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Mi brazo está casi negro. En muchos lugares me brota sangre a veces. No dejo de darme pellizcos. 

Le dije a Carol que saldría en la noche. 

—¿A dónde? —me mira, con una pizca de brillo en sus ojos, otorgándome total atención.

La luz del mediodía que se filtra por el ventanal baña su cara. 

—Sorprenderé a Helena, la iré a visitar —digo, sonriendo lo más ampliamente posible.

Su sonrisa cae en el segundo que pronuncio su nombre. Su rostro se pone serio, y puedo ver las arrugas que se le forman en medio de sus cejas y  la mueca en sus labios que hace cuando no está de acuerdo con algo.

—Danny, hijo... —comienza, pero la corto con un ademán.

Estoy tan harto de ella.

Siempre que hablo de Helena se pone tan celosa.

—Puedes ponerte cuanto quieras de celosa, entiende que nunca te querré como a ella —le digo, simple y honesto.

Sus ojos se ponen vidriosos y por cómo las orillas de sus labios caen, sé que comenzará a llorar.

Me doy la vuelta y regreso a mi cuarto.


Tengo planeado comprar un boleto de avión a Inglaterra. Para ver a Helena. No puedo aguantar.

Salgo de mi casa, cartera en la mano, dirigiéndome al aeropuerto, el cual queda no muy lejos.

Está oscuro y lo poco que alumbra la calle es la tenue luz de las farolas a los costados del lugar. El viento es frío cuando anochece y se me olvidó traer un suéter conmigo, así que me encuentro temblando un poco.

Hay demasiada gente, cosa que odio. Muchas personas que pasan casi tumbándome, y me miran como si fuera la cosa más estúpida del universo.

Lo eres.

Lo sé.

La chica detrás del computador me mira extrañada al ver la sonrisa que cruza mi cara de lado a lado. No entiende que es la primera vez que estoy feliz desde que Helena se fue. No entiende que mi mundo gira alrededor de ella. No entiende que la veré.

La veré.

Compré el boleto de avión. Saldré a Inglaterra en dos días.

Ya quiero ver a la persona más linda y comprensiva del universo.


HelenaМесто, где живут истории. Откройте их для себя