Capítulo 7

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— Cha-Chat... — susurró débilmente.

— Vamos, Princesa. — la animó. — Dime la respuesta... — pidió besando su cuello con delicadeza.

Luego de media hora de una enseñanza tranquila, el profesor quiso subirle la intensidad a las cosas, haciendo que Marinette tuviera que esforzarse para obtener la respuesta de los problemas que faltaban por resolver.

¿Era necesario hacerla pensar y sufrir esa dulce tortura, al mismo tiempo?

Su preciada alumna dejó escapar un suspiro cuando sintió como sus manos recorrían su figura, al mismo tiempo que lamía y mordía, suavemente, su cuello, sin querer dejar una marca.

Todavía no escucho la respuesta, Bonita...

No.

— E-Es... — trató de decir entrecerrando los ojos por las caricias que le brindaba su novio en los muslos.

Pero era divertido.


.

..

Los gritos de los ciudadanos asustados, se escuchaban claramente por aquel barrio. A causa de un Akuma... otra vez.

— ¡Marinette, cuidado!

Aquel grito fue para la pelinegra, que se encontraba distraída, ya que un rayo se dirigía a ella. Antes de que fuera muy tarde, Nathan corrió hacia su compañera de clases y se abalanzó sobre esta para evitar que el rayo la alcance. Para evitar que se golpeé y lastime la cabeza, colocó una de sus manos detrás de esta antes de aterrizar sobre la acera. Quedando así, él sobre ella. El azabache sonrió cuando ambos se miraron a los ojos. Marinette le devolvió la sonrisa. Sólo que esta era una sonrisa de agradecimiento e incomodidad.

Esa escena no se padecía en nada a cuando sucedió lo mismo con Adrien... o, por lo menos, no sus sentimientos.

Nathan se levantó y la ayudó a ella a hacer lo mismo. Y, sin previo aviso, tomó su mano y se la llevó corriendo hacia otro lugar para mantenerla a salvo. Como si él fuera uno de los héroes de la ciudad.

Por otro lado, un rubio miraba la todo sin decir palabra alguna. Movió su cabeza en señal de negación y prefirió concentrarse en buscar un lugar para transformarse. No importaba que fuera él el que le haya gritado, ni tampoco que él era el que la iba a salvar para luego llevársela para que salieran juntos a combatir el mal... ¡No! Debía dejar eso de lado y concentrarse en el Akuma.

Buscó con la mirada un lugar discreto, en dónde nadie lo pudiera ver. Cuando encontró un callejón, corrió directo hacía el para luego asegurarse de que no haya nadie por los alrededores. Abrió su bolso para dejar salir a Plagg y, sin que pudiera decir palabra alguna, ordenó su transformación.

Si hablamos de los dos pelinegros, solo podemos decir que se encontraban como antes: Nathan tomando de la mano a Marinette, llevándola, esta vez, al hogar de la chica.

Cuando llegaron a su destino, Nathan procuró que sus padres la recibieran y estuvieran en casa. Ambos adultos se sintieron aliviados al ver que su hija se encontraba bien y agradecieron con mucha amabilidad al joven que pudo llevarla.

— No gracias. Debo buscar a mi hermana. — respondió el chico con una sonrisa cuando Sabrine le ofreció pasar y quedarse hasta que todo se tranquilice allá afuera. — Hasta luego — se despidió antes de salir corriendo en dirección a la escuela, nuevamente.

Marinette subió a su habitación, diciendo que se quedaría allí y tomaría una ducha. Sin embargo, apenas subió, abrió el pequeño bolsito que llevaba a su derecha, dejando salir a su Kwami de este.

— Debemos apresurarnos. — comentó Tikki apenas puedo ver a la pelinegra.

Y sin decir más, Marinette paso a convertirse en la heroína de Paris después decir su típica frase: “Transformación, LadyBug.”

...

— Entonces... ya esta resuelto, ¿verdad?

— Si. Ya lo confirmamos.

— ¿Y ahora qué?

— Ahora solo queda ver si es verdad lo de la pareja de Marinette y Chat Noir. — respondió peinado su cabello con las manos.

— ¿Cómo?

Bonnie dudó antes de responder. Eso no lo sabia pero no lo iba a admitir tan fácilmente. Pensó unos segundos más, mientras se dirigía al espejo de la habitación para poder arreglar su cabello de la mejor manera. Nathan, que se había cruzado de brazos, suspiró negando con la cabeza, dejándose caer en el sillón que se encontraba detrás suyo. 

— No tienes una idea, ¿verdad, hermana?

— ¿Qué te hace pensar eso? — cuestionó mirando su reflejó. Empezó a cepillar su cabello mientras pensaba en lo que diría. Tenia una idea pero trata de buscar otra.

— ¿Tal vez sea porque te lo pregunté hace rato y tú sigues sin responderme? 

La hermana menor dejó su cepillo sobre el tocador y siguió mirándose en el espejo en silencio. Ambos hermanos suspiraron. Nathan suspiró con cansancio y Bonnie por la rabia que le daba el no poder pensar en otra cosa. El chico hizo un ademán de levantarse e irse a su cuarto, ya que su hermana no tenía idea alguna. Pero esta lo detuvo antes de que se fuera, sin mirarlo directamente todavía. Si no había otra opción...

— ¿Qué?

— Nathan, voy a hacer algo que nunca he hecho. — comentó sin darse vuelta. Suspiró nuevamente. — Voy a tener una piyamada.

...

— Entonces... ¿aceptan? — preguntó con una sonrisa. Una sonrisa que no suele hacer.

— Claro, Bonnie. — sonrió amablemente la otra pelinegra. — ¿Verdad, Alya?

— Por supuesto. — guiño un ojo riendo.

— ¡Que bueno! — exclamó felizmente. De verdad, empezaba a dudar de que fuera ella misma la que hacia eso. Una voz la llamó, era su hermano. Ella volteó y mostró su palma izquierda en señal de que la esperara. Volvió con las chicas. — Bien, debo irme. — explicó indicando al azabache. Las dos amigas dirigieron su mirada hacia este y lo saludaron con la mano. Él le devolvió el gesto. — Entonces las veo esta noche. — comentó cuando volvieron a tener su atención. — ¡Hasta luego! — gritó agitando su mano mientras se alejaba.

— ¡Adiós! — respondió Marinette de igual manera antes de despedirse de la morena e irse a su casa.

— ¿Quién eres y qué le hiciste a mi hermana? — preguntó en tono divertido.

— Ahg, cállate. — gruño la joven mirando hacia otro lado. — Por lo menos ya hice lo que tenia que hacer.

— Todavía te falta lo de esta noche.

— No me lo recuerdes. 

¿Y si huimos juntos? - MariChat // Segunda temporada de "Ella" //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora