Capítulo 7

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Capítulo 7 



Adrien


En su primer día en el hospital nadie lo había visitado, las enfermeras apagaron las luces pero cuando estuvo a punto de dormir, la puerta quedó entreabierta. Estuvo a punto de abrir los ojos pensando que era su padre pero al escuchar la voz de Alya y Nino se hizo el dormido. Estaba cansado, ya no le quedaban ánimos para verlos.

Se despertó a mitad de la noche porque tenía sed, pero casi se cae de la cama al verlo sentado a su lado, sin decir ni una sola palabra. Sus ojos celestes lo observaban fijo. Su padre se levantó de la silla.

—Papá... Espera —murmuró, extendiendo su brazo hacia él—. Quédate... Quédate un poco más conmigo.

—¿Qué estabas haciendo cuando te lastimaste? —le preguntó con voz ronca. La forma en la que estaba parado, de forma firme y seria, hacían creer a uno que estaba a punto de cantar un himno.

—Estaba en la biblioteca... Me resbalé.

—Tenías esgrima a esa hora, lo sabes muy bien Adrien. ¿Entonces, por qué estabas allí?

—Era para un trabajo de la escuela, papá —Le explicó Adrien en medio de la oscuridad—. ¿No puedes simplemente... dejarlo pasar?

—¿"Dejarlo pasar"? No soy la clase de persona que hace ese tipo de cosas... Cuando vuelvas a casa hablaremos de esto —dijo y caminó hacia la puerta.

—Papá... Espera. Por favor.

—¿Qué quieres ahora, Adrien?

—Gracias... Gracias por venir a verme —dijo mirando a su padre—. ¿Puedes venir mañan...?

—Duérmete, Adrien —Tras decir eso, cerró la puerta.

Se escondió debajo de las sábanas y durmió con sus manos tapando sus orejas.

Al otro día, fue Plagg y sus ruidos extraños fue quien lo despertó. Adrien bostezó y rió al ver que la criatura estaba comiendo queso, se imaginó que pertenecía a la cocina del hospital.

—¿Desde tan temprano estás comiendo? —le preguntó y observó por la ventana. Las enfermeras le habían corrido las cortinas y ahora los rayos del sol le molestaban un poco.

—Son las dos de la tarde, dormiste mucho —dijo Plagg aún masticando el trozo de queso—. Hace rato vi pasar un akuma.

—¿¡Qué!? ¡Tengo que ir! —exclamó saliendo de la cama.

—¿Estás loco? Tienes que descansar... Y yo también, aquí puedo robar queso sin que lo noten.

—Pft. Sólo dices eso porque tienen queso, si no lo hubiera, estarías llorando para ir a casa.

—Lo admito, es verdad.

—Plagg, me transformaré. Dile adiós a tu querido queso.

—¡NOOOO!

Ya transformado preparó todo de tal forma que ninguna de las enfermeras se daría cuenta de que él no estaba allí. Saltó por la ventana y clavó las uñas en las paredes, por primera vez tuvo miedo a caer. Decidió bajar y caminar como cualquier civil, ya que le costaría treparse por los techos. Si él no se encontraba con ella nuevamente, la chica comenzaría a sospechar... No quería que Marinette supiera la verdad.

Cuando ya se había alejado lo suficiente de la zona del hospital, llamó a su heroína.

—LadyBug...

—¡Te he estado llamando y no respondías! ¿Dónde estabas? —exclamó furiosa—.Te veo desde aquí, gato feo.

—¿"Gato feo"? ¡Qué palabras tan trágicas para alguien como yo!

—Sube al edificio en el que estoy, quiero preguntarte una cosa.

—¿No encontraste ningún akuma suelto?

—Sí, pero ya lo purifiqué mientras no estabas, gatito.

—¿"gato feo"? ¿"gatito"? Parece que hoy te levantaste con ganas de ponerme apodos.

—¡Tan sólo sube!

—Vamos a un parque.

—Argh, siempre tienes algún problema...

—Te espero en el parque que está a dos calles de aquí, My lady...

—¡Chat! ¡Oye, esper..!

Le cortó antes de tiempo y se apresuró para llegar antes que ella. Cuando estuvo allí, se arrojó sobre el césped. LadyBug lo miró con los brazos cruzados.

—¿Tanto has envejecido hoy? —le preguntó la joven bromeando mientras que con sus pies tocaba las piernas del gato. Char Noir aguantó el grito.

—¿No piensas acostarte a mi lado? —le sugirió guiñando el ojo.

Por su sorpresa, LadyBug accedió y se colocó a su lado, a unos centímetros de distancia. Se quedaron mirando las nubes.

—¿Qué es lo que querías preguntarte?

—Yo... ¿Yo soy insoportable?

Chat Noir la miró.

—¿Recién ahora te das cuenta?

LadyBug le pegó un codazo en el estómago pero el chico continuó riendo.

—Es mentira, tranquila —rió—. Eres... divertida. No creo que seas insoportable.

—¿De verdad?

—Ajá. ¿Esperaba otra cosa, my lady?

—Y... Cuando me viste... cuando me viste realmente como era... ¿Q-Qué pensaste? —preguntó sonrojada. Chat Noir volvió la mirada al cielo y tapó su rostro, también estaba colorado.

—Marinette... Yo...

LadyBug se reincorporó.

—Espera, ¿cómo sabes mi nombre? Nunca te lo había dicho.

Chat Noir empalideció. Comenzó a juguetear con su cola de gato.

—Ah... Y-yo escuché a uno de tus compañeros llamarte así. ¡É-el rubio!

—Ya veo... —dijo llevando su mano a su mentón, pensativa—. ¿Y? ¿Qué pensaste?

—Acércate, la gente que pasa cerca de nosotros puede escucharme y no quiero...

—¿El michi tiene vergüenza? —preguntó burlona mientras se acercaba a él. Ya no había nada que los separara.

A la vista de todos, Chat Noir no se arrimó hacia ella para besarla en la frente.

Esta vez apoyó sus manos en las mejillas de la chica y la besó en los labios. Un montón de pensamientos se cruzaron por su cabeza pero quería disfrutar el momento, el hecho de que la estaba besando... Que ya no había marcha atrás en su historia.

Al separarse, LadyBug pestañeó varias veces en un segundo. Su rostro, al igual que el de Chat Noir estaba totalmente rojo.

—Lady Bug... Je... Je t'aime.


¿Quién eres tú? Miraculous LadybugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora