Capítulo 16: Te dejo mi corbata como devolución de Hacienda.

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Capítulo 16: Pablo

Pablo despertó entrada la mañana. Pedro ya no estaba allí. Miró por la ventana. Era un día nublado, el invierno estaba llegando, y con él, el día de las elecciones. Y él estaba cada vez más distraído. Debería llamar a Errejón y terminar de hacer el trabajo que ayer no terminaron, pero se veía incapaz:

Esto es preocupante. Debería empezar a centrarme en la campaña, en el partido, en la remontada, y olvidarme de Pedro. Antes del amor y los sentimientos tengo que defender las siglas de un partido que tanto necesita la gente. Soy Pablo Iglesias, y la gente confía en mí. ¡No puedo fallarles, tengo que mostrarles que Naranjito no es la opción del cambio!. El partido antes que los sentimientos, joder.

Al pensar esto, recordó a Juanqui. A como él decía lo contrario cuando estaban solos para convencerle de que lo suyo era amor. "Antes del partido están tus sentimientos, cielín" le susurró aquél día mientras se besaban apasionadamente en los baños del KFC de Vallecas. Había pasado casi un año de aquello, y recordaba esos tiempos más pacíficos, tal vez porque lo que sintió por Juanqui no era tan fuerte como lo que sentía ahora por Pedro.

Y es que no sé si alguna vez habéis estado enamorados de alguien que no debéis, pero Pablo sentía que estaba viviendo exactamente eso. Que debía alejarse de él, y eso intentaba, cada día, cada hora, cada segundo que pasaba... Intentaba evitarle siempre que podía, intentaba no tener que hablar con él, no mirarle, mantenerse frío... Pero cuando coincidían en lugares públicos, como solía pasar por ejemplo en TVE, no podía evitar volver acercarse a él aunque fuera incorrecto. Casi como un imán a su opuesto, o como una chica de Izquierda Unida a Alberto Garzón. Cuando estaba cerca todo su morado mundo se venía abajo y en su interior crecían nervios rojos que sólo tenían miradas hacia los ojos de Pedro. Hacia la forma de su cara, sus tonterías con las señoras. Hacia su manía de hacerse el machirulo o mandar callar. Y perdido así en él, ¿Cómo no le iba a escribir por Whatsapp?¿Cómo no le iba a mandar su discurso aunque fuera una locura?¿Cómo no le iba a besar cuando estaban a solas en su casa? Y, lo más difícil de todo, ¿Cómo iba a estar ahora después de haberle subido impuestos en ropa, haber pasado la noche que habían pasado? Algo le decía que la Deuda Pública de su corazón había crecido después de esa noche... Y no tenía ni idea de como pagarla.

Se levantó y se dirigió a la cocina. Allí, encontró una nota:

"Lo siento Pablo. Lo siento. Me da igual lo que pasara ayer. Quiero centrarme en lo que debo. No sé cuando ni como, pero tal vez algún día, dentro de un tiempo, cuando todo esté tranquilo puedas devolvérmela. Tómala como una devolución de Hacienda tras la declaración de la Renta."

Y junto a la nota vio su corbata. Su corbata roja. Aquella que ayer mismo fue la primera prenda que dejó su cuerpo.

La abrazó. La abrazó con todo el amor que se puede abrazar a una corbata. Qué curioso que cosas tan pequeñas lleguen a tener tanta importancia... Tras un minuto o dos, la dejó con cuidado y se preocupo porque no tuviera ninguna arruga. Ahora era el objeto más preciado que poseía. Y lucharía por él, por hacer la devolución de Hacienda que Pedro tanto merecía. Por cambiar las cosas para hacer, en la medida de lo posible, que partido y corazón fueran compatibles. Y no tenía ni idea de cómo, pero sí tenía claro que el primer paso sería dejar las cosas totalmente claras a Juanqui, pues él era el que anoche había complicado todo. Por su culpa Pedro, su verdadero amor, pensó lo que no era verdad.

Que hijo de puta fue Juanqui ayer, hoy se va a cagar...

Y con todas las emociones vividas en esa mañana, Pablo cogió el coche para dirigirse a su casa.

Le voy a dejar las cosas bien claritas. Si hace falta le bloqueo en el móvil, ya me está tocando los cojones, y lleva así desde hace demasiado tiempo. Hemos acabado y no sé por qué no lo acepta, pero una de las cosas que más me molesta es ÉL. ÉL, todo el tiempo. Que si cielín, que si mierdas... ¡Sólo fue sexo! Quizá al principio le quise, pero lo que siento por Pedro no es comparable a lo que sentí por el, joder. Y voy a arreglar las cosas... Vaya si lo voy a hacer...

Bajó del coche. La puerta del portal estaba abierta, lo que le pareció extraño al tratarse de un edificio en medio de Chueca, en medio de Madrid. Subió la escaleras y llamó al timbre.

Nadie contestó, pero Pablo se fijó en que dentro había luces encendidas.

Pablo:- ¡Juanqui, no juegues conmigo, sé que estás ahí!

No hubo respuesta.

Pablo: - ¿Juanqui? ¿Ayer jodiéndome a mensajes y hoy no das la cara?

Juanqui: - Ay, per... Perdona Pablo... Estaba... Estaba guardando ropa, y ya sabes lo cuidadoso que soy... No.. No te había escuchado...

Pablo:-Sí, lo sé. ¿Quieres abrirme? Tenemos que hablar.

Juanqui: - Ahora... Ahora no puedo...

Pablo: -¿Qué?¿Cómo que no puedes?¿Estás jugando conmigo?

Juanqui:- No, no es eso... Es que... Es que estoy sin arreglar y bueno...

Pablo: - ¿Que estás sin arreglar? ¡Madre mía, Juanqui! ¡Anda que no te habré visto desarreglado veces! ¿Qué está pasando? ¡Me estás tocando mucho los cojones!

Juanqui: - Lo... Lo siento Pablo.

Pablo:- ¿Pero qué coño te pasa? ¡Bueno, mira, ni me importa, era sólo para decirte que no me vuelvas a escribir, que no quiero saber nada más de ti y que a ver si te vas enterando de que hemos terminado! ¡Sí, TER MI NA DO! ¡TER MI NA DO, Juanqui! No más cielín, no mas stalkeos y ni se te ocurra aparecerte por la sede en un tiempo. Ya me has jodido bastante, y estuvo bien en su día estar contigo, pero esto es el fin. Así que ale, pásalo bien con tus ropitas. Yo me piro.

Bajó las escaleras y se fue.

Lo que no sabía era que dentro de la casa de Juanqui estaban en aquél momento Albert y Soraya.

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Capítulo dedicado a Nils (multinilsnils), por ser él un Pedro imposible.







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