Cupido, y pff como le daba risa que le dijeran así, se encontraba a punto de hacer lo que cualquier Dios del olimpo, cuando se sintió desaparecer. Genial, otro humano había encontrado la forma de invocarle. Apareció en un gran cuarto de coloradas y alegres paredes que solo hicieron que sus ojos dolieran cuando una mujer se encontraba frente a él con los ojos abiertos.

—   Oh mi Dios, eres… Eres realmente… —la chica no podía terminar ni siquiera la oración y Harry sabía que estas serían de las típicas encaprichadas con el chico.

—   Kamadeva. Xochipilli. Amor. Cupido. —respondió Harry con total tranquilidad— deberías saberlo, tú me invocaste —se cruzó de piernas como un genio y floto por la habitación a la espera de información sobre aquel pobre chico que estaría destinado a sufrir por el resto de su vida.

—   ¡Realmente no pensé que fuera a funcionar, oh Dios, yo como que hice lo que el estúpido libro decía y ya estaba por reírme de lo ridícula que parecía pero, mi Dios, estas aquí! —la chica no dejaba de hablar y a Harry realmente le comenzaba a doler la cabeza— Esperaba que fueras…

—   ¿Un bebe en pañales? —la chica asintió y Harry rodo los ojos bufando. Lo que decía, él no se parece en nada a las imágenes de lo que fuera “internet”— Lamento decepcionarte, no soy un bebe desde hace casi un siglo —la chica abrió la boca pestañando con incredulidad— Bien, porque no me cuentas sobre el chico así yo puedo hacer mi trabajo y marcharme —puede que Harry fuese el Dios del amor, pero no tenía nada de amoroso, era descarado, mal educado y vaya si era molesto. Pero después de todo estaba en el contrato o lo que fuera, si alguien le llamaba no podía marcharse hasta terminar el trabajo lo que realmente fastidiaba al de rulos. Porque, hola, el odiaba a los humanos.

—   ¿Realmente existen los otros dioses? —pregunto la chica y Harry quería con todas sus ganas marcharse de allí. Asintió sin embargo mientras masajeaba sus cienes.

—   Por supuesto que los existen, lo que pasa es que ustedes, humanos desagradecidos los dejaron de lado por la tecnología y lujuria. Pero eso no importa porque al terminar mi trabajo me marchare y tú no recordaras nada de esta conversación así que —se encogió de hombros.

—   De acuerdo, no importa mientras pueda tener a Louis —entonces así se llamaba el sujeto.

—   Bien, entonces háblame de este, eh, ¿Louis? —La chica que por cierto aún no se había presentado y que Harry no tenía la intención de conocer asintió soñadoramente mientras daba una larga y aburrida explicación de cómo era físicamente el muchacho y si Harry tenía una pequeñísima duda de que no era por el físico, esta se había aclarado apenas abrió la boca. La chica no sabía nada absolutamente de sus gustos, su personalidad y Dios quizás no sabía nada sobre la familia del chico. Pero lo que si sabía era que, sus brazos se veían tan condenadamente bien, y tenía un trasero que le hacía babear y tenía que verlo jugar futbol, aquellas piernas. Harry sintió pena por el chico, se había cruzado en la vida de una hueca. Y entonces como si fuese peor le pregunto sobre él.

—   ¿Alguna vez te has enamorado? —y Harry realmente quería reírse pero sabía que quedaría mal su papel de Dios del amor por lo que puso su mejor cara neutral.

   Realmente no estoy aquí para hablar de mí sino del chico, así que dime dónde puedo encontrarlo normalmente. Debo preparar todo para que ustedes se crucen y poder flecharlo.

—   ¿Qué tan rápido puede pasar? —pregunto la chica.

—   Bueno, debo ir contigo y tantear la situación, cuando sea el momento preciso entonces lo hare. —explico, o bueno, trato de explicar Harry.

—   ¿Cómo funciona realmente? —mordió el labio la chica. Harry puso una mano cerca de su propio corazón y una flecha comenzó a salir.

—   Un simple flechazo y estará enamorado por siempre de ti —dijo— debes estar segura, no puede deshacerse —Como si alguien le importara, pensó Harry pero no lo dijo. Ya se había cruzado con miles de casos así, ¿Y al final quien sufría? El chico que se quedaba amándola aun cuando ya ella se aburriera de él.

—   Es lo que siempre he querido —respondió ella y el suspiro, lo que decía. Nadie realmente lo piensa.

—   Entonces muévete y vamos a verle —dijo resignado, otro pobre chico que condenaba.

La chica que por fin se había presentado como Eleanor salió de su cuarto vestida casual y entonces le explico que a esta hora siempre era la práctica de futbol de Louis y que ella siempre iba a verlo. Salieron en el coche de ¿Elanor? ¿Elena? La chica con dirección a un parque y cuando salieron del coche por fin noto la manera cómo iba vestido Harry. O bueno, como no iba vestido ya que solo tenía su ropa interior, nadie podía verle después de todo ¿Por qué molestarse en vestir?

—   ¿No te da vergüenza? —pregunto la chica y Harry alzo una ceja— bueno, estas semi desnudo, en un parque, con muchas personas —trato de explicar y Harry rodó los ojos.

—   Solo puedes verme tú, para el resto de las personas estás hablando sola y pareces loca —la sonrisa en sus labios era el colmo del descaro. ¿Elena? Se sonrojo cuando se dio cuenta que sin duda, las personas la miraban raro por hablar sola y entonces se dio media vuelta y camino con la frente en alto como si nada hubiera pasado.

—   Debe estar calentando —murmuró la chica mirando a todos lados esperando que nadie más la viera.

—   Bien, cuando lo veas dime quien es.

—   Es él —dijo la chica señalando disimuladamente a uno de los que se encontraban acomodando los cordones de sus zapatos y Harry bufo porque era la clase de chico con los que se cruzaba a diario. Bronceado, sonrisa perfecta, ojos perfectos, cabello perfectamente despeinado, guapo, completamente inalcanzable para todas.

—   Bien, hare mi trabajo, quizás no vuelvas a verme después de esto.

—   Gracias por ayudarme —sonrió la chica como si hubiese ganado la lotería.

—   No tengo realmente otra opción —bufó Harry yéndose tras el chico e ignorando el suspiro de Elena, estaba seguro que se llamaba Elena.

Y Harry siguió a Louis todo el día, durante las practicas, en clases, en el baño, en los pasillos, donde fuera que estuviera allí estaba Harry. Realmente era un chico divertido desde cierto punto de vista, se llevaba bien con sus amigos después de todo y hablaba con la mayoría de las personas. Para Harry era importante seguir a la persona para así saber la cantidad exacta que debía poner en la flecha. Muchas veces el chico también estaba enamorado así que solo bastaba un pequeño empujoncito, mientras que otras veces no tenía ni idea de la existencia de la chica, como tal parecía el caso. Continúo siguiéndole hasta que encontró la oportunidad perfecta, en el estacionamiento el segundo día de espionaje. El carro de Louis se encontraba al lado del de Elena y esta venia en camino, Louis la miro sin realmente mirarla y entonces Harry cerró los sacando la flecha de su corazón con la intensión de flecharlo y así poder marcharse. Cuando sus ojos se abrieron nuevamente el auto continuaba en el mismo lugar pero el chico no estaba donde lo había visto por última vez, miro a ambos lados y de repente sintió un tirón en sus brazos y la flecha se había ido. Harry grito del susto al encontrarse frente a frente con Louis que ahora sostenía la flecha entre ambas manos.

—   ¿Quién diablos eres y porque me has estado siguiendo desde ayer? —demando el castaño. Harry abrió la boca y la volvió a cerrar como un pez fuera del agua ¿Cómo diablos podía verle? Era completamente imposible, nunca ningún humano pudo verle a excepción de los que le invocaran. Pero entonces se encontraba perdido en el mar azul que eran los ojos de Louis y que desde cerca eran incluso más llamativos. — Te he preguntado algo ¿Quién eres? ¿Por qué fui solo yo quien lo noto?   —Harry continuaba completamente mudo porque ni siquiera él tenía las respuestas a esas preguntas. Y entonces hizo lo que cualquiera en su lugar haría, desapareció del estacionamiento en un pequeño humo.

La direccion de Cupido (Larry-Ziam-Nosh)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora