𝙇𝙖 𝙛𝙞𝙚𝙗𝙧𝙚.

6.7K 497 109
                                    


𝐈𝐭'𝐬 𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐭 𝐡𝐞𝐫𝐞, 

𝐚𝐧𝐝 𝐈 𝐟𝐞𝐞𝐥 𝐬𝐨 𝐜𝐨𝐥𝐝,

𝐭𝐡𝐢𝐬 𝐡𝐨𝐮𝐬𝐞 𝐧𝐨 𝐥𝐨𝐧𝐠𝐞𝐫

𝐟𝐞𝐞𝐥𝐬 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐡𝐨𝐦𝐞.

Daryl seguía sentado en mitad de las escaleras, con la ballesta descansando sobre su regazo. Desde esa posición podía ver el cuerpo de Rick tumbado en el sofá, sin moverse, sin respirar. No sabía cual de los dos parecía más muerto, si Rick o él; se había pasado la noche entera llorando, no había comido nada e incluso lo poco que había comido esos últimos días había terminado por vomitarlo varias veces durante la noche. Lo único que le mantenía en pie ahora mismo era la promesa que le hizo.

"Tendrás que hacerlo."

"Te dije que no puedo."

"Todo lo que importa es esto." Murmuró Rick en un hilo de voz débil y llevó su mano derecha hacia su pecho con las pocas fuerzas que le quedaban, señalando su corazón. "Cuando deje de latir, lo harás. No importa lo que pase, cuando ya no lata más, termina conmigo." Sabía que era duro para el otro hombre escuchar aquellas palabras y en cierto modo agradecía que era de noche y no había luz en el salón, así no tenía que enfrentarse a la imagen de Daryl, sentado en el suelo junto al sofá donde él se encontraba tumbado boca arriba. No podía ver su rostro con claridad pero por el sonido de su respiración y el temblor en su voz, sabía que llevaba llorando desde que entró en casa.

Aquella misma mañana Rick se marchó para buscar alimento al bosque o cualquier cosa que les ayudara a sobrevivir, Daryl insistía en acompañarle pero se marchó corriendo antes de que al otro le diera tiempo de terminar de levantarse de la cama. Rick sabía que Daryl llevaba un par de días algo malos, estaba empezando a enfermar y eso le inquietaba. Se marchó con un "No te preocupes, volveré enseguida" y un beso en la frente. Cuando volvió, una cascada de sangre emanaba de su cuello. Daryl trató de ayudarle a andar hasta que llegaron al sofá y lo recostó en él, de donde no se pudo volver a levantar nunca más.

El pequeño de los Dixon seguía con una de sus manos en el pecho de Rick, controlando la respiración y sus latidos. No dejaba de mirarle. Estaba pálido y cada vez se le marcaban más las  oscuras ojeras que caían bajo sus ojos, sudaba por culpa de la fiebre, la misma que le hacía convulsionar de vez en cuando. No podía hacer nada por él, se estaba muriendo frente sus ojos y no podía hacer nada, solo susurrarle que todo iba a estar bien, que se relajara. Rick lo miraba con una expresión que no sabía como clasificar; parecía enfadado con algo y no sabía el por qué. Y la verdad es que sí que lo estaba, pero el motivo no era Daryl; estaba furioso con él mismo por dejar que le mordieran, por tener que dejar a Daryl solo en medio de todo el caos. Cada vez que miraba al cazador se le revolvía aún más el estómago al pensar que a partir de esa noche no iba a tener a nadie a su lado, y todos los que seguían vivos sabían que nadie es capaz de sobrevivir por si solo. Le estaba condenando a la soledad y a la muerte sin querer.

No sabían cuantos minutos llevaban así, ya no hablaban entre ellos ya que Rick estaba demasiado débil como para hacerlo solo se miraban hasta que él cerró los ojos. Seguía ahí, Daryl lo podía notar teniendo la mano en su pecho, hasta que unos minutos después su pecho dejó de moverse y dejó de sentir el latido de su corazón contra la palma de su mano. Se había ido y Daryl sintió como una parte de él moría también con él. "Lo haré, lo prometo, lo haré..."

Le prometió que no iba a dejar que se transformara en aquello que tanto odiaba, pero una parte egoísta de Daryl se dió cuenta de que, en realidad, le debía todo a aquellos monstruos. Si el mundo no se hubiera acabado, nunca hubiera conocido a Rick y ahora seguiría siendo el desastre que era antes de que el policía entrara en su vida. Rick le enseñó como se sentía al ayudar a las personas, a ser parte de una familia de verdad, a amar a alguien completamente y realmente. Si no hubiera sido por los malditos caminantes nada hubiera pasado, así que no, aunque ahora se habían llevado a lo único que le quedaba, una parte de él no los odiaba del todo.

Agarró una de sus flechas y empezó a bajar lentamente por la escalera en dirección donde se encontraba el cuerpo de Rick. Tenía que hacerlo, fue lo último que le prometió. Era lo correcto... Entonces, ¿por qué no podía hacerlo? Lo había hecho incontables veces, había apuñalado a mucha gente en la cabeza para que no se transformaran, él mismo había tenido que hacerlo con miembros de su propio grupo pero ahí estaba, en frente de Rick con una flecha en mano y volviendo a llorar como un niño asustado sin saber qué hacer.

Le temblaba la mano en la que tenía alzada la flecha y mordió su labio inferior con tanta fuerza que el sabor de su propia sangre empezó a recorrer su boca. Se limpió las lágrimas con rabia con la manga de su camisa y respiró hondo antes de volver a mirar a Rick. "No seas cobarde Daryl, mierda, no seas estúpido", pensó para él mismo antes de empezar a contar también por dentro. "Uno, dos..."

Rick volvió a inspirar y se movió bruscamente. Daryl cayó hacia atrás por la impresión y el miedo se apoderó de su cuerpo. Se quedó sentado en el suelo mirando la parte baja del sofá, sin atreverse a mirar arriba de este, donde Rick estaba tumbado. O donde Rick solía estar tumbado porque con una extraña rapidez en los caminantes, se levantó de este entre gruñidos.

Daryl se recompuso en el suelo como pudo y miró al cuerpo que tenía delante, le estaba dando la espalda y temblaba. Le miró confuso hasta que se volvió a poner en pie, ¿por qué temblaba? El caminante alzó sus manos hasta su propio rostro, como si las estuviera estudiando. "¿Qué mierda está pasando?", se preguntó Daryl antes de que el caminante se diera la vuelta para quedar cara a cara con el otro hombre. Daryl le miró a unos metros de distancia, clavó su mirada en su rostro, el rostro que había sido de Rick horas antes. Les llevaba tiempo a los caminantes el empezar a descomponerse así que las facciones que miraban a Daryl seguían siendo las de más o menos un humano. Su piel era pálida e inexpresiva. Los ojos de los caminantes solían ser amarillentos y sangrientos... O al menos deberían serlo. Los ojos de Rick - no - los del caminante, seguían siendo blancos pero tenían una capa cristalina que le quitaba toda la vitalidad que los ojos de Rick siempre habían transmitido. El color azul de sus ojos también era distinto, bastante más claro, pero de alguna forma seguían pareciendo sus ojos...

— ¿Rick?

Un cuento torcido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora