos, y mirándola con indiferencia, se colgó del brazo que Draco le ofrecía.

—Vete cuando quieras —dijo—, mi esposo y yo nos vamos —anunció antes de dirigirse junto al rubio a la salida de la cafetería, pero se giró un segundo antes—. Y no te molestes en presentarte a trabajar mañana.

Charlotte la miró con pánico e ira.

—¿M–me está despidiendo?

Hermione miró a Draco en busca de ayuda, incapaz de proferir una frase que no estuviera llena de insultos.

—Supongo que lo está haciendo —confirmó el joven.

—¡Pero señor Malfoy! ¡Ella no puede despedirme, yo trabajo para usted, no para esa mujer! —exclamó.

Malfoy jaló a Hermione hasta el otro lado de la puerta antes de que ésta se lanzara sobre Charlotte.

—Recoge tus pertenencias hoy mismo —sentenció antes de salir con una castaña sumamente enfurecida colgada de su brazo.

Cuando llegaron a la Mansión, una sonriente Narcissa los esperaba en el salón de estar mientras leía.

—Buenas noches, madre —la saludó, agachándose a ella para besar su frente.

—Narcissa —se acercó Hermione, besando su mejilla.

—¿Qué tal les fue hoy?

Casado con una PotterWhere stories live. Discover now