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-Clary.-murmuró él, luego de que ella guardara silencio unos largos minutos, con sus ojos cerrados.
-Cuando cumplí los once años, no tuviste que pedir que me cantaran el feliz cumpleaños, todos lo hicieron. -susurró.-Como cada año. Y trajeron tres tortas, para que todos pudiéramos comer. Sé que hablaste con la cocinera y, por esas tres tortas, tuviste que sacrificar dos semanas de buena comida. Y yo reí cuando pediste otra porción, sin saber que tenías mucha hambre. Ese día, dejé que revisaran todos los regalos menos el tuyo. Quería abrirlo yo. Quería poder llegar a casa con un envoltorio intacto. Pero no me dieron opción. -dijo y lo miró, con el tenue brillo en las mejillas sonrosadas por el llanto.-Me arrebataron el paquetito y lo destrozaron. Otra vez abrieron todos mis regalos por mi, dañando algunos y confiscando otros.
-Ese año te regalé una pulsera. La hice yo mismo, con las cuentas de mi viejo rosario. Le tallé tus iniciales con la mejor letra que pude.-dijo y ella alzó su mano, dejando ver la pulsera.- Clary, nunca me dijiste que hacían eso. Te hubiera dejado abrirlos dentro. Te hubiera ahorrado todo eso.
-Yo solo quería llegar a casa y abrirlo, como vos pedías que lo hiciera. Quería, por una vez, poder hacerlo. Nunca lo logré, papá. -lloró ella.-Perdón por eso. Perdón por no poder hacer lo que me pedías.
-Clary...-murmuró.
-Yo solo quería... ¿Era mucho pedir que no lo hicieran en mi cumpleaños? Ya que no te dejaban venir a casa y compartir más de dos horas conmigo, ¿No podían dejarme abrir mis propios regalos?
《Tengo todos los pedazos de los envoltorios. Era difícil conseguir algunos porque ellos no querían darmelos. Solo me falta el último. Escribiste en él para mi y no me lo quisieron dar. No tengo nada que vos me hayas escrito porque me lo sacaron todo. Me arrebataron tus palabras. ¿Con qué derecho? No decías nada malo. No tenían motivos para arrebatatme más a mi padre. Me sacaban lo único que podía leer en las noches para sentir que estabas ahí. Y trataba de reescribirlo pero las palabras se me iban y nunca podía reconstruirlos. Ellos me privaron de cosas de las cuales no tenían derecho de privarme.
《Y es un tormento llegar a las tres de la mañana sentada frente a un papel que no llega a contener tus palabras. Mi insomnio se compone de palabras que flotan, intentando formar tus oraciones. Pero nunca lo hacen, ni van a hacerlo.


Últimas PalabrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora