11: Divorcio.

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Cuando el auto conducido por el chofer de los Malfoy aparcó frente a la empresa, Hermione titubeó un par de segundos decidiéndose entre si bajar o no. Había una horda de reporteros rodeando la extravagante camioneta mágica en la que se transportaba.

—Si me lo permite, señora, yo le recomendaría aparecerse —le sugirió el mago que aún llevaba las manos sobre el volante.

La castaña asintió. Tomó su varita y agradeciendo a su chofer debidamente, se apareció en el último piso del alto edificio que albergaba las oficinas de Industrias Malfoy.

Largó un suspiro de tranquilidad al descubrir que el último piso, en el que se encontraba la oficina de su marido, de Blaise y la suya, estaba vacío.

Sin embargo, hizo una mueca al notar que Luna no se encontraba en su puesto. Ella nunca faltaba al trabajo... ¿Le sucedería algo?

—Buenos días, señora Malfoy —una voz femenina y que arrastraba las palabras, captó su atención. Notó que había pronunciado el «señora Malfoy» muy despectivamente.

Se giró, enervándose tanto como pudo, sin dejarse amedrentar por esa arrogante bruja que se atrevía a hablarle de esa manera tan grosera.

—Buen día, Charlotte —se despojó de la gabardina negra, quedándose solamente con el elegante vestido verde que había elegido con dobles intenciones. Le extendió la prenda a la pelinegra que, con furia reprimida, lo tomó—. ¿Dónde están todos?

La joven sonrió maliciosa.

—Me temo que a muchos se les pasaron las copas durante la maravillosa fiesta que se organizó en la Mansión Malfoy, señora —soltó lentamente.

Hermione palideció. Charlotte soltó una leve carcajada.

—¿Pero cómo habría de saberlo? Usted no llegó nunca... —rió— Draco estaba tan furioso... pasó la peor vergüenza de su vida.

No necesitaba que se lo dijeran, Hermione estaba bastante segura de lo que la secretaria de su esposo le decía.

Fue en ése momento que las puertas del elevador se abrieron, mostrando a un hombre joven de cabello revuelto y anteojos.

—¿Harry?

El azabache caminaba a paso apresurado, tenía instalado en el rostro un gesto de sorpresa, sin embargo, un brillo de emoción fulguraba en sus ojos verdes. Sonrió abiertamente cuando llegó junto a la castaña.

—Señor Potter —la otra mujer le sonrió coquetamente.

Harry apenas la miró.

—Charlotte —saludó con cortesía.

Sintiéndose ignorada, fue a colocar el abrigo de Hermione a un perchero.

—¡Por Merlin! Cuando llegué a la Madriguera y Arthur me dijo que escuchó la noticia por medio de la radio, ¡no me lo creí! —sonrió, y sin poder contenerse, la rodeó con sus brazos cariñosamente.

La chica le devolvió el abrazo, no sin sentir una pizca de culpa en el fondo de su ser. Es que... mentir era la única opción que le había quedado.

—Ginny también quería venir a felicitarte por la buena nueva pero se ha tenido que quedar en la Madriguera, náuseas matutinas, ya sabes...

Charlotte agudizó el oído al escuchar la última frase.

—Ya me preguntaba porqué no llegó contigo —sonrió al imaginar a su mejor amiga parloteando por horas y reprochándole porqué tuvo que enterarse por otros medios y no por ella misma de la increíble noticia.

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⏰ Laatst bijgewerkt: Jun 17, 2017 ⏰

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