「CAPÍTULO 12」

2.7K 314 243
                                    

Armin

.

.

Me gusta Jean.

Estar con él es como entrar en un bucle de emociones sin escapatoria. Creía que mi pasatiempo favorito era leer. Estaba seguro de ello, pero ahora me doy cuenta de que nada es tan divertido y ameno como estar con él, y me gusta.

—Armin.

Me gusta Jean. Digo que me gusta porque no me atrevo a decir que es amor. He leído novelas románticas, me he emocionado con ellas cuando los sentimientos son confesados en secreto con el atardecer. Hablan de esos sentimientos y los ensalzan hasta el punto de confundir su significado. Por esa razón, los protagonistas se equivocan de persona y, cuando quieren rectificar, ya es demasiado tarde.

El amor es complejo. Un misterio por resolver.

—Armin, ¿puedes explicarme esto? No lo entiendo.

Mi corazón enloquece cuando pasamos más de un minuto aguantando la mirada del otro. O con alguna de sus espontaneidades que me dejan con la cara ardiendo, sin palabras.

Ríe cuando me sonrojo. Algo normal en mí porque cualquier rubor, por leve que sea, se hace notar en contraste con mi piel. Así de transparente soy para los demás, sin ningún tipo de filtro, y no me gusta.

Pero me gusta que se acerque por la espalda y me tape los ojos.

—¿Quién soy?

—Jean, solo tú haces eso.

Me gusta cuando me hace cosquillas si estoy serio para sacarme las preocupaciones.

—¡Armin! —La voz de Eren irrumpe en mis pensamientos. Los ruidos de fondo –sillas siendo arrastradas y pisadas lejanas– me recuerdan que estamos en la biblioteca.

—Dime.

—No entiendo esta fórmula.

Me inclino hacia su lado para explicarle el problema de química y cómo debe usar esa ecuación. Mientras, un profundo suspiro se transforma en gruñido a nuestra derecha. No entiendo por qué Jean hace ese sonido cada vez que Eren pide ayuda.

El tiempo ha pasado rápido desde los últimos exámenes. Más de un mes. El viento arrastra las hojas de las aceras y trae consigo el inverno, secuestrando a su paso la fuerza del sol. Los días son más cortos y las noches más largas.

Nuestras agendas vuelven a estar plagadas de fechas importantes y Eren quiso unirse a nuestras tardes de estudio. Tiene que obtener buena nota en varios finales si quiere aprobar el trimestre, y yo le ayudo cuanto puedo.

En ocasiones me pregunto si Jean está celoso.

Luego aparto la idea. ¿Por qué iba a estarlo? Le cuesta tratar con Eren, eso es todo.

—Creo que ya lo entiendo. ¿Me explicas esto otro?

—El que tiene que estudiar eres tú, no Armin —interviene Jean. Me sorprende que llevara tanto tiempo sin hablar.

—¿Alguien te ha pedido tu opinión, cara de caballo?

—Estás molestando a Armin con tus estúpidas preguntas.

—Y tú le molestas con tus quejas.

Una acalorada pelea de susurros se prende entre ellos. Como siempre, el más perjudicado soy yo, que estoy sentado en medio de los dos. No es la primera vez y tampoco será la última. Desde que Eren empezó a estudiar con nosotros, este tipo de situaciones son habituales.

Poesía eres túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora