"𝙀𝙣𝙩𝙞𝙚𝙣𝙙𝙤 𝙡𝙤 𝙢𝙪𝙘𝙝𝙤 𝙦𝙪𝙚 𝙡𝙤 𝙦𝙪𝙞𝙚𝙧𝙚𝙨."

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Daryl se despertó al sentir como varios besos suaves subían desde su espalda hasta su nuca. Gruñó levemente, hundiendo de nuevo su rostro en la almohada y arqueando la espalda cuando una risa floja chocó contra la piel de su nuca y un par de manos acariciaron sus costados con algo de fuerza.

- Es hora de despertarse, dormilón. – Murmuró Rick contra su piel antes de dejar un pequeño beso sobre el cabello del otro.

Volvió a gruñir y se giró sobre su espalda, quedando cara a cara con el otro hombre. Parpadeó varias veces para acostumbrarse a toda la luz que entraba por entre los barrotes de la ventana de la prisión y la poca luz que traspasaba la cortina de la puerta. ¿Qué hora es?  Preguntó aún con la voz un poco ronca por culpa del sueño.

— Más de las ocho y media.  Volvió a hablar con el mismo tono de voz y se levantó de la cama para terminar de vestirse, abrochando su camisa y después colocando su cinturón alrededor de su cintura, suspirando un poco al notar como el peso de su pistola ya no estaba. Rick seguía sin controlarse al cien por cien después de la muerte de Lori y con la amenaza del Gobernador encima, así que Hershel solo le dejaba usar la pistola cuando era totalmente necesario. Los demás miembros del grupo, de igual manera, también solo se acercaban a Rick cuando era necesario, lo cual él les agradecía porque sabía que un poco más de presión sobre él le haría perder la cabeza, de nuevo. Aunque lo que más le estaba costando no era estar separado de sus compañeros, era estarlo precisamente de Daryl.

Había pasado justo un mes desde que les había tocado hacer guardia a los dos juntos en la torre; no sabía por qué, si era por la pérdida de Lori o porque de verdad lo sentía así, pero en medio de una de sus típicas conversaciones se lanzó y lo besó sin previo aviso. Nunca más volvieron a hablar sobre aquello, Rick pensaba que Daryl se arrepentía de aquello, aunque aquel pensamiento fue desvaneciéndose con el tiempo. Cada vez que Rick le besaba de golpe sin que nadie los viera, él no se quejaba ni parecía disgustado. El besarlo poco a poco fue volviéndose una costumbre y cada vez fue a más; siempre que podía cambiaba su turno de guardia para tenerlo igual que Daryl, en las comidas siempre tenía posada una de sus manos sobre el muslo del otro bajo la mesa o no dejaba de hacerle miraditas en medio de las reuniones. Todo cambió con la muerte de Merle, ya no tenían esos momentos que compartir ellos dos solos, Daryl estaba más distante que nunca, se pasaba el día encerrado en su celda o con Carol; era imposible encontrar algún momento en el que estar bien con él. Sus esperanzas de continuar con aquello que habían empezado se habían esfumado hasta que un par de días después, en medio de la noche, Daryl se presentó en la puerta de su celda con el motivo de que no podía dormir y tenía pesadillas con la muerte de su hermano. Desde esa noche, dormían juntos siempre que podían.

 ¿Tienes que irte ya?  Murmuró Daryl aún desde la cama y estiró un poco sus extremidades para terminar de despertarse, sin apartar la mirada del rostro de Rick, el cual se limitó a asentir con la cabeza. – Puedes quedarte un rato más, no pasa nada.

- Sí que pasa, se supone que debería haber bajado hace una hora.  Alzó el rostro cuando terminó de abrochar su cinturón y miró a Daryl quien seguía con la mirada fija en él, acabando por suspirar y acercarse a él. Soltó una suave carcajada cuando casi al instante Daryl rodeó su cuello con sus brazos y lo atrajo a su cuerpo, colocándose encima suyo tratando de no darse con la cama de arriba de la litera. No pudo evitar esbozar una amplia sonrisa cuando sus labios chocaron contra los del pequeño de los Dixon en un lento pero profundo beso. Sus labios se entreabrieron al poco rato para dejar paso a su lengua, la cual se coló entre estos con rapidez. Empezó un juego con ambas lenguas mientras una de sus manos bajó hasta el entrepierna de Daryl para desabrochar su pantalón con una sola mano a la vez que las manos de Daryl se posaron sobre el pecho de Rick, desabrochando los botones de su camisa que escasos minutos antes había abrochado. Un leve jadeo salió de los labios de Daryl cuando Rick coló su mano dentro de su pantalón y empezó a acariciar su entrepierna por encima del bóxer con algo de insistencia. Estaba a punto de deshacerse de sus pantalones, de los suyos y meterse entre sus piernas ahí mismo si no fuera porque una voz al otro lado de la cortina los interrumpió.

Un cuento torcido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora