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Creo que desde que tengo memoria me ha llamado la atención todo lo relacionado a la muerte; quizás puede parecer extraño, pero más que asustarme, los asesinatos y crímenes violentos siempre me causaron gran interés. No causó revuelo cuando le dije a mis padres que iba a estudiar criminología, toda la familia sabía que mi camino iba por allí.

- Era un poco obvio - comentó mi hermano sin hacer una sola mueca. 

Mi familia no era muy grande, tenía dos hermanos, Taylor y Chris, pero con ellos me bastaba, Taylor y su pubertad hacían sentir que más que una hermana tenía diez. Chris siempre fue más tranquilo y reservado por lo que en lo que a él refiere no tengo reclamos. Mis padres eran los típicos papás preocupados por sus hijos queriendo siempre lo mejor para nosotros, por eso decidieron que enviarme a la mejor universidad era lo indicado. 

Aún recuerdo el primer día de clases y lo impactante que era el campus de la universidad, fue ahí donde conocí a Brad, mi novio. 

- ¿Perdida? - me preguntó una voz detrás de mí. 

- Un poco - contesté antes de darme la vuelta para ver quién era. 

El chico era un poco más alto que yo, con el pelo medio largo de color café y la piel un poco bronceada. A mis ojos era el hombre más guapo que había visto en mi vida.

- Brad - estiró su mano para estrecharla con la mía. 

- Lauren - le contesté devolviendo el gesto. 

Brad me mostró el campus en lo que pareció un minuto.

- ¡Mierda! Voy tarde - grité desesperada - nos vemos después.

Salí corriendo hacia el edificio A cuando escuché que alguien gritaba mi nombre.

- ¡Lauren! - era el chico de la cabellera color capuccino - no es ese el edificio.

Miré mi horario y me di cuenta de que mi primera clase era en el edificio E, al parecer el chico a quien acababa de conocer sabía mejor que yo dónde tenía que ir.

- ¿Dónde está el E? - le pregunté con la cara roja de vergüenza.

- Déjame que te lleve - ofreció de forma amable. 

Caminamos hacia el edificio menos llamativo del campus y Brad me indicó que ese era el edificio en donde pasaría el resto de mi carrera.

- No es muy lindo pero hay mucha gente cool aquí - sonrió y movió la cabeza para acomodarse el pelo - que te vaya bien. 

Entré a la imponente construcción de concreto y quedé maravillada con su arquitectura. Apenas ponías un paso dentro podías ver una escalera de más de 50 escalones que luego se convertía en dos caminos, uno hacia la derecha y otro hacia la izquierda. 

- Señorita Jauregui qué gusto verla por aquí - escuché una voz familiar, era el profesor Lugg, mi maestro de química en la escuela.

- ¡Profesor qué sorpresa! - lo abracé y le pregunté qué hacía allí.

- No solo doy clases en el colegio, querida - me guiñó el ojo.

- ¿Imparte química aquí también? - estaba muy contenta de tener una cara conocida en la universidad.

- Claro, incluso podría decirte que tu primera clase es conmigo - buscó una hoja en su maletín y sonrió al leer mi nombre - ya decía yo que no podía estar tan loco. 

Caminamos hacia el salón y la clase se me pasó rapidísimo, química era una de mis materias favoritas desde pequeña. Mi segunda clase era dentro de 2 horas, por lo que tenía que esperar bastante tiempo. No tenía nada que hacer, era el primer día y no tenía nada que estudiar ni leer, así que decidí que ir a sentarme al pasto y escuchar música era una buena idea. Puse un pie afuera del edificio y vi a Brad sentado en las escaleras de la entrada.

- ¿No tuviste clase? - pregunté intrigada.

- Tengo hasta las 12 - contestó con cara de aburrido - te estaba esperando.

- ¿A mí? - lo cuestioné con sorpresa - pero si me acabas de conocer, creí que estarías con tus amigos.

- Es mi primer día también Lauren - confesó mientras me invitaba a sentarme a su lado - conozco el campus porque mi madre da clases aquí.

Me contó que su mamá era profesora de Literatura y que él estaba estudiando Economía, como su padre. Conversamos las dos horas sin pausas y en ese momento supe que me gustaba y mucho. El tiempo pasó y nos fuimos conociendo más hasta que un día, antes de ir a comer, Brad me hizo la pregunta.

- ¿Quieres ser mi novia? - preguntó sacando un ramo de rosas de atrás de su espalda.

No tuve ni que pensarlo antes de darle el sí. Después de eso todo fue viento en popa, la relación era perfecta y él muy detallista, no había día en el que llegara sin una flor para mí, podía ser una rosa bien envuelta o una florecita cortada del jardín de su vecina.

Pasaron los 4 años de carrera y ambos nos graduamos con honores siendo la "pareja más exitosa" según el anuario de ese año. 

En poco tiempo me llamaron de la brigada del condado de Orange para ofrecerme el puesto de detective de homicidios, puesto que acepté sin duda alguna. Brad consiguió un muy buen trabajo en Arizona, por lo que tuvimos que decidir qué era lo mejor para nosotros.

- Lauren yo te amo y tú a mí, la distancia no debería ser impedimento para nosotros.

- Tengo miedo de que conozcas a alguien más y no me lo digas - le confesé con lágrimas en los ojos.

- Mírame - me levantó el rostro con las manos - si llegara a conocer a alguien te lo diría. Jamás te engañaría mi amor, nunca.

Tomamos la decisión de que seguiríamos juntos y Brad viajaría una vez al mes para vernos. Debido a mi trabajo no podía darme el lujo de viajar tan seguido, pero cada 3 meses sería yo la que viajara a verlo. 

La primera semana fue difícil pero para mi sorpresa cada mañana había una flor en la puerta de mi casa, sin falta.

- El hecho de que esté lejos no significa que las flores se acaban - me explicó Brad cuando le pregunté.

Estábamos hablando por Skype al medio día cuando recibí una llamada poco habitual, ya que todas las llamadas del trabajo eran generalmente durante la madrugada, que era cuando más homicidios ocurrían.

- Detective Jauregui - contesté con intriga.

- Detective, ha habido un homicidio en la universidad de Fullerton, es una chica de unos 20 años - respondió Javier, mi compañero.

Colgué con Brad y salí en el auto hacia Fullerton.


Sálvame // CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora