[EDITADO: 05-09-2015] 8

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—Gracias —dijo entre toses— A ver si lo adivino, ¿garganta?

—No, pulmón.

—Pues ya somos dos, puto tabaco. Grace.

—Glenn, joder, el mismo tipo de cáncer, los dos con un nombre con ge. Si no tuviera un hermano gemelo pensaría que somos mellizos.

La mujer rió pero acabó con otro ataque de tos.

Estando allí acostado la cosa empezó a ponerse peligrosa, noté como me subía la fiebre y las nauseas eran mucho peores. Casi no me dio tiempo a coger una bolsa de papel, eso fue lo que me condenó a quedarme cinco o seis horas más tumbado en una cama de hospital echando las tripas cada dos por tres y medicado hasta los huevos.

Como dice la canción de Coldplay: viva la vida. Por lo menos tuvieron la decencia de ponerme en una habitación individual, pasadas tres horas estaba harto de los dolores, de las nauseas, de vomitar, de la fiebre... y del inocuo medicamento contra la indigestión.

Es un malestar que no se puede equiparar a nada, el que haya sufrido en sus carnes la Tortura Química sabrá de lo que hablo. Gracias a Dios a las nueve estaba casi recuperado, saqué el móvil y llamé a mi mejor amiga: Gladis, una guapa maquilladora que conocí cuando acudí en su ayuda para atrapar a su ex novio medio psicópata que la llamaba a las cinco de la mañana, la esperaba en su coche al más puro estilo de las películas de Hollywood y una vez le cortó el cable del teléfono y la luz.

Ella me hizo unas "cejas" usando mi propio pelo cuando me lo cortó. Se presentó en el hospital demasiado rápido, me acicaló la cara todo lo bien que pudo y hasta me echó unas gotas para los ojos. ¿Cómo me iba a presentar en casa con esas ojeras o la piel tan asquerosamente pálida?

—Seguro que soy el único que hace esto ¿no?

—No, alguna vez lo he hecho. ¿Estás mejor?

—Sí, ya me voy a casa. Odio estar aquí...

—Yo también odio los hospitales, el olor es horrible.

Gracias a Dios que yo no tengo el sentido del olfato pero la gente siempre se queja de lo "raro que huele" el hospital. Un tanto para Glenn O'Hara.

Me llevó en su vehículo hasta casa, tuvo que parar dos veces pero fueron falsas alarmas. Paró a la puerta y me miró.

—Muchas gracias, no sé qué haría sin ti —me giré y le di una palmada en el hombro.

—Ya sabes que me tienes para lo que quieras —dijo ruborizándose un poco.

Abrí la puerta y salí. Me volví.

—Nos vemos —sonreí.

—Adiós.

Saqué las llaves y al entrar escuché la voz de Getxa y la de Wolf.

—Yo sólo sé que no sé nada —oí decir a der Kaiser.

—Que filosófico —comentó Getxa con sorna.

El Vasco me miró.

—Menuda cara tienes —y añadió—: ¿Estás bien?

—Sí, de puta madre. Os dije que iba a tardar un poco.

Josh me miró de soslayo.

—¿Qué tal con tu novia?

—¿Qué? Yo no tengo de eso.

—¿Y esa tía? Menuda chica guapa te has echado —comentó levantando las cejas, divertido.

—Metete en tus asuntos...

[4] Las memorias de Leprechaun © {EN PAUSA}Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt