Capítulo 5

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Liam

Las cosas estaban calmadas en la oficina, así que tenía tiempo para pensar en la noche pasada. Le había dicho al jefe que Stiles estaba en una cita, cuando realmente sólo estaba poniéndose al día con un viejo amigo. ¿Cómo se suponía que tenía que saber que se volvería loco y lo secuestraría? Esperaba que algo así pasara, pero no tenía que ser culpado por eso. Además, le estaba haciendo un favor. Stiles no necesitaba salir con personas horribles como Theo, quien le ponía a su hermano nombres como El monstruo con problemas de ira. Imbécil.

Echarme a Danny Magellani era innecesario. El hombre seguía manoseándome. Por supuesto que eran caricias inocentes; no era lo suficientemente pervertido para violarme en frente de su hija y los tres enanos, pero aún así era espeluznante como el infierno. Cada vez que se reía y tocaba mi brazo, me encogía, imaginando las horribles cosas que él y su esposo querían hacerme.

Scott no había sido ninguna ayuda, el pendejo. Estoy seguro de que le había dejado una perfectamente buena polla parada, y él me agradece dejándome desprotegido frente a Magellani. Mi virtud estaba en peligro. Okay, no era exactamente inocente, y técnicamente no era virgen, pero realmente no creo que cuente si no recuerdas la mayoría de eso. Brett fue el primero y el último que consumió drogas conmigo. Aunque todo se había solucionado de la mejor manera. Él me presentó a Melissa, y ella me dio la patada en el trasero que necesitaba para salir de todo eso.

Mi estómago gruñó, sacándome de mis pensamientos.

—¡Wow! —dijo Isaac mientras caminaba por el pasillo—. Deberías alimentar a esa cosa —sonrió—. ¿Por qué no te tomas el resto del día libre? Has estado haciendo un trabajo genial. Lo mereces.

—Oficialmente eres mi jefe favorito—contesté.

—¡Hey!—gritó Jordán indignadamente desde su oficina.

—Sólo tráele mañana una barra de chocolate, y olvidará que dijiste eso—dijo Isaac.

—¡Mejor que sea una jodida barra de chocolate gigante!—gritó.

Reí—. Los veo después.

En mi camino a casa, conseguí una hamburguesa. De ninguna manera iba a cocinar. Prácticamente la engullí completa. Quizás estaba más hambriento de lo que creía. Tendría que ir a correr o algo más tarde, hace una semana que no hacía algo de ejercicio.

No vi el Jeep de Stiles estacionado en la parte de enfrente, así que asumí que no había nadie en casa. No era fan del silencio, así que puse a sonar mi iPod. Tenía de casi todos los géneros de música en la maldita cosa. La variedad era el condimento de la vida o algo así.

Fue pura coincidencia que Bowling for Soup's en la versión de "Li'l Red Riding Hood" empezara a sonar. Me paseé por la casa, sonriendo levemente cada que aullaban como lobos.

Cuando llegué a mi recámara, por hábito, tomé mis binoculares. Mi ventana tenía una buena vista a ciertas casas.

—Hola, Oficial Buenote. —Él estaba afuera, preparándose para cortar su pasto. Aparentemente, era una tarea que hacía sin camisa. Imaginé que si él se pasaba tanto tiempo en el gimnasio, lo menos que podía hacer era ser lo suficientemente educado para detenerme y apreciar la buena vista. Note que tenía un tatuaje en su espalda, pero se volteó antes de que pudiera distinguir de qué era.

Mi día no iba a estar completo si no lo fastidiaba un poco, así que me dirigí al espejo para asegurarme de que no lucía como mierda. Ahí fue cuando me di cuenta. La puerta de mi armario estaba cerrada. Esa mierda no era buena. Yo nunca la cerraba, y Stiles lo sabía bien.

Oficial buenoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora