Ocupados

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CAPÍTULO 41

No decidía.

«¿Vainilla o chocolate? La respuesta era muy obvia»

—Jos, quiero helado de chocolate, ¡Sí, chocolate!—exclamé sonriendo. Mi estomago pareció estar de acuerdo con mi elección. Jos sonrió y pidió el helado.

Nos encontrábamos en una pequeña cafetería cerca de la clínica esperando a que Amy me llamará para regresar y saber los resultados de mis pruebas de sangre.

—Espero que te lo comas, la vez pasada dijiste lo mismo con el algodón de azúcar y lo terminé comiendo yo—me acusó mientras me entregaba el helado.

—Lo dices como si no hubieras disfrutado comerte mi algodón de azúcar—le reproché sacándole la lengua y probé mi helado—. ¿Quieres?—le ofrecí.

—No amor, disfruta tu helado—me indicó sonriendo de manera tierna y deposito un beso en mi frente.

Las personas de la cafetería no dejaban de observar a Jos. Entendía que era imposible creer que un miembro de CD9 estuviera ahí y que fuera increíblemente atractivo, pero me incomodaba un poco.

—Con tantas personas viéndonos se me han ido las ganas de comer helado—susurré apenada.

—¡Jade! Dijiste que lo querías—me reprochó.

—Y si lo quería, es sólo que ya no..., ¿Quieres?—pregunté acercándole el helado y él suspiró.

—Tiremos eso y vayámonos. Los resultados ya deben de estar listos—dijo tendiéndome su mano.

Entre risas llegamos al consultorio, donde Hugo nos esperaba detrás del escritorio. La expresión de su rostro era indescifrable. No sabía si asustarme o alegrarme. Me confundía. Me tendió la hoja con los resultados y Jos la tomó pero parecía no entenderlos, así que reí ligeramente antes de quitarle de las manos aquel papel para poder descifrar lo que decía.

El papel reflejaba estabilidad, lo único extraño era que tenía la azúcar muy baja pero lo demás parecía estar en orden.

—Mis defensas están bajas, lo demás parece estable—dije confundida.

—Así es, comparando estos resultados con tus resultado anteriores podemos ver que no has empeorado, es como si te detuvieras y mantuvieras estabilidad, lo cual es bueno por ahora. Debemos seguir con el tratamiento, ¿Bien?—asentí con la cabeza en respuesta—. Todo va bien con tu enfermedad, nada de que preocuparnos—me informó. Jos y yo sonreímos. Me puse de pie para despedirme de Hugo, pero él me detuvo—. ¿Cuál es la prisa?—preguntó con un dejo de diversión.

«Era la primera vez en mucho tiempo que lo veía tan divertido»

—Pensé que ya me habías dicho todo—respondí confundida.

—No, aún debo darte algunas indicaciones—me informó riendo. Confundida tomé asiento nuevamente. Él empezó a escribir en un papel sin dejar de reír y Jos y yo nos miramos arrugando el entrecejo sin tener idea de que estaba pasando—. Jade, ¿Tienes veintiún años cierto?—me preguntó sonriendo con amplitud.

«Por supuesto que Hugo sabía mí edad, que me preguntara para rectificar era raro»

—Sí, pronto cumpliré veintidós—respondí confundida.

—¿Y usted?—le preguntó a Jos con interés.

—Tengo veintitrés—respondió confundido al igual que yo. 

«No entendíamos a que se debía todo esto»

—Supongo que no son tan jóvenes—murmullo Hugo para si mismo—, con practica y cuidados pueden estar preparados

—¿Para qué?—preguntamos ambos al unísono. 

Hugo rió fuertemente.

—Para ser padres. Claro, sí es que quieren tener al bebé—la expresión de mi rostro fue de sorpresa y pude sentir que mi corazón se detenía por una fracción de segundo.

«¿Había escuchado bien?»

«¿Padres?» 

Dirigí una de mis manos a mi boca mientras un par de lagrimas se deslizaban por mis mejillas.

«Claro que quería tener a ese bebé»

Nunca me había planteado la idea de ser madre y es que veía imposible esa posibilidad. Además con ese tratamiento tan fuerte nadie creería que una vida pudiera formarse en mi vientre, pero ahí estaba yo, embarazada y más feliz que nunca.

Giré mi vista hacía Jos, quien emanaba emoción de su rostro al igual que yo mientras sus ojos adquirían un brillo hermoso. Tomó una de mis manos mientras entrelazaba nuestros dedos y me dio un beso en mi mejilla.

—Seremos padres—susurró en mí oreja con emoción. Y supe que los dos queríamos lo mismo.

—¿Padres?—pregunté.

—Así es, Jade. Tienes cinco semanas de embarazo, lo que podría ser un mes y una semana más o menos. Esa es la razón de que estés "llenita" y de que estés pálida. Tu bebé necesita de mucha más energía y vitaminas de las que solías consumir. Él pobre no tiene suficiente y absorbe la tuya, con respecto a lo de cambios de humor, es normal, estás sensible. Tus hormonas están sueltas por ello te ocasionan un estado de sensibilidad increíble y los mareos debes saber que son normales en los embarazos—me informó riendo.

—No pensé que podría quedar embarazada—dije aún sorprendida.

—Jade, eres una mujer como cualquier otra. Sí, es cierto que tienes ciertas limitaciones, pero eres fértil. Al parecer tú organismo mejoró tanto en estos meses aumentando tus probabilidades de quedar embarazada, ¿Y usted?—le preguntó a Jos.

—¿Yo?—preguntó Jos aún sorprendido.

—Sí, usted. Sé que están comprometidos pero yo que usted estaría un poco asustado, no sabemos como puede reaccionar Raphael ante la idea de que usted haya embarazado a su hija—respondió Hugo y Jos sonrió con nerviosismo—. Muy bien Jade, aquí tienes las indicaciones. Te envié medicamentos para tus dolores de cabeza y unas vitaminas para que el bebé no te siga quitando energías. Te daré cita para dentro de un mes y te recomendaré a especialistas para tu embarazo, ¿Bien?—asentí con la cabeza—. Por ahora puedes tratarte con un obstetra pero luego te debo chequear para ver que tal va todo.

Jos y yo salimos en silencio del consultorio. Al estar en los pasillos de la clínica no pude evitar soltar un grito de emoción y abalanzarme contra él, enredando mis piernas en su cadera y mis manos en su cuello mientras él esparcía besos de manera efusiva por todo mi rostro.

—¡Seremos padres!—grité abrazándolo mientras una lagrima humedecía su hombro.

—Me harás el esposo y padre más feliz del planeta—me informó recargando su barbilla sobre mi cabeza—. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?—preguntó riendo.

—Es que estabas tan ocupado haciéndome el amor que no te dabas cuenta—bromeé.

—Y tu estabas tan concentrada disfrutándolo...—me informó riendo.

—¡Oye!—le reproché sonriendo de oreja a oreja.

Al bajarnos del auto frente a mi casa Jos trago saliva escandalosamente. Le asustaba como sería la reacción de mí papá. Yo sólo sonreía y tocaba de vez en cuando mi vientre aún sin creer que una vida se estuviera formando ahí. 

Finalmente habíamos llegado a un acuerdo: después de graduarme de la Universidad me iría a vivir con Jos y la boda sería en Cancún, donde nos conocimos. Me vería un obstetra en el la ciudad de México y Hugo seguiría siendo él médico de confianza que se asegurará de que todo estuviera en orden, como siempre. El siguiente paso era creerlo: un mini Jos estaba en camino.

Secrets | CD9Donde viven las historias. Descúbrelo ahora