Capítulo 9.

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Ahí dentro era como estar en el pleno infierno. Todo ardía en llamas y no se podía respirar bien.

No podía durar mucho ahí, así que tomé camino hasta la habitación, donde encontré la tal caja "valiosa" debajo de la cama.

-¿Tanto para esto?- Era una caja vieja de cartón.

Enfadado y lleno de sudor me dí la vuelta para salir de ahí.

Al pasar por la cocina sentí que todo se había detenido. Miré rápido hacia la dirección del refrigerador,  estaba a punto de explotar por los gases de éste.

La puerta salió volando a mi dirección, en un movimiento rápido saqué mi kagune para evitar el golpe de ésta.
-Debo salir ya...- me dije apurando el paso.

-¡Ayato!- me recibió en el lobby llorando - creí que te había pasado algo-
-Tranquila- ella me abrazó fuerte - no muero en cosas tan simples- Siguió abrazándome por un momento hasta que llegó el gerente del edificio.

-¿Chicos, qué hacen aquí? -preguntó preocupado- Necesitan evacuar el edificio- ella limpió lágrimas que habían escapado, tomó la pequeña caja y salimos en silencio.

-¿Qué tiene esa caja?- Pregunté al ver como ella solo la veía. Ella suspiró pesado y la abrió.

Dentro de ella habían 3 cosas: Algo que parecía ser una carta vieja, una llave y una libreta.

-¿Por eso arriesgue mi vida?- rodé los ojos molesto.

-Sí- en su rostro había tristeza -Creo que te contaré acerca de mí. -

(MIREI)

Veía el rostro furioso de Ayato, era obvio pues para él mis cosas no tenían valor. Tomé la decisión de contarle algo que nadie sabía, algo que solo había guardado para mí.

-Perdí mi memoria- comencé -Solo recuerdo hasta que tenía 12 años, el resto de mi vida no la recuerdo.

-No te entiendo.

-Un día desperté en este mismo edificio, me asusté demasiado al no saber dónde estaba, cómo había llegado ahí o quién era yo exactamente. El departamento estaba lleno de muebles los cuales no se me hacían familiares. Al lado de mí una carta-

Me detuve y tomé la carta con mis temblorosas manos.

-"Quizá no recuerdes nada, y esos es bueno para mí. Tu nombre es Mirei Hayashi, naciste un 5 de enero, tu edad actual: 12 años.
   Eso es lo único que debes saber sobre ti, te dejé dinero en el sobre, puedes sobrevivir unos meses con él, luego te las arreglarás para hacerlo.
    La llave que está en el sobre será muy importante para tí."- Leí aquella carta.

Pegué la carta sobre mi pecho, intentando ocultar aquel inmenso dolor.

-Ese día fue como si hubiera nacido nuevamente, comencé a vivir por mi cuenta; el dueño del edificio me dejó quedarme sin pagar, hasta que cumpliera los 18. Aprendí a cocinar, aprendí a lavar, aprendí a hacer todo yo sola. En las noches lloraba de miedo de que alguien entrara a la casa.- Estaba temblando demasiado al contar todo -Por mi edad no puedo conseguir trabajos estables, hay días en los que llego a irme a dormir sin haber probado pizca de alimento en todo el día.-

-Ya veo- comentó Ayato -No tienes familia, es mejor no tenerla.-

-¿Por qué?- Pregunté confundida -¿Qué tiene de malo?-

-Son una molestia. Todos se creen superiores, te tienen encadenado a ellos y sus reglas... Te dicen que estarán contigo siempre, pero te abandonarán cuando menos lo esperes...

Se había creado una gran tensión en él, estaba molesto y quizás melancólico. Ayato sacó de su pantalón una cajetilla de cigarros.

-No sabía que fumabas- comenté al verlo encenderlo.
-Solo cuando estoy estresado- sacaba el humo por su boca.

El silencio reinó entre nosotros.

-Chicos- nos habló el gerente -Ya es seguro, pueden subir-
-¿Y mi departamento?- Pregunté
-Cierto- se veía apenado y cansado -Nosotros pagaremos los daños, por eso no te preocupes, pero...-

Sabía que el problema ahora era en dónde me quedaría.

-Te quedarás conmigo hasta que terminen- Tiró su cigarrillo al piso para luego pisarlo.
-Supongo que está bien...- respondí.

Tomamos nuestras cosas y subimos a su departamento.

Su departamento era mil veces mejor que el mío, era el mismo espacio, pero con mejores muebles.

-Tú duermes en la cama- Dijo sacando una lata de café helado.

Miré al rededor sin encontrar algún sofá donde él durmiera.

-¿Y tú?- pregunté
-También en la cama- se sacó su chaqueta y bufanda. -No pienso dormir en el suelo-

Yo quedé en shock en cuanto lo dijo, pues recordé que él dormía sin playera.

Los dos entramos a su habitación en donde él inmediatamente se sacó la playera.

-¡Oye!- le lancé una almohada la cual él atrapó con agilidad -NO te desnudes frente aquí- Sentía mi rostro hervir.

-Es mi casa y puedo hacer lo que se me plazca- dejó la almohada en su lugar. -Así que dormiré así aunque estés aquí-

+Tiene razón, soy una estúpida+ pensaba +Estamos en su casa, pero aún así debe respetarme. Soy una chica que apenas conoce... Pero su cuerpo no está mal+

-Ayato- lo llamé acercándome a él -El día que te conocí, tuviste un accidente. Recuerdo haberte ayudado a curar la herida-

Pasé las yemas de mis dedos por el lugar donde debía haber una cicatriz muy grande.

-Pero no hay ni una marca- terminé dejando mi mano sobre su piel, mi mirada sobre su abdomen. Era algo que nunca había experimentado antes.

-Yo...- Ayato intentaba hablar, subí mi mirada topándome con el rostro sonrosado de Ayato, mi reacción fue la misma.

Él tomó suavemente mi mejilla, acariciándola lentamente. Nuestros ojos se encontraron, aquellos hermosos ojos.

Lentamente acortó el espacio entre nosotros, un beso dulce seguido por otros en donde nuestros labios de cordinaban perfectamente. Era como si hubiesen sido hechos a la medida del otro.

Lentamente Ayato colocó sus manos sobre mi cintura y fue dirigiéndome hasta recostarme sobre la cama.

Pvto el que lo lea v: :MexicanaModeOn:

Tan solo comida (Ayato Kirishima)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora