Capítulo 5.4 Alce

41 5 4
                                    

Al pasar de nuevo por el pasillo sentí que me desvanecía, parecía que todo a mi alrededor se derrumbaba, el suelo era como el del ajedrez, blanco y negro de cuadros, se iba tornando en un remolino en el que yo comenzaba a deslizarme, lentamente, como sin poder hacer nada, me quedé de brazos cruzados a la expectativa de saber que pasaría, pero esta alusión a querer sentir que la tierra me tragaba no era muy poderosa, no tenía la suficiente fuerza como para convencerme de caer, entonces me levante, tratando de disimular a la gente que tenía a mi alrededor que nada había ocurrido, levantando mis rodillas y siguiendo el paso firme al infinito. Mis amigos ya no estaban allí y tras contactarme con ellos descubrí que se habían ido a clases, no sabía qué hacer. Antes de desesperarme por sentirme molesto y frustrado por la escena que acababa de vivir, decidí sentarme en el primer banco que vi, intentando no pensar más en lo que había ocurrido, seguía sin conseguirlo.

Comencé a ver el mundo que me rodeaba, como una fantasía hacerse realidad, como una acción volverse repetitiva, comencé a sentirme sentado en aquella paradoja, como si de alguna forma todo cambiase a mi alrededor por el simple hecho de tomarme un momento para mirarlo, las personas caminaban por el patio central que conectaban los pasillos, tranquilamente, se notaba que no estábamos en época de exámenes, con sus teléfonos a la mano, la comunicación visual irónicamente no existía, las miradas cómplices o las sonrisas sinceras, por mi parte comenzaba a sentirme iluminado y no solo por la luz del sol, comenzaba a sentir que de alguna forma todo mi alrededor, mi contexto cobraba sentido, relevancia, significado.

Ver a estas personas moverse me hacía sentir débil, me hacía preguntarme a mí mismo como era posible que todos supieran a donde tenían que ir y yo era el único que debía permanecer sentado aquí para evitar caer en pensamientos dolorosos. A pesar de que todos caminasen en línea recta, y no tan estresados en el ambiente se podía sentir la hostilidad, todo se sentía muy objetivo, como con la necesidad de que algo fuese concretado este y todos los días de mi existencia y por supuesto de la de mis compañeros, como si todos esperasen a terminar su clase, su jornada de trabajo, su día, su vida.

El respirar se había convertido en un lujo innecesario, inconsciente, al igual que lamentablemente pensar, y de eso me estaba dando cuenta. Los profesores bajaban las escaleras más preocupados de cómo pagar sus lujos que de como encontrar la cura al cáncer ¿cómo podían ser tan egoístas?

Supongo que es algo contraproducente pensar que puedes cambiar el mundo bajando unas escaleras, o pensar en cosas tan complejas y ajenas a uno como el cáncer, supongo que mis problemas eran demasiado cercanos a mí igual que cada uno con los suyos, pero eso no significaba que no pudiésemos alejarnos de nosotros por un segundo. Seguía mirando de cerca los movimientos de la gente, y la idea de que se movían por inercia se me hacía más parecida a la de trabajar por trabajar, ¿de verdad vivíamos por vivir? Me parece que la mera complicidad de la vida es tan difícil de entender que nos perdemos en el camino del momento para vivir del objetivo, pensamos demasiado en el futuro que jamás podremos predecir.

Cuestionarme el estar sentado allí no era lo difícil, lo que me parecía fascinante era pensar que estudiaba esta carera solamente por satisfacer mis propias curiosidades, mis inquietudes y cambios de estado de ánimo, tal vez si tenemos mucho que ver con el imprudente comportamiento animal. Sentir que estudiaba para graduarme para seguir dando pasos a ninguna parte o hacia una casa llena de recuerdos muertos barnizados con recuerdos de valor inexistentes más el que recurrir a la horrible melancolía seguían dándome miedo ¿vivimos para recordar? El éxito era tan mencionado por aquellos y estos tiempos que no sabía si acercarme para ser salpicado por la envidia o alejarme para ser enterrado por el desprecio. Todos los caminos confluían y terminaban en un solo punto de enfoque, la ruta.

De repente todo estaba dirigido a ser recorrido por recorrer, el laberinto no tenía salida, por que no lo era, simplemente era una línea curva a la que daría vueltas miles de veces, sin perder la cuenta de cuantas vueltas, vómitos o mareos pasase, seguiría viviendo pensando que algún día el círculo se rompería para descubrir algo nuevo.

Sentirme frustrado porque la gente a mi alrededor y yo mismo caminábamos por inercia me hacía sentir diminuto, como si mi existencia fuera un cero a la izquierda multiplicándose por números primos, que jamás aportarían un resultado, un valor añadido a lo que el conjunto de la humanidad llamaba evolución.

Ese profesor me había hecho sentir por un momento exactamente así, como si de nuevo pudiese criticar mi forma de ser, pero al ver que el círculo no se rompía debí hacerlo yo, tal vez el siga en la misma línea del pasado, pero yo tampoco quería cerrarme a las posibilidades del mismo y del venidero, y pensar que mi generación era la causa del sufrimiento del presente y el futuro, me hacía sentir desafortunado y responsable, pero evadir las responsabilidades de mis acciones y en su defecto la de todos mis contemporáneos no nos haría más cobardes sino más señalados, nadie quería aceptar el sacrificio que consistía el éxito, pero todos querían refugiarse en el fracaso de los demás para no sentirse tan miserables.

Levantarme de aquel banco no era una opción, era una posibilidad, quedarme allí para siempre pensado en lo que pude ser o lo que fue, como todos los objetos de mi casa, o de un salto comenzar a erradicar todos aquellos pensamientos inquietos e interminables de auto sabotaje, tal vez estudiar historia por el momento no ayudaría a nadie más que a mí, pero como el pensamiento jamás buscado de bajar unas escaleras pensando en la cura del cáncer, era interesante pensar en que medida conocer mis raíces podía acercarme a destruirlas, a reinterpretarlas o a utilizarlas como un arma liberadora de verdad utópica y sabiduría inalcanzable. Moverme sin sentido por la vida era un error, pero quedarme sentado esperando a que algo pasase, a que mi círculo se moviese por mí, era el peor recurso de supervivencia que tenía almacenado en mi conciencia.


/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

PREGUNTA : ¿vives por inercia?

/////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////////

¿Qué te pareció el capítulo? Coméntalo aquí abajo

¿Te gusto? No olvides votar

¿Quieres seguir leyendo? Incluye humanimales a tu lista de lectura

¿Quieres que tus amigos lo lean? Pulsa compartir

¿Quieres que actualice más rápido? Utiliza la etiqueta #Humanimales

¿Te gustaría leer más historias? Sigueme





Humanimales #WattysWhere stories live. Discover now