Capítulo 13: Secreto cubre secreto

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Volvía de la cafetería con las manos llenas de toda la comida chatarra que el dinero que le mandaban sus padres pudiera comprar, entró a su habitación y pudo respirar con alivio al encontrar el lugar vacío, lo cual no era de extrañarse teniendo por compañera a una chica de moral cuestionable... amiga de todo el mundo... o simplemente una "resbalosa" como ella solía llamarle.

Se sentó sobre su cama y comenzó con su festín de dulces entre los que derretían sus papilas estaba un paquete de donas, galletas de chocolate, bombones y demás presentaciones de tan adictivo compuesto como lo es el azúcar.

Terminado su banquete personal de comida chatarra, se levantó para tirar las envolturas vacías, pero entonces cruzó la mirada por el espejo cerca de su cama, haciéndola detenerse en el acto. Se escrutó con detenimiento unos segundos, con sus manos acarició su abdomen inflamado por las golosinas, en su mente veía una imagen distorsionada de como realmente lucía, comenzó a odiarse por estar comiendo tanto y una serie de memorias la golpearon tan fuerte y tan repentinamente que la hicieron caer de rodillas contra el suelo mientras recordaba aquellas palabras hirientes que había soportado casi toda su vida.

Se levantó decidida y odiándose más a ella misma por todo el daño que se permitió recibir por tanto tiempo, llegó hasta el baño, inclinó el rostro sobre el inodoro y se deshizo, de la única manera que conocía, de todo eso que la torturaba.

***

Pasadas unas horas desde que el acto terminó y después de que ambos cayeron en un profundo sueño debido al cansancio, Iggy despertó para descubrirse aún desnudo sobre aquella suave cama de sabanas blancas; se encontraba dándole la espalda a Emet mientras que éste lo rodeaba con los brazos a la altura de la cintura, lo que le causó una sonrisa afilada llena de satisfacción por el solo hecho de recordar lo que había pasado en ese mismo lugar horas antes.

La luz de una farola de la calle entraba por la ventana iluminando sombríamente hacia el interior del lugar. El menor se estiró delicadamente hasta la mesa de noche donde su teléfono reposaba, la hora no le importaba, ni siquiera los varios cientos de mensajes sin leer que tenía en el Whatsapp, que probablemente eran de su grupo familiar; entró a la aplicación de la cámara y tomó algunas selfies aprovechando que Emet, mediante sonoros ronquidos, indicaba que continuaba disfrutando de una placentera siesta.

Cuando obtuvo la suficiente evidencia fotográfica, dejó de nuevo el teléfono bloqueado en la posición que lo encontró junto a sus llaves y se reacomodo entre los fuertes brazos de su profesor de matemáticas.

Esta vez no tenía intenciones de escapar, no tenía por qué hacerlo, prefería quedarse allí, quien sabe, tal vez y el mayor despertaría de "buen humor" como para repetir el acto.

Debió haber pasado una hora más, cuando escuchó un auto estacionándose en el garaje de la casa, entonces cayó en cuenta de que ni si quiera se había molestado en averiguar si Emet vivía sólo, tal vez aun vivía con sus padres, un novio o algo por el estilo.

Tuvo que pensar con velocidad y hacer algo aun más rápidamente, se viró hacia Emet y comenzó a moverlo sin delicadeza alguna para hacerlo reaccionar. Luego de varios intentos, por fin el castaño empezó a abrir los ojos con letargo.

Bastaron unos minutos para que su mente reaccionara y le hiciera darse cuenta de la situación en la que estaba, más allá de todo, el ver que la habitación estaba semisumergida en la oscuridad de la noche le hizo enloquecer, levantándose de golpe de la cama.

—¿Que-¿Qué hora es? —preguntó alarmado mirando por la ventana detrás de la cama.

—No sé, creo que las 9:00pm, llevamos casi cinco horas aquí, vaya que tienes el sueño pesado...

Entrenando Para Romper CorazonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora