EPILOGO / EPILOGUE

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Calle se encontraba sentada en el sillón principal de la sala de estar de la que había sido su casa los últimos 10 años. Dos jovenes sentados frente a ella la escuchaban con atención desde hace horas.

El rubio Stephen, apartaba mechones de cabello de su rostro a cada momento, como si el ver a su madre narrando esta historia fuera tan importante como oírla. En cambio, Marie, sólo asentía con sus ojos esmeralda bien abiertos, sin decir ni una palabra. Y la pequeña Berenice, que ya no era tan pequeña, escuchaba igual de atenta, aunque ella ya bien conocía esta historia.

Calle: Han pasado 20 años desde la última vez que la vi. Las pericias probaron que mi padre asesinó a mi hermana. Lo cual contaba a su vez como prueba de que mi testimonio era verdad. Gracias a eso descontaron 17 años a la condena de Pochė. Fui a visitarla las primeras semanas, pero ella no quería que lo hiciera. Insistí e insistí, y ella hizo lo mismo por su parte; hasta que una tarde llegué y un policía me dijo que tenía prohibido acercarme a ella -se detuvo unos segundos, recordando -Me enteré gracias a Christina, que le otorgaron la libertad condicional 2 años antes de terminar la condena por su buena conducta, así que está afuera desde hace 1 año. Dejé de ver a Christina en cuanto Pochė fue liberada de la cárcel. Sabiendo que ella no quería verme, supuse que ser amiga de Christina sólo iba a empeorar las cosas, así que me alejé, y Christina lo entendió... Hace 20 años, estaba furiosa por el rechazo de Pochė. Ella estaba ahí dentro por mi culpa, y yo estaba dispuesta a esperarla hasta que saliera, pero ella no lo quiso de esa forma. Me llené de rabia al comienzo, creyendo que no me amaba. Luego caí en la realidad de que me amaba más de lo que imaginaba.

Stephen: ¿Por qué? -dijo el rubio.

Calle: ¿Por qué? Tan sólo imagina cuánto tienes que amar a una persona para dejarla ir, cuando todo lo que necesitarías es que esté a tu lado. Imagina cuánto tienes que amar a alguien para permitirle marchar después de haberle salvado la vida. Después de un tiempo yo... sabía que iba a estar bien. Acepté que no volvería a verla nunca más, y estuve bien con eso. Ella... -en ese momento, pareció olvidarse de la presencia de sus hijos y su hermana en el lugar, simplemente habló para si misma en voz alta -ella es un ángel. Ella es luz. Ella es un poema. Aunque esté muerto, yo continuo teniendo al diablo por padre; nunca me desharé de las marcas que me dejó, nunca borraré los recuerdos que tengo. Cada parte de mí solía ser oscuridad. Fui hecha por una mujer adicta al alcohol y las drogas. No intento decir que Pochė fuera mejor. No intento decir que no la mereciera. Intento decir que las dos existimos de la forma en que el mundo nos hizo. Yo le dejé un poco de mi oscuridad, y ella me dejó un poco de su luz. Siempre tendremos algo de la otra en nosotras mismas. Tal vez eso sea el amor después de todo.

Marie: Dijiste que te dejó una carta -dijo la joven de ojos esmeralda, devolviendo a su madre a la realidad.

I: Si. Aún la conservo. Es mi tesoro material más preciado. No la leo cada noche, porque si lo hiciera eso supondría restarle valor a sus palabras. La leo cuando lo necesito. Leo sus palabras cuando tengo la sensación de no ser amada, leo sus palabras cuando siento que esa soledad que me acompañó durante mi adolescencia está a punto de regresar. Las leo cuando siento que los recuerdos me van a consumir. Las leo cuando no sé a dónde ir.

-¿Por qué? -dijeron los dos jovenes al mismo tiempo, y luego se rieron juntos por la sincronía de sus pensamientos.

Calle: Cuando no tengo esperanzas, recuerdo el porcentaje casi nulo de supervivencia que le dieron para la cirugía. Cuando siento que mi corazón se llena de odio por algo malo que me ocurrió, recuerdo que existen personas como ella, que se enamoran de los corazones puros. Y...

Marie: Mamá... -dijo interrumpiéndola -¿De verdad huyeron de la forma en que huyeron? ¿Hizo eso por ti?

Calle sonrió.

Towards LoveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora