1. Gracias

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Diciembre 2009

Su cuerpo se movía con rapidez, huyendo de aquellos perros que intentaban quitarle la poca comida que había conseguido en todo el día, su corazón latía a mil por hora, temiendo caer y ser la comida de los perros, al igual que él, morían de hambre. La temperatura había bajado tan extremamente ese año, el solo respirar le costaba trabajo. 

Esquivaba con agilidad a las personas las cuales no perdían la oportunidad de gritar cosas hirientes, él solo se disculpaba con esas personas y les regalaba una sonrisa inocente, se metía por calles hasta llegar a una gran cerca de fierro el cual logró saltar en solo dos movimientos ágiles de pies.

El pequeño pelinegro por fin se pudo escapar de los canes, respiraba agitado, dio una pequeña sonrisa a la nada, subió su mano a su mirada para ver su premio; una pierna de pollo a medio comer.

Él se sentía feliz con tan poco, limpió la tierra que se le había impregnado al alimento y le dio una gran mordida, al instante abrió sus ojos con una expresión de remordimiento, quitó los dientes de la rica pierna para luego verla.

—Ya será para la otra —dijo. Metió su mano en su bolso del pantalón, encontrando un pedazo de papel, lo envolvió para luego volverlo a introducir.

Observó el lugar en donde estaba, las calles estaban vacías, a unos metros más se encontraba un restaurante de comida rápida, lo sabía porque siempre había querido ir a comer ahí, él oía a las personas decir que siempre la comida estaba muy deliciosa y que el cocinero era un joven muy educado lo cual llenaba de muchas ganas al chico de conocerlo y poder decirle de su propia boca lo mucho que había disfrutado su comida.

Empezó a caminar con cuidado de no encontrarse a nadie, las personas de este lugar (como lo hacía llamar el chico) era de gente rica, ellos odiaban a los niños pobres porque olían mal y pensaban que el dinero que mendigaban era solo para cosas malas, pero él no pensaba en ningún vicio sino más bien en poder tener una noche agradable por lo menos una vez en su vida.

Acomodaba su gorro verde bien en su cabeza, este tenía muchos pequeños hoyos que estaban medio parchados por él mismo, su cabello negro se miraba brilloso por la grasa del mismo, hace tanto que no había tomado un baño y menos ahora que el frío era tan insoportable. Frotó sus manos para calentarlas, exhaló en ellas el poco calor que su cuerpo contenía, sonrió dulcemente al ver el vapor que su boca sacaba, empezó a juguetear con eso, tratando de ignorar las casas llenas de comida y cobijas calientes y con una madre que acorruca a sus hijos, su estómago gruñía por el hambre pero su hermano también lo tenía y si no llevaban dinero esta noche, todo se pondría feo para los dos.

Por fin logró llegar hasta la gran avenida, donde se situaba el corazón de la ciudad, todo repleto de grandes regalos y árboles con luces, la navidad estaba a la vuelta de la esquina y, aunque él ya había olvidado qué se sentía tener una cena navideña, le ilusionaba éstas  fechas, además de que le gustaba mucho ver la cara de los niños al ver sus regalos. En las fechas importantes, él se podía permitir esconder un poco de dinero que le conseguía a su padre para poder comprarle una pieza de pan a su hermanito, le encantaba ver la felicidad que su hermano mostraba en su suave rostro infantil.

La sensación de felicidad que sentía pagaba cualquier precio que costara conseguirlo.

El restaurante de comida rápida estaba abierto aún, pensó en ir y pedir el favor de que le digan cuánto costaba una pieza de pan con algún ingrediente, se acercó a la puerta, en cuanto iba a tocar la manija, una pareja joven iba saliendo, cuando pasaron a un lado de él, taparon sus narices, él se alejó y se inclinó hacia el frente para disculparse.

ÁNGEL ; VHWhere stories live. Discover now