Cada final es un nuevo comienzo / Each end is a new beginning

7K 583 95
                                    

Poché: Estoy en deuda contigo.

Christina sonrió. Estaban en la entrada de la casa de Calle, la castaña ya estaba en el auto, los bolsos de ambas chicas y de la pequeña estaban listos. Sólo faltaba la despedida.

Christina: Para eso están las amigas.

Se abrazaron. Ambas concentrándose en no llorar para no hacer todo más difícil. Poché sentía que al dejar a Christina estaba dejando a una parte de si, como si al irse lejos un pedazo de su alma se quedara con la chica de puntas rosa.

Poché: Te extrañaré. Cuídate.

Christina: Yo también te extrañaré –dijo separándose para poder mirarla a los ojos –cuídate mucho y por favor envíame mensajes todos los días. Cuida de la niña también, ella es pequeña, necesita otros cuidados.

Poché: Tranquila, sabremos que hacer. Te quiero mucho.

Christina: Yo igual... ya vete antes de que me ponga a llorar.

Se dieron un último abrazo rápido, y Poché subió al auto, donde una nerviosa Calle la esperaba en el asiento del copiloto. Poché encendió el motor e hizo sonar la bocina para despedirse de Christina, quien levantó su mano agitándola hacia los lados para despedirlas.

Christina: ¡Las veré pronto! –gritó.

Cuando doblaron la esquina, y Christina ya estaba fuera de la vista, Poché dejó escapar una lagrima que rodó por su mejilla, pero se negó a dejar salir más.

Poché: ¿Estás ansiosa? –preguntó sujetando las manos de la chica.

Calle: Nerviosa. ¿Cuál es la primera parada?

Poché: La escuela de tu hermana.

Calle: ¿Y la parada final?

Poché: No lo sé... ya veremos.

Calle: ¿Estás segura de que podemos hacerlo?

Poché: Claro que podemos, recuerda que juntas funcionamos muy bien. Relájate un poco, y dile adiós al infierno al que llamabas hogar.

Calle suspiró. Pensó en la posibilidad de que a partir de ahora su padre nunca volviera a ponerle un dedo encima, en que su madre no la golpeara, en que no tuviera que preocuparse porque su padre violara a su hermana también, pensó en la posibilidad de que todo mejorara... el pensamiento la liberaba. Casi olía la futura felicidad.

Poché estacionó en la puerta de la escuela de Berenice y Calle bajó del auto para recoger a su hermana. Mientras tanto, la morocha dedicó el tiempo de espera a pensar. Sabía que todo estaba en orden, pero le asustaba la idea de que algo pudiera salir mal.

Cuando se dio cuenta, la puerta trasera del auto se abrió y una alegre Berenice entró. Seguido de eso, Calle regresó al asiento delantero.

Poché: Hola pequeña –dijo dándose vuelta para verla. La niña empalideció por completo al verla.

Berenice: El ángel... ¿mi hermana puede verte también?

Poché no sabía si reír o si sentirse culpable por la mentira que le había dicho a la niña el día anterior.

Poché: Si... ya no soy un ángel.

Berenice: ¿Por qué no?

Calle: Hizo algo malo y Dios la castigó.

Poché rió.

Berenice: Me dijiste que Dios no existe.

El auto quedó en silencio.

Towards LoveWhere stories live. Discover now