Lucy se había despertado aquella mañana, escribiendo aquella carta con lagrimas resbalando su rostro. Pero tenía que hacerlo. Tenía que irse por la seguridad de todos, no podía sacrificar a uno más de sus amigos. Recogió todas sus cosas y salió, Zeref la esperaba en una limusina frente al apartamento.

  —Espero que le hayas dado una buena despedida. —Zeref le comentó sonriendo. —Es probable que no le vuelvas a ver. —Cruzó sus piernas.

—... —Lucy se sentó en el otro extremo y sus ojos estaban tristes, mirando hacia la ventana.

—Tu padre nos está esperando en la mansión Heartfilia.  —Zeref comentó. —Estoy seguro de que sus brazos están abiertos para tu llegada. —Zeref le sonrió sarcásticamente mientras Lucy le ignoraba.

  —...—Lucy seguía mirando hacia la ventana. 

—Supongo que ahora no hablarás.  —Zeref suspiró.  Por la mejilla de Lucy se resbaló una mejilla.

  —Escucha, lo siento. ¿Está bien? —Zeref la miró. —No es que quiera hacerte esto, de hecho yo tampoco quiero casarme contigo.  —Zeref se encogió de hombros.

—¿Entonces por qué demonios lo haces? —Lucy por fin habló sin quitar la vista de la ventana.

  —Dinero. —Zeref respondió. 

  —No puedo creer que vayas a sacrificar todo por dinero. ¡Es algo inhumano! —Lucy le miró enfadada.

  —Ya se me ha arrebatado todo. —Zeref musitó. —Tampoco es que me importe lo que pienses. —Zeref regresó a su lado frío. —No me malinterpretes. No soy de acero, y lamento mucho lo que te han hecho.  Pero no es como si dejaré ir el dinero por ti.— Zeref sonrió.

  —Eres un desgraciado. —Lucy giró su mirada al cristal nuevamente.

  —Y este es solo el comienzo, mi querida Lucy. —Zeref concluyó sonriendo.


El viaje duró menos de 7 horas debido a que iban en vehículo sin necesidad de esperar trenes. Lucy veía como la ciudad desaparecía a sus espaldas. La limusina aparcó y Lucy bajó de ella al igual que Zeref. Al llegar vio la misma postura fría de su padre desde la ventana, Lucy tomó su mochila y subió a su habitación cerrando la puerta de un puertón.

 Ahí estaba otra vez, en las cuatro paredes sin salida. Empezaba a hundirse otra vez. Sabía que jamás saldría de allí otra vez. Entonces observando su habitación una vez más, ahí de pie, empezó a llorar. Extrañaba la ciudad, extrañaba a sus amigos, pero lo que más extraña era a Natsu. Sus abrazos, sus besos. Esto hacía que se rompiera en pedazos, la idea de no volverlo a ver la estaba destruyendo.

  —S..Señorita Lucy..—La ama de llaves tocaba a su puerta. 

  —...—Lucy se quedó en silencio.

  —S..Su padre quiere verla.—La señora musitó arrastrando las palabras.

  — ...—Lucy escuchó como se alejaba de su puerta. 


  —Lucy. —Zeref llamó a su puerta. —Hace media hora que te estamos esperando.  ¿Estás bie..—Zeref suspiró. Ella no estaba bien.

  —...—Lucy se quedó en silencio y Zeref abrió la puerta.

  —No hagamos esto más difícil. —Zeref tenía sus manos en sus bolsillos.  

  — ...—Lucy seguía acostada de espaldas en silencio.

  —Llorar no sirve de nada. —Zeref comentó una vez más. 

Salvavidas - Nalu.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora