Ángel

1.6K 140 2
                                    

CAPÍTULO 13

Alonso y yo entablamos una agradable charla en el transcurso de la cena. Casi todo era acerca de él y cada que intentaba hablar acerca de mí cambiaba de tema, pero no pude dejarlo pasar por mucho tiempo y finalmente me toco hablar acera de mí.

—... Así que me faltan unos cuantos años para terminar mi carrera de arquitectura, no me gustan los días lluviosos, trabajé como niñera durante mucho tiempo, detesto a los gatos, me gustan los jeans desgastados y los accesorios como las pulseras o collares, soy pésima cantando, nunca fui buena en matemáticas, pero extrañamente en física y química sí, mi sueño siempre ha sido volar y tocar el cielo y... ya, no sé que más decirte—confesé.

—Eres muy interesante—me informó mirándome con admiración—. Aunque sigo sin entender porque con una vida llena de personas que te quieres te empeñas en querer estar sola

—Es un secreto y aún no estoy lista para contarlo

—¿Nadie lo sabe?

—Nadie—afirme—. Duele, pero confesarlo involucraría causarle más dolor a las personas que me importan y no quiero lastimar a nadie—respondí encogiéndome de hombros.

—Si alguna vez quieres hablar de eso, quiero que sepas que aquí me tienes, disponible para ti siempre que quieras, dispuesto a hacerte sentir mejor—Alonso deslizó lentamente su mano sobre la mesa y la colocó sobre la mía, depositando delicadas caricias—, o al menos intentarlo—bromeó sonriendo ladeadamente y me miró fijamente a los ojos.

—Gracias—dije observando sus hermosos ojos y así de cerca, pude notar que eran verdes alrededor de sus pupilas y azules alrededor de sus iris. Eran únicos y sumamente especiales—. ¿Sabes? Cuando vine a esta ciudad pretendía estar totalmente sola, no esperaba encontrar a personas tan maravillosas como ustedes. A diario me pregunto como entre tantas personas en el mundo, logré coincidir con ustedes, pero aún no logro encontrar una respuesta

—Tal vez no la hay, quizás tu destino era encontrarte con nosotros—asentí con la cabeza y me planteé sus palabras dándole la razón.

Después de terminar nuestra cena seguimos conversando. Alonso era un chico increíble, una caja de sorpresas, un prodigio musical, divertido, loco, apasionado, coqueto, hermoso y muchos adjetivos más; tantas eran sus cualidades que si quería podía hacer una gran lista. Además, su compañía me agradaba mucho.

—Gracias por esta noche, Villalpando—dije mientras él ascensor se detenía en mi piso.

—Gracias a ti, Noboa. La pasé muy bien—me aseguró con su característica sonrisa ladeada—, ¿Te gustaría salir algún otro día?

—No lo sé, ya sabes lo que dicen: los buenos momentos no suelen repetirse—bromeé haciendo una mueca de lástima—. Y ahora que sé de lo tuyo con Jos, no quiero causar problemas en su relación—reí en silencio.

—Podríamos hacer una excepción—estaba acercándose poco a poco a mí, hasta que de la nada se alejó de golpe—, ¿Así que Jos es el problema?—preguntó sin rodeos. Su mirada emanó decepción por un instante, así que tomé esa pregunta en doble sentido y no pude evitar tensarme—. No te preocupes—suavizó su mirada y sonrió tiernamente—, Jos sabe que lo mío con él es especial y nadie lo puede arruinar—me guiñó un ojo y sonreí antes de acercarme a él para acariciar su cabello.

—Eres un gran chico, Villalpando—admití en voz alta.

—Como tú, Noboa—respondió detallando mí cara con su mirada—. Debo irme—susurró en mi oreja y al terminar de pronunciar la última palabra, Alonso se inclinó hacía mí y sin advertencia alguna atrapó sus labios entre los míos. Me envolvió en un delicado y dulce beso que hubiera correspondido de no ser porque en ese momento la imagen de Jos se atravesó por mí mente.

—Tú también, Villalpando—respondí separándome de él sin brusquedad. Lo miré fijamente a los ojos por unos segundos y él hizo lo mismo, sin decir nada. Le dí un beso en su mejilla y entré a mí habitación dirigiéndome a la ducha.

«Lo siento»

Dije mentalmente mientras me desnudaba. Necesitaba aclarar mis pensamientos y ordenar mis ideas. Los chicos de CD9 estaban creando en mí sentimientos indescriptibles. Con Alan me llevaba bien, era de esos chicos que con solo unos minutos de hablar con él podías sentirte en confianza y divertirte como nunca, era agradable e incomparable. Con Bryan aún no establecía una conversación completa, pero con el poco tiempo que compartía con él, le había tomado un gran cariño; era como el chico sexy que siempre te gusta pero que sabes que nunca será tuyo, en mi caso, el chico sexy que me hubiera gustado que fuera mi mejor amigo. Freddy era más especial, tenía carisma, era perfecto y lograba hacerme sonreír con tan sólo una palabra; cuando él no estaba conmigo sentía que me hacía falta, notaba su ausencia y no me sentía cómoda, lo cual me parecía extraño, ya que nunca había dependido de la presencia de nadie, y ese castaño me hacía necesitarlo.

Cuando estaba con Alonso, de alguna forma me hacía sentir en casa, cerca de todo lo que amaba, me hacía sentir cerca de mí. Cuando estaba con él, sentía un calor lleno de cariño y muchos otros sentimientos preciosos, su presencia me hacía sentir que nada era suficiente, por ejemplo: ese día, muchas veces había tenido el impulso de querer abrazarlo, lo cual hice sin dudar. Pero había ocasiones en las que un abrazo no era suficiente, lo necesitaba más cerca, tanto que incluso me pasó un segundo por la cabeza la idea de corresponderle el beso para saber que estaría para mí, como él lo había dicho y sentir que no se iría; lo cual me asustaba. Una parte de mí quería sentir por completo esa cercanía, pero otra parte de mí no quería hacerle algo así a Jos. Jos... ese chico sí que movía mí mundo, causaba en mí todo tipo de emociones, desde ternura hasta deseo y es que desde que lo conocí lo catalogué como adorable y dulce, claro que perfecto, sexy y hermoso eran palabras que también lo definían. Desde el día en que hizo que mí nariz parara de sangrar me hizo sentir extraña. Sus ojos siempre me mostraban un sentido de pertenencia, esas sonrisas que me regalaba mostrando su hermoso hoyuelo en su mejilla y cada mirada de sus ojos avellana me hacía suspirar. Luego estaba nuestra noche mágica, así había nombrado a esa noche y claro que la palabra mágica se quedaba corta con todo lo que había significado esa noche. Lo cierto, es que desde aquella noche él ocupó todos mis pensamientos y sueños. Una parte de mí trataba de olvidarlo para no aferrarme a ese ángel porque sí, ángel era la palabra que mejor lo definía, pero la otra parte de mí era aún mas grande y se encargaba de recordarme esa noche con frecuencia para que me diera cuenta de lo mucho que anhelaba pasar otro momento así con él. Parecía mentira que había sido yo quien le había advertido que no se enamorará de mí y ahora era yo la que se sentía enamorada de él.

Secrets | CD9Donde viven las historias. Descúbrelo ahora