Prefacio

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"El odio hace al amor"

Todos tenemos un vecino molesto, ya sea por los gritos, olor a alcohol o fiestas, ladridos, televisión muy fuerte o en este caso golpes de cama hacia la pared.

El departamento del centro de Jersey parece un lugar tranquilo para vivir, estudiar y descansar después de dejar a su madre en la costa del mismo estado.

Todo se ve irrumpido una noche en la cual, Frank Iero dormía tranquilamente y fué molesta y brutamente despertado por gemidos y golpes a la pared de su habitación.

Ofuscado tapó sus oídos con la almohada, pero éstos seguían.

Sonrojado hasta los pies y furioso fué a ver al maldito que no lo dejaba dormir. No antes, claro sin ponerse una camisa, ultra arrugada que encontró en una de las sillas del comedor. Era la prudencia desde el principio.

Llegó a la puerta marrón, y miró el número ahí 22.

"El loco" pensó, al recordar a su madre jugando a la lotería, miró a la puerta de nuevo y escuchaba claramente gemidos e incoherencias que no dejaban lugar a la imaginación.

Tomó un respiro esperando respuesta alguna, revolvió su pelo y miró sus pies, solo ahí se dió cuenta que estaba en bóxers y acompañado de una camisa manchada de café.

Tocó dos veces, pero nadie atendió, se notaba que estaban teniendo algún tipo de diversión ahí dentro.

Tocó insistentemente y gritó - ¡Maldita sea, cállate un momento!

Los gemidos pararon y se escucharon un par de risas y una voz de mujer que dijo - ve a abrir al enano.

Frank frunció el seño, no por su apodo sino, porque no sabía en qué momento lo habían visto, ya que el tipo de al lado - suponía - se había mudado un día antes.

Escuchó unos pasos y la puerta se abró delante de él.

Dejándo ver un torso pálido y con unas cicatrices en el bajo vientre tapado por una toalla negra, siguió su mirada por el torso y sentía como sus mejillas se acaloraban, miró finalmente su cara, y lo que más le llamó atención no fué la ceja levantada del hombre más alto (mucho más alto) y fornido que él, sino sus ojos verdes.

Pura y exclusivamente verdes.

Estaba perdido, lo sabía. Maldita sea.

Mucho tiempo después se daría cuenta, que el odio hace al amor.

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora