Capítulo 15. Descanso.

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—¿¡Por qué no me avisaron antes!? —pregunté exclamando mientras apartaba grandes mechones violetas de mi rostro y movía el pie con nerviosismo—. Ni siquiera terminé mis maletas.

Luego de decir eso, la otra línea se mantuvo en silencio, y acomodé bien el celular en mi oreja pensando que si podría escuchar algo, pero los sonidos de fondo eran casi inaudibles. Mamá tardó un rato en responder, parecía que se había distraído con otra cosa.

—Bueno, hija, hablamos cuando llegues. Nos vemos.

—Pero mamá... —mis palabras se quedaron en el aire, ya que colgó apenas terminó de hablar.

Bufé alejando el celular de mi oreja para mirarlo, entonces lo bloqueé y lo guardé en el bolsillo de mi jean. Luego decidí levantarme para caminar hacia la puerta, me detuve allí y giré a analizar lo desastrosa que estaba la habitación, gracias a mí, porque yo era la que mayor tiempo la pasaba allí dentro, ya que mis compañeras decidían ir a dormir a otros cuartos.

Me faltaba poco para terminar de hacer mi maleta, así que intenté hacerlo sin distraerme. Pero era casi imposible con el celular vibrando todo el tiempo en mi bolsillo por los múltiples mensajes que me mandaba Aaron con tal de contestarle.

Ni siquiera era de tarde, estábamos cerca del mediodía, y no le había avisado cuando tenía que irme, y confirmar si podía salir.

Tenía muchísimas ganas de volver a salir con él, pero ayer, al llegar, le mandé un mensaje a mamá preguntando la hora a la que tendría que irme. No me respondió de inmediato, me llamó al otro día temprano para avisarme, despertandome con el tono de llamada.

Me incliné hacia la maleta ya llena y me dejé caer sobre esta mientras la cerraba. Suspiré con alivio al deslizar el cierre hasta cerrarla por completo, luego me levanté y sacudí las manos, adoloridas por haber hecho tanta presión en el cierre.

Volví a sentir la vibración del celular en mi bolsillo y lo ignoré pensando que era otro mensaje del castaño, iba a responderle cuando estuviera más calmada. Pero entonces la vibración se hizo continúa y supe que era una llamada, por lo cual saqué el celular de inmediato y, antes de responder, miré la pantalla iluminada mostrando el nombre de Caleb, mi hermano.

—Ya estoy abajo —anunció, sin saludar, en cuanto apenas acepté la llamada—. ¿Se supone que tengo que avisarle al director o algo así? —asentí con la cabeza de inmediato, pero luego quise golpearme al darme cuenta que claramente no podía verme.

—Sí —afirmé haciendo una pausa para caminar hasta la puerta —. Estaré abajo en un minuto —anuncié como despedida mientras abría la puerta, salí (olvidándome completamente de la maleta) y colgué la llamada.

Giré para cerrar la puerta y cuando iba a volver a hacerlo, escuché la voz de alguien que reconocía a distancia.

—Hola preciosa, te estábamos buscando... Y también a Edward, ¿lo viste? —negué con algo de confusión, pero aún así sonreí por su rara forma de saludar.

Levanté la cabeza para mirarlo, estaba acompañado de Adam, que sostenía un cono de helado en la mano al igual que Aaron, pero él llevaba en ambas manos.

—Es la primera vez que salgo de mi habitación en el día, así que no lo vi —dije haciendo una mueca—. Oh, hola Adam —saludé, él también intentó saludarme pero con la otra mano sostenía el celular. Pero le resté importancia y volví a mirar al castaño para decirle otra cosa :—. Siento no haberte avisado ayer, no me respondieron.

—¿Entonces...? —no terminó su pregunta porque parecía que había notado algo extraño, desvío su mirada hacia su mano con el ceño fruncido; el helado estaba comenzando a derretirse y una larga gota de este había llegado hasta su mano —. Maldición, ¿quieres el helado de Edward? No pienso sostenerlo hasta que se derrita, te lo regalo —con toda seguridad me lo tendió.

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