(6) 1° Prueba *

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No logre conciliar el sueño en toda la noche, me paso mirando el colchón de Sofía que se hunde en cada ranura de la madera por su peso.

Doy un pequeño salto al escuchar el sonido de la alarma que no hace más que empeorar mi dolor de cabeza. Sofía salta de su cama,agarra la alarma y la arroja al piso haciendo que se rompa en miles de pedazos.

-Eres una ternurita- digo sarcástica.

Se limita a sonreirme al mismo tiempo que de un pequeño salto se baja de la cama ,saca ropa de la cómoda y entra al baño, aprovecho y hago lo mismo. Me pongo una de las remeras celeste pastel y un jean, y me miro en el espejo.Mi rostro esta recuperando su color canela. Pero me veo diferente. Peino mi cabello en una coleta como siempre. Me siento en la cama y me coloco mis zapatos. Al cabo de un rato, Sofía sale del baño con el cabello cortado. Abro los ojos como platos. Su rostro es delgado al igual que ella y cuando sonríe se le marcan mucho sus pequeños pómulos. Lo que hace que resalte.

<<¡¿Por qué se lo corto?! Aunque le queda bien...>>

-¿Qué me miras tanto?- me regaña. Su sonrisa desaparece y me muestra una mueca.

-Te queda lindo- digo.

-Como sea, dejaron el horario de hoy colgado en la puerta- doy media vuelta y un papel color hueso está colgado en la puerta. Lo tomo pero Sofía es más rápida y me lo quita.

-Nuestra primera clase es de inteligencia especial- dice seria.

-¿Y de que se supone que va eso?- pregunto, la verdad no sé por qué lo dije. Sé que es, pero no que clase de prueba nos harán.

-Ya lo vamos a ver. Vámonos que se nos hace tarde.

Salimos al pasillo y todas las chicas están ahí Sheila, Tatiana y Anna se acercan a nosotras. Me doy cuenta que soy la única que está usando pantalones, todas las demás llevan puestos sus vestidos. Eso no me molesta en absoluto, pero veo como todas me miran y eso me hace sentir diferente.

De una de las puertas emerge una joven de unos veinte años o menos, lleva el cabello con un moño igual al de Cristina, una falda tubo y una camisa. Nos hace seña para que la sigamos. Me pregunto cuantas personas habrán construido esto y cuanto habrán tardado en hacerlo. No puedo dejar de pensar que parece un laberinto. Después de caminar por miles de pasillos totalmente iguales, se detiene y toca una de las muchas puertas , esta es abiedta de inmediato  y nos adentramos. Es un cuarto azul con sillas blancas reclinables separadas por cortinas. A cada lado de ellas están mujeres uniformadas con batas blancas con el logo de las instalaciones bordados en el brazo izquierdo. Son como robots, todas iguales, con el pelo recogido y paradas en el mismo orden.

-Siéntense- dice con voz fría.

Sheila y yo intercambiamos miradas. Me siento en una de las primeras sillas. A mi lado está Tatiana y del otro Sofía.

Todo esto se me hace muy raro.
Me recuesto en la silla y la muchacha me pone un casco. No puedo ver nada.

ConocimientoWhere stories live. Discover now