Capítulo 21: En el que todos quieren mandanga.

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Desde aquella mañana, ni Pablo ni Pedro volvieron a saber el uno del otro.

Cuando Pedro leyó el mensaje de Pablo se sintió como Albert sin su droga, pero entendió su postura. No podía estar acercándose a él cada vez que algo malo le pasaba. Ahora, días después de descubrir que su mujer le engañaba con Echenique, había transportado sus cosas al piso de su madre, donde ahora residía. Su madre era esa clase de madre que siempre, por muy mayor que fuera, seguía viendo a su hijo como un niño, y aunque Pedro intentaba pasar la mayor parte del tiempo fuera de casa para no tener que lidiar con ella, había momentos, como en la cena, en las que no tenía otra opción que adoptar el papel de hijo de mamá. Y por su puesto, las madres siempre saben cuando a sus hijitos les pasa algo.

Mamá: - Ay, Pedrito, cariño, no te reconozco, sé que algo te pasa. Éste no es el hijito que yo tenía y hacía una pila de libros para subirse en ellos y dar discursos, o el que escondía revistas porno dentro de libros de política o el que se cuidaba en el gimnasio. Mira, ¡Hasta te está saliendo barriguita! - Dijo mientras ponía una mano en una tableta de chocolate que comenzaba a derretirse.

Pedro: - Mamá, piensa que es normal, mi mujer me ha engañado, estoy estresado con el trabajo, dentro de pocos días es el cara a cara con Mariano... Ya pasará todo, mamá.

Mamá:- Cariñito, a mí no me engañas, sé que te pasa todo eso pero aún así veo un brillo en us ojos de algo que no me cuentas, algo que te duele pero no quieres afirmar, no sé por qué motivo.

Pedro:- Nada, mamá, será cansancio. Si ocurriera algo ya lo sabrías... Al fin y al cabo eres mi madre.

Mamá: - Bueno, hijo, tómate la leche calentita y a la camita. Y no olvides pensar un poco más en ti y no tanto en lo que deberías hacer. Buenas noches.

Pedro sabía que en aquél momento no podía hacer nada. Sus sentimientos dependían de Pablo aunque eso le asustara.

Mientras tanto, Pablo también se había concentrado en el trabajo. Intentaba no pensar demasiado en Pedro, pues le había dolido en el alma escribir aquél mensaje, pero pensaba que tal vez haciéndose el difícil y haciendo pensar un poco a Pedro conseguiría que éste tomara una decisión clara por fin.

En la sede de Podemos todo seguía como siempre, tal vez con un poco más de trabajo desde que Íñigo había decidido repartirse el tiempo trabajando también como modelo temporal. Pablo admiraba a Íñigo, pues él era la única persona capaz de compaginar lo que quería con lo que debía, aunque últimamente había estado un poco más distraído también, por lo que un día hablaron sobre ello en casa de Pablo:

Pablo: - Íñigo, compañero, últimamente te veo sin hegemonía en tu body, eh...

Íñigo:- Lo sé Pablo. Es que... Verás, lo de ser modelo me está haciendo replantearme muchas cosas, no sé...

Pablo: -¿No será dejar la política? ¡Porque te meto un puñetazo que llevas el logo de Podemos en el ojo para toda la vida! Jajaja...

Íñigo:- No, no es eso, tranquilo. Es tan sólo que tal vez me esté aburriendo un poco  de... lo mismo y quiera probar nuevas... estrategias. Pero sólo probar porque en la vida hay que vivirlo todo, que mis 'estrategias' las tengo claras...

Pablo: - Te refieres a... con...?

Íñigo:- Me refiero a simplemente probar algo nuevo, cambiar un rato el núcleo del núcleo irradiador... ¡Coño, sí, acostarme con un hombre!

Pablo, al escuchar lo que quería que Íñigo dijese, cambió su expresión a una mirada picarona.

Pablo:- ¡Qué bonito que digas eso! Pero conmigo... En fin...

Íñigo puso gesto de asco. Quería mucho a Pablo, pero era el típico colega de toda la vida. Con tan solo imaginarse en una cama haciendo la cucharita con Pablo y el detrás, oliendo su pelo Pantene, se le revolvían las tripas...

Íñigo: Nono, tranquilo que no... Jajaja. Sólo te pido ayuda. Por si se te ocurre algo. Porque sé que entiendes de estos temas. No es una decisión que haya tomado al cien por cien, pero sí que me gustaría cambiar un poco la... hegemonía. 

Pablo le dijo que pensaría en ello.

Mientras tanto, Juanqui había ido a mostrar las pruebas de Twitter a Albert y a su gatita, con la mala suerte de que les encontró en plena tarea en la casa de Soraya.

Juanqui:-¡Chicoooos, por favor, traumita a'mi body...!

Soraya: - ¡Sigue Albert, sigue!¡Más fuerte, como con la fuerza que echarías a un desahuciado de una casa que no paga!¡Así, así!

Juanqui: - Amoreeees, que hay un gay en la casa y esto no le pone nadaaaa, es más, le da ascoooo...

Albert: - ¡Ay joder Juanqui!¡No te había escuchado llegar! ¿Qué quieres?

Y Juanqui explico todo el movimiento shippeo de Twitter y su posible veracidad. Obviamente Soraya y Albert se rieron en su cara.

Albert: - Jajajajaja, ¡Peblo! , madre mía Juanqui, como sigas así van a ir mal las cosas eh...

Juanqui: - Perdona pero conozco a mi cielín, y esto puede ser cierto... 

Albert: - Jajaja ¿Y quién lo dice?¿Sólo tú?

Juanqui:- Pues no, Garzón también me ha ayudado...

Albert: - JAJAJAJA ¿GARZÓN? ¡Pero si ese está más solo que UPyD! Mira, te damos otra oportunidad, pero por favor, se serio. O al menos, no sé, si eso llegara a ser cierto busca una manera de demostrarlo... ¡No sé que quieres que te diga!

Soraya: - ¡Albert, vuelve aquí ya, tu gatita rabiosa te está esperando!

Albert volvió a la habitación y Juanqui salió de la casa. Pero no sin una idea. Sabía como probarlo. Tenía una idea. Y es que conocía los puntos débiles de Pablo, y sabía que uno de ellos era el buen sexo.



Peblo, un amor imposible.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora