— ¿Cómo estás con tu chica, Colin? —le preguntó Olive.

—Bien. Mejor. Perfecto. No sé qué más decir sobre ella —confesó Colin—. ¡Gracias, Astrid! Alabada sea usted, madre de las esperanzas y buenas vibras —gritó a los vientos Colin, haciendo que algunas personas voltearan a verlos.

Olive rio, esta vez de una manera sincera y real, algo que tranquilizó a Astrid.

—Y, ahora, cuéntanos tú, Olive. ¿Cómo estás con ese chico que has conocido?

—De bien a mejor, amigo —aclaró Olive, sentándose al lado de Astrid.

Su mejor amiga alzó las cejas, sin poder creerlo. ¿Quién sería el afortunado de poseer a una persona como Olive? No se podía imaginar quién era la persona que estaba con ella, y Astrid optó por preguntarlo antes que se le olvidara hacerlo.

—Olive, ¿quién es?'

—No te enojes, ¿entendido?

Mon Dieu. ¡Dime que no es Eùgene!

—Dios, ¡qué asco! —Sacó su lengua, disgustada—. No, es... Ay, no puedo decirlo —dijo, cubriendo su cara de la vergüenza.

—Venga, dispara.

—No puedo... Siento que me vas a matar...

—August Allamand —anunció Colin, rodeando sus ojos—. Olive, ya te dije, Astrid no debe porque enojarse.

Astrid le sonrió, feliz. ¿Qué importaba que fuese el sobrino de su enemigo? No tenían por qué ambos ser iguales, y había escuchado muy bien eso no juzgar sin antes conocer. Toda su vida lo había puesto en práctica y lo seguiría haciendo. Si él hacia feliz a su mejor amiga, no le quedaba otra que felicitarla y otorgarle todas sus bendiciones y esperanzas.

Los brazos de la morocha rodearon los hombros de Olive y soltó una risueña risas de sus labios. Besó ambas mejillas de su amiga y posterior revolvió su cabello.

—¿Yo? ¿Enojarme por tal cosa? No puedo ser egoísta, menos contigo. Si él está poniendo de su parte por lograr algo contigo no debo por qué enojarme. ¿Privarle el derecho de querer a una persona? Olive, jamás, escucha atenta, jamás te prohibiría que ames a alguien y que le ofrezcas cariño. Inclusive si se tratase, no sé, de John Allamand —confesó acariciando su cabello—. No me ocultes más cosas, ¿vale? Menos un chico, los chicos no se ocultan —dijo Astrid, haciendo reír a Colin y la chica.

—Gracias, Astrid. Pensé que te pondrías dramática y todo...

—Hey —la detuvo—, de las dos tú eres la dramática. ¿No recuerdas cuando me encontraba mal y no te quería contar, luego dijiste que debía contarte lo que me ocurría porque me pudo haber acosado algún viejo?

Los labios de Olive se alzaron, formando una sonrisa y dejando que la risa saliera por sus labios. Inclinó su cabeza y soltó una gran carcajada, tocando su estómago para profundizarla.

—¡Cómo olvidarlo! Tuve que dejar a Green Day sólo por ti, fue uno de mis grandes esfuerzos. Colin, ¿Astrid no te ha contado la historia?

—Créeme, me ha contado suficiente —anunció Colin, rodeando los ojos en broma.

Astrid rio, cubriendo su boca disimulando los hoyuelos que se formaban en sus mejillas. Tomó su bolso y comenzó a buscar su celular, el cual tenía por seguro que lo tenía esa misma mañana en clases. Ansiosa por encontrarla, sacó todos sus cuadernos y rebuscó en los bolsillos diminutos que tenía. Debía llamar a Connor y acordar en donde se reunirían mañana para celebrar su cumpleaños. Y también para tranquilizarse y saber que su celular no se ha extraviado o —aún peor— robado.

Across ParisWhere stories live. Discover now