XXVII: Nadie dijo que fuera vino

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Estoy en el asiento del copiloto de un coche con cristales tintados, pero este es más pequeño que el anterior. Los errantes se han ido en el otro y aunque no puedo verlos por el retrovisor, sospecho que siguen la misma ruta. No me he despedido de Aiden y él tampoco me ha dicho adiós. Sabía que no iba a irme con él. Supo en todo momento que si me mentía de nuevo, le dejaría. Y es lo que he hecho, me he separado de su lado. Y le quiero, más de lo que he querido nunca a nadie. Aún asi no podría seguir mirándole a la cara después de lo que salió hoy a la luz.

La idea de estar embarazada, no es una fácil de asimilar. Quiero decir, estar embarazada a mi edad no es algo fácil. A ninguna edad lo es, pero yo no he tenido posibilidad de decidir nada. Me ha hecho creer que era imposible, cuando solo estaba intentándolo. Estar embarazada de un vampiro es algo que mi mente no es capaz de concebir. Un ser que se alimenta de sangre humana dentro de un cuerpo por ahora humano. Sigo sin entender las naturalezas que el mundo vampiro se esfuerza en afirmar que tengo. Yo no siento nada diferente dentro de mí, lo único que siento es un dolor que está repartido por todo mi pecho. El dolor de dejar atrás a un ser querido. He hecho volar una cristalera por los aires y casi le prendo fuego a Aiden, supongo que también debería tener eso en cuenta.

Tengo el mismo dolor por dentro que cuando tuve que despedirme de Sam. La diferencia es que este nunca me hizo nada malo. Estoy harta de estar rodeada de chupasangres egoístas.

-¿Sabes que puedo leer tus pensamientos?-pregunta Viktor, sin dejar de mirar a la carretera. Asiento-Son pensamientos muy tristes. Y lo de chupasangres sobraba.

-No vuelvas a meterte en mi cabeza.

Soy tajante, lo he dicho más como una menaza que como una orden. Odio que violen mi privacidad de esa forma y le estoy dando la oportunidad de no volver a hacerlo.

-Está bien-dice girando a la derecha-No voy a hacer nada que tu no quieras, es tu cabeza, tus cosas. Tú mandas.

Muestra una sonrisa ladeada. El sentido del respeto que tiene este vampiro es muy diferente que el de los demás que he conocido. Diría que en modales se parece algo a Matthew. Espero que esté bien, parece que él ha intentado protegerme del egoísmo de Aiden desde el principio. Marie se alegrará muchísimo de que ya no sea un problema. Le arrancaría todos los rizos de la cabeza si pudiera.

-¿Cómo has sabido que estoy...-no puedo acabar la frase.

Por su cara atraviesa una mueca triste. Parece afectarle el hecho de que yo esté nerviosa e inmensamente triste.

-No estoy seguro de que estés embarazada-deja claro-He detectado un cambio hormonal y emocional. Tienes tantas naturalezas dentro de ti que puedes albergar a un hijo de prácticamente cualquier gen sombra o de cualquiera de sus mutaciones y combinaciones. Su familia ya no recuerda la última vez que cuidaron de un bebé, no nacen descendientes. Se están quedando muy atrás respecto a la natalidad de otras familias, como la mía. Aunque nuestro ranking se lo debemos a Erik, es un copulador compulsivo.

Admito que me ha sacado una sonrisa con lo último que ha dicho. Aún así, sigo sin entender el hecho de que Aiden solo me estaba usando para que aumentase su familia. No creo que Aiden no me quisiera, pero también creo que es una persona que de deja guiar por sus intereses personales.

-Esto es sólo para hacerme mas daño del que ya me ha hecho toda esta situación, pero-digo y Viktor gira su cuello unos segundos para poder observarme-¿Se ha acostado con alguna otra mujer durante nuestra relación?

Viktor suspira. No ha vuelto a meterse en mi cabeza. Sin embargo, sabía que haría esta pregunta. Suelta una mano del volante y la mete en una de las ranuras de la puerta. Saca una carpeta negra de plástico. En un pequeño rectángulo blanco pone Aiden Rousseau.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora