》XII: El diario

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《He tenido que poner a Hero Fiennes-Tiffin como Viktor porque el modelo que estaba antes desapareció de internet y hace años que no hay fotos y Hero encaja también. Besos.》

A pesar de estar bañándome con agua a una temperatura digna del infierno mis músculos siguen igual de agarrotados que hace media hora cuando me desperté. Cuan patético fue tener que llamar a gritos a alguien porque simplemente no podía moverme. No podía ni levantar los brazos. Una mujer del servicio me escuchó y me dió analgésicos y algo de comer. Sobra decir que ella me ha ayudado a quitarme la ropa y meterme aquí dentro. Y aquí sigue, sentada sobre el retrete mirando a un punto fijo en la nada. Le agradezco que me esté ayudando. Ni siquiera tengo fuerzas para sentir vergüenza por mi desnudez ahora mismo. Me enjabono y cada centímetro de mi piel duele, arde. La mujer pregunta si necesito ayuda. Respondo "no, gracias" casi en un susurro. He agotado mi voz entre la noche anterior y esta mañana. El baño está lleno de vapor pero ella no dice nada.

No quiero pensar, no quiero recordar, porque sé que si lo hago no pararé de martirizarme. Me lavo el pelo con dificultad, casi no puedo levantar los brazos. Cuando me lo aclaro veo que están llenos de moratones. No me sorprende, soy consciente de la fuerza que tiene Lyov. Salgo de la ducha y la mujer me tiende una toalla de color canela. Me envuelvo en ella y me quedo mirándola. Ella me devuelve una mirada extrañada y con temor. Piensa que ha hecho algo malo.

-Adelaine, te llamas Adelaine-digo casi en un susurro.

La mujer se queda en blanco unos segundos y después asiente. No digo nada más. No sé cómo he sabido su nombre, pero ha bastado mirarla. Se ausenta brevemente para traerme ropa. Paso mi mano por el espejo eliminando el vapor. Veo mi reflejo, es un desastre. Parece que me he metido en una pelea con siete personas por lo menos en mi contra. Tengo moratones desde debajo de la barbilla hasta los tobillos me atrevería a decir. No puedo dejar que todos me vean así hoy, ya ha sido suficientemente humillante entregarme a él. Adelaine me ayuda a vestirme y secar un poco mi pelo. Lo hace con delicadeza, pero también con temor.

-Eres preciosa, tienen razón-dice antes de recoger sus cosas e irme.

Todos en las sombras insisten en recalcar lo atractiva que se supone que soy. Desde luego todos menos Alana, pero lo suyo ya es personal. Me tumbo de nuevo en la cama. Suspiro cuando mi cabeza toca la almohada. No tengo nada de fuerzas. La túnica blanca que llevo ahora es muy transpirable y mi cuerpo agradece el frescor que le proporciona. Me quedo mirando al techo. La habitación de Lyov es inmensa y me siento tremendamente incómoda rodeada de tanto vacío. Me incorporo de nuevo y mis huesos crujen. Susurro un "maldición" cuando mis pies vuelven a tocar las frías baldosas. Me levanto y siento un dolor desde muy dentro de mi que me dice que no vale la pena. Se que no vale la pena, pero tampoco sirve de nada quedarme haciendo de cadáver en esa enorme cama. Su habitación es limpia, ordenada y ostentosa a su manera. Tiene estanterías repletas de libros pero también baldas con tan solo alguna figura decorativa. Al fondo están las puertas de lo que parece un vestidor. Camino a paso lento y tembloroso, pero consigo llegar. Cuando las abro casi me caigo hacia atrás de la impresión. Esto parece una tienda, no un armario. Las vitrinas de cristal relucen llenas de relojes caros, cadenas de oro y anillos. Los trajes de Lyov están perfectamente planchados y ordenados por colores. Pero no es eso lo que me llama la atención, es la parte izquierda del armario lo que me deja en shock. Es ropa de mujer. Todo está lleno de vestidos, zapatos, abrigos. Abro un cajón cualquiera y descubro calcetines y medias. Abro otro y lo veo lleno de ropa interior. Los vestidos más largos y ostentosos están al fondo. Esto es más que obvio que los ha escogido Lyov. Y también soy consciente de que todo esto es para mi. Solo con ver todo esto se que lo ha comprado para mi. Pero no entiendo porque se ha tomado la molestia. Nuestra unión no es más que un medio por el que conseguir lo que necesita. Y veo que está preparado para ello. Veo ropa de premamá colgada con delicadeza y más doblada justo debajo. Me inquieta de solo saber que está ahí, esperándome. Me echo hacia atrás. Creo que debería salir de aquí antes de que me de una embolia. Cierro las puertas y vuelvo a la habitación. Me recargo en una pared para coger fuerzas. Siento como si hubiera corrido una maratón increíblemente larga. Me acerco a la estantería de libros del heredero. No me extraña encontrar primeras ediciones al lado de libros que han sido publicados hace dos años. Supongo que para él esto es algo normal. Tiene literatura muy variada, pero sobretodo narrativa. Me apoyo en la estantería cuando mis piernas flaquean por estar tanto tiempo de pie. Escucho el ruido de un mecanismo y vuelvo a mi posición anterior.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora