29. El odio hace el amor II

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La verdad, es que ellos nunca lo habían imaginado así. El odio aparente que ambos tenían hacia el otro en un principio había quedado muy en el fondo del olvido. Porque ahora, la molestia que Frank tenía consigo por haber sentido algo más que querer con el tipo arrogante de al lado, se manifestaba en todo menos en molestia. Atrás había quedado en transformar una máscara como lo había hecho acostándose con Matt. Gerard por su lado jamás se imaginó que el amor fuese así, así de doloroso y así de excitante o así de real.

La respiración de ambos se había dificultado y sus brazos ya habían explorado por completo el cuerpo del otro, la habitación parecía cada vez más oscura y calurosa. Sus maletas que habían quedado casi en la puerta de la cabaña podrían irse al mismo infierno, al igual que los tipos de recepción porque Gerard tenía en frente a su vecino, todo para él. Y sonrió con sus pequeños dientes tomándolo de la cintura pegando sus cuerpos, para dejarse caer contra Frank sobre la cama.

Ahora los finos labios de Gerard estaban besando el cuello tatuado, bajando por sus clavículas también tatuadas por la primer banda punk de Frank, quien cerraba sus ojos al tacto, y cuando su pecho rozó el sexo del castaño un gemido pequeño se dejó escuchar. Gerard pasó su nariz en el bajo vientre por la hilera de bellos castaños del más chico, mordiendo una de las golondrinas frente a él, probando su salado gusto a sudor. Las manos de Frank aferrándose a las sábanas cuando no estaban en el pelo negro de Gerard, intentando aplacar el placer que de apoco iba creciendo. En un movimiento rápido el pelinegro se colocó entre sus piernas tatuadas y se acercó a él un poco más si era posible, dejando caer su peso en su pecho besando sus labios sonrosados.

-Frank... - pero al igual que había hecho él, el castaño le cerró la boca con sus labios al momento en que elevaba la cadera hacia el sexo de Gerard.

-No digas nada. - su voz sonaba algo rota sobre los labios contrarios, porque tenía miedo de ser solo una persona más en su vida o peor, en su jodida cama. Frank mordió sus labios mirando de cerca la respingada nariz del pelinegro seguido de sus labios perlados. - Vamos, Gerard. - animó con su cadera apoyando su pierna derecha en la espalda baja de Gerard, dejando caer la otra a su costado izquierdo.

El pelinegro le miró con una pequeña sonrisa moviéndose un poco más cerca, llevando la punta de su sexo hacia el interior del castaño, que apenas y sintió aquél tacto dio un respingo pequeño tomando de los mechones negros, ambos se miraron y Gerard frunció el seño. Antes de abrir la boca Frank apoyó la mano izquierda sobre su pecho, haciendo que Gerard caiga de espaldas en la mullida cama. En un rápido y torpe movimiento, Frank se sentó sobre las piernas contrarias ayudándose con las rodillas pegadas a las caderas y apoyando sus manos a cada lado de la cabeza de Gerard. Las manos finas y blancas se posaron ahí sobre las suyas. Frank se recostó sobre el torso del pelinegro y levantó sus muslos para tocar con ellos el pene erecto de Gerard.

Y cuándo menos pensó, Gerard había levantando su cadera hacia él, penetrándolo por completo de una sola estocada, todos sus músculos se tensaron al sentir un tirón pequeño en su interior seguido de otro y uno más fuerte. La realidad era que había estado solo con Matt, y él no habia sido el pasivo.

Cerro sus ojos apoyando su frente en el hombro contrario apretando las sábanas a los costados de la cabeza pelinegra y cuando las manos de Gerard comenzaron a guiar un ritmo lento de adelante hacia atrás desde su cadera dejó salir un jadeo ahogado contra la blanca piel.

-Frank... - murmuró Gerard con la voz ronca, elevando sus rodillas para tener un mayor alcance al interior de Frank que solo podía moverse torpemente intentando darse placer e impulsándose con sus brazos hacia el sexo que arremetió dentro de sí con fuerza.

Y volvieron a besarse, comiéndose la boca con sus lenguas, mordiendo los labios contrarios cuando podían. Las estocadas aumentaron cuando Frank dejó de sentir aquél ardor característico por la distracción del rose de su pene contra el estómago de Gerard.

El pelinegro seguía con ambas manos en su cadera marcando un ritmo más rápido y certero. Sentía las piernas de Gerard contra su trasero golpeando cada vez que se impulsaba hacia atrás.

Un pequeño vertigo comenzó a subir por su espalda cuando Gerard llevó los labios a su cuello y las manos viajaron a su pene, masturbándole con prisa.

-Ah... - se quejó mirando la boca contraria que rápidamente mordió, elevando su cuerpo solo un poco para dejar más espacio para la mano de Gerard que no dejaba de moverse. Los ojos avellana miraron de nuevo aquellos labios y los besó con fuerza solo apoyando los suyos, siendo respondido con más estocadas que mandaban más y más sensaciones de vértigo a su corazón. A milímetros de los labios contrarios murmuró, - te amo tanto, Gerard.

-Tanto Frank.. - habló el pelinegro como pudo, la sensación de placer que cruzó por todo su cuerpo al sentir el caliente interior de Frank le hizo gemir y soltar aquellas palabras que tanto miedo le daba pronunciar. - Mierda, te amo.

Apenas y Gerard musitó aquello, Frank dio una última estocada hundiéndose de lleno él mismo contra las piernas de Gerard ayudándose con la fuerza de sus brazos para mantenerse allí, dejando que el pelinegro gima arqueando su cuerpo apretando su cadera, su corazón comenzo a latir rápidamente al momento en que la mano de Gerard que estaba sobre su intimidad quedó pegajosa con su propios fluidos.

Frank se dejó caer contra el pecho de Gerard sintiendo lo pegajoso entre ambos torsos mientras el pelinegro dejaba que la presión del interior de Frank le dejase llegar al orgasmo de una manera en que jamás pensó sentir. Eso era peor que una droga, más adictiva, más mortal.

Gerard sintió su corazón latir desaforadamente al igual que su intimidad que caliente rebotaba en las paredes del castaño que solo podía intentar calmar su respiración contra la blanquecina piel.

Frank le abrazó con fuerza pasando sus brazos por el cuello de Gerard, arqueando su espalda para finalmente dejar el contacto con la intimidad del pelinegro, sintió caer desde su entrada hacia el interior de sus rodillas un pequeño hilo de calor pero antes de decir algo, miró los ojos de Gerard observándolo fijamente y con una sonrisa en sus labios. Se sonrojó cuando el pelinegro besó sus labios bajando sus piernas por completo estirándose en la cama. Frank hizo lo mismo solo que dejó su cuerpo completamente recostado sobre el de Gerard. El castaño volvió a apoyar su cabeza en el hueco del cuello contrario respirando normalmente, sintió los dedos del pelinegro acariciar lentamente su columna.

-¿Frank? - el castaño había cerrado los ojos y el pelinegro quiso averiguar si estaba dormido. Escuchó un pequeño 'mmm', y habló de nuevo con el corazón en la boca sintiendo el olor natural de Frank en su pelo que estaba contra su respingada nariz. - te amo.

Frank no contestó, solo sonrió apretando el torso del pelinegro dispuesto a dormir sintiéndose dichoso y feliz. Muy feliz.

Ambos con un solo pensamiento en sus cabezas. Se amaban, y se habían amado. Lo que ambos compartieron en un momento fue la incertidumbre del después.

Pero no habia tal.





Espero que les haya gustado, hace muuucho que no escribo algo así. Nos leemos en unos días y FELIIIZ 2016!!!!!

Tomatazos y estrellitas bienvenidxs.

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora