Walking Disaster.

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-Creo que por hoy haz bebido lo suficiente–le quité la cerveza que sostenía y la rodeé con mis brazos para ayudarla un poco. 

-Pero es bastante mejor que estas acá sentado –comenzó a reír.

Me encogí de hombros y después de unos segundos asentí un poco dudoso de la situación.

-¿Te ocurre algo? –pregunté sin dejar de tratar de robarme un beso.

Una de las mejores cosas de hablar con un borracho es que siempre te dará la opinión más sensata y después no recordaba nada así que le podías contar hasta tus secretos más oscuros.

La esquivé un par de veces aunque me daba igual besarla o no.

-Digamos que mentiría si dijera que no le temo al futuro –me desanime un poco.

-El futuro –suspiró– eso apesta.

Asentí.

-Más de lo que parece, ¿no? –la chicas ahora se había quedado quieta. Inmóvil a mi lado.

-Bastante más –miré al suelo.

-Es lo peor de crecer. No te das ni cuenta cuando pasa...

-Lo peor es que al crecer es recién donde te das cuenta que algún día fuiste feliz. Que eran buenos días aquellos donde te dormías en el sillón del living de tu casa y despertabas al día en tu cama. Cuando sólo pensábamos en jugar y no entendimos nada y tampoco importaba mucho pero era un futuro muy lejano el tener que afrontar los problemas –interrumpí.

-Lo peor que a muchos nos arrebatan la infancia –la chica ahora sonaba triste.

La miré con cierta ternura. Me recordaba un poco a Marylin y era jodido saber que probablemente tenía unos 14 años de edad y las chicas siempre parecen más débiles nadie merecía estar tan roto.

-Supongo que es lo que nos tocó –realmente era malo en tratar de hacer sentir bien a las personas.

-Pero podemos pasar por sobre todo aquello sólo un rato –sonrió de forma misteriosa para después besar la comisura de mis labios.

Yo no entendía mucho lo que estaba haciendo pero no hice para evitar lo que hacía. Ella sacó una bolsa transparente. La abrió con la habilidad que el alcohol le permitía y de ella sacó una estampita de correo con una imagen imprente en ella. Probablemente era LSD.

No apartó la mirada de mis ojos hasta poner en su lengua esta pequeña estampa. Después se acercó a mí comenzó a besarme de manera desesperada. Paró cuando dejó esta especie de droga en mi lengua.

-La necesitas más que yo esta noche –sonrió y se alejó.

La verdad es que me sentí un poco asustado y discretamente me la saqué de la boca y lo tiré hacia mis zapatos hasta esconderlo en la tierra.

Después de tomarme la cerveza me dirigí donde estaba la gente. Realmente parecía un asocial. Tomé otra cerveza y comencé a charlar con alguno de los chicos que estaban ahí. Entrelazando palabra con pensamientos comenzamos una conversación que acompañamos con algunos cigarros.

-Calum, ¿dónde mierda estabas? –la inconfundible voz de Luke reprochándome– ¿sabes cuántas veces te llamé? –me tomó de la camisa y logró levantarme un poco.

La verdad yo por nada del mundo esperaba que Luke alguna vez pensara en golpearme, ya sea por instinto o borracho. Por primera vez en la vida me sentí asustado de recibir un golpe y no estaba asustado por el dolor físico que me ocasionaría este, sino por el golpe emocional.

Al otro lado del cielo; cake hoodingsWhere stories live. Discover now