Palabras

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El golpeteo insistente de algún puño en la puerta de su departamento le hizo bostezar otra vez. Parecía que había dormido algo así como cinco minutos, y restregando su nariz en la almohada estirando todo su cuerpo, escuchó la voz de Gerard que le llamaba desde la puerta.

-¡Ya voy! - la voz no salió como él hubiese querido, salió como si no la hubiese usado en miles de años, sin embargo abrió sus ojos viendo el sol de la tímida mañana asomarse como tantas veces, por su ventana. 

El puño insistente de Gerard no dejaba de sonar en su puerta por lo que con pereza se levantó de la cama sacando por último la cabeza castaña de su almohada.

-¡Ya voy Gerard! - su voz salió como el gruñido de la fea película de Monsters Inc, Frank frunció el seño al abrir la puerta de su habitación después de hacer tal estúpida comparación. - ¡Que voy, hombre!

Frank cruzó la sala donde la mesa estaba en medio a un lado del sillón y finalmente se miró a si mismo con solo su pantalón gris pero ante la insistencia abrió la puerta de golpe, dejando que el viento de la fuerza con la que abrió le golpee la cara.

Alzó su mirada de sus pies desnudos y Gerard estaba fatal, sus ojeras se marcaban y sus ojos estaban algo así como vidriosos por la falta de sueño, Frank sintió ternura mezclada con enojo. - ¿Porqué estás despierto a ésta hora? - preguntó tomando una de las tazas de las pálidas manos para finalmente abrir la puerta y dejar que el pelinegro pase a su hogar. Una vez hubo cerrado la puerta, Frank se volteó y rápidamente sus labios fueron apresados por los finos y algo fríos de Gerard. Un pequeño saludo que le acarició el alma más allá de su incomodidad.

Después de eso, Gerard se tomó su tiempo para caminar hasta la silla arrastrandolos pies, estaba cansado, había trabajado hasta recién y sus pestañas no se había pegado en veinticuatro horas, entonces al ver la cara de confusión del más chico, Gerard sonrió enormemente respondiendo - ¿No que íbamos a desayunar?

Y Frank no supo si comerle la boca a besos, o insultarle por no dormir y descuidar su salud, por lo que solo atinó a decir ladeando un poco su cabeza , - Buenos días, Gerard.

Los dientes pequeños aparecieron de nuevo llenos de felicidad, al igual que sus ojos que algo achinados demostraban su cansancio, su cabello negro enmarañado caía sobre sus orejas, y la palma de su mano sostenía su cabeza con el codo apoyado vagamente en la mesa de Frank.

-¿Cómo estuvo tu día?

Frank soltó una risita algo burlona, y se acercó a la cocina donde su fiel paquete de Oreos estaba allí. - La verdad, mi día recién empieza Gee.

Ambos voltearon a verse, Gerard con una ceja alzada y la taza en su boca mientras Frank solo tomaba asiento frente a él. Ambos iluminados por el sol de las seis y media de la mañana de un jueves. El castaño se deleitó cuando el pelinegro sorbió de su taza con los ojos cerrados y con un poco de miedo preguntó, - ¿Cómo estuvo tu noche?

Confiaba en Gerard, o lo intentaba, era todo demasiado reciente y si bien no le había perdonado del todo, iba a hacer el intento de comenzar de nuevo. Esperaba que ambos hicieran el intento.

Los ojos mieles le miraron al tiempo que la taza blanca era apoyada sobre la mesa de madera. Frank abrió el paquete de galletitas acordándose repentinamente de Jamia. Eran demasiadas Oreos para un solo organismo.

-Bien... - la mano de Gerard viajó a su propio ojo, rascando e intentando sacar el sueño que le empezaba a atacar. No quería dormirse si Frank estaba ahí. - ¿Podrías creer que un tipo me pidió un vaso de leche tibia?

El café que estaba pasando por la garganta de Frank se atascó con violencia cuando la risa no salió. Tosiendo, comenzó a darse aire con amvmbas manos, la risa y su cara roja no funcionaban juntas. Vio como Gerard se paró rápidamente para ir junto a él y posicionarse a sus espaldas, golpeandole allí con delicadeza, solo para que la respiración de Frank vuelva a ser la misma.

El odio hace al amor |Frerard| TerminadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora