𝙎𝙚𝙥𝙖𝙧𝙖𝙙𝙤𝙨.

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La habitación que Deanna le había preparado era bastante cómoda y agradable, sobre todo por el lujo de tener una gran cama y un baño con agua caliente corriente en la misma habitación, cosa que hacía siglos que no veía.

Daryl se bañó, dejando que el agua se llevara con ella toda la suciedad y los restos de sangre seca que tenía por todo el cuerpo. Estuvo un buen rato bajo el agua caliente, con la mirada fija en el agujero de desguace que había en el suelo de la ducha, observando como el agua que caía pasaba de ser ligeramente oscura por culpa de la suciedad, a ser transparente cuando finalmente estuvo limpio del todo.

Todo en lo que podía pensar en aquel momento era en Rick, solo y encerrado en la oscuridad de aquella celda. Qué no daría Daryl para que él, su Rick humano, estuviera con él bajo la cascada de agua caliente que seguía cayendo sobre su cuerpo.

Daryl salió de la ducha y se secó con una de las blancas toallas que había dentro de la habitación. Cuando terminó de secar bien cada parte de su cuerpo y su cabello, fijó la mirada en el espejo que tenía enfrente. Rick solía decírselo, aunque él prefería ignorarlo; estaba muy distinto cuando estaba limpio. Y tenía que reconocer que tenía razón. Tan limpio y con aquella expresión de cansancio y malestar por culpa de la gripe, parecía una persona completamente distinta. Estaba pálido y con unas ojeras horribles, pero ahora al menos estaba más presentable. "Ahora hueles a bebé recién duchado" la voz y risa de Rick resonaron por su cabeza repitiendo aquella frase que siempre solía decir simplemente para molestarlo, como si por un momento hubiera escuchado su voz justo a su lado, casi podía jurar que había notado su mano revolverle el cabello con cariño.

Cuando salió del baño se encontró con un montón de ropa limpia que algún miembro de la comunidad le habría dejado encima de la cama. Al lado del armario, vio que les habían devuelto su bolsa y la de Rick, juntamente con su ballesta; aquello le hizo sentir un poco más seguro al saber que volvía a tener su arma con él. Se puso el pantalón negro limpio, el cual era un poco más grande de su talla y una camiseta de manga corta gris.

Cada hueso de su cuerpo le dolía y tenía la sensación de que alrededor de sus tobillos, tenía grandes pesos de piedra que le dificultaban el andar. Se tumbó en la enorme cama y cerró los ojos, esperando dormirse lo más pronto posible, pero fue imposible. Su cuerpo estaba completamente agotado, pero su mente seguía demasiado despierta.

Deanna era difícil de leer, Daryl no sabía si podía confiar en las palabras de la mujer o no. La posibilidad de encontrar una cura en el interior de Rick no se le había pasado por la mente en el momento que el caminante empezó a comportarse de manera anormal, simplemente pensaba que era una casualidad, que Rick no había muerto del todo, pero ¿acaso podría haber realmente una cura para salvar a toda la humanidad? Ahora aquella idea no podía sacársela de la cabeza. Si había algo en Rick, tal vez su sangre o su ADN, que podía usarse para encontrar una cura, entonces, ¿quién era él para impedirle intentarlo a Deanna? Habían más cosas en el mundo a parte de su relación con Rick, aunque en aquel momento no eran su máxima prioridad. Una cura salvaría a la humanidad, crearía la oportunidad de que todo pudiera volver a ser como antes. ¿Cómo podía él oponerse a algo así? Aunque sabía que, si tenía que escoger entre la cura y Rick, egoístamente, siempre elegiría a Rick. No dejaría nunca que nada malo le pasara, no de nuevo, ya le había fallado una vez.

Daryl giró varias veces sobre el colchón, golpeando su almohada con frustración mientras intentaba encontrar una posición lo suficientemente cómoda. Cerró lo ojos y se imaginó que Rick seguía ahí con él, con sus brazos alrededor de su cuerpo y dejando algún que otro pequeño beso sobre su cuello. Un escalofrío recorrió su espalda, pero el dolor que seguía presente cada día en su pecho solo hizo más que crecer.

Un cuento torcido.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora