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—¿Esto lo has planeado o solo quisiste venir acá?—le pregunto escondiendo una de mis manos en el bolsillo de mi jeans rasgados y con la otra ayudándole a subir a Camila.

Estábamos subiendo hasta el famoso letrero de Hollywood, yo con un cigarrillo en la boca esperando a que ella dejase de ocupar mi ayuda por sus tacones (lo cual obviamente no iba a suceder) y ella, con una coleta, unos lentes oscuros y una gorra para no ser descubierta.

A mí, como no me conocía ni mi madre, iba como se daba la gana. Con una camisa blanca que parecía manchada de pintura azul, (un regalo de mi mejor amigo por Navidad) una camisa de cuadros alrededor de mi cintura y mi calzado color blanco ya casi café por el polvo del lugar.

—¿Y bien?—le vuelvo a preguntar una vez que ella me ha soltado para avanzar, quito el cigarrillo y por último lo tiro, ya no quiero fumar.

—No lo sé, solo quería venir acá. Nunca había he estado aquí—ella me da una sonrisa viendo directamente a las grandes letras de Hollywood.

—Sí... Me hubiese encantado poder estar cuando decían Hollyweed—Camila se ríe por lo que digo.

—Eres muy divertida—me dice cuando a parado de reír.

—Lo sé, me lo dicen seguido—luego suspiro—pero algunos no aprecian mis buenos chistes—hago una mueca negando mientras Camila con delicadeza coloca una mano en mi hombro.

—Lo sé, déjalo ir. He pasado por ahí—da palmaditas que me hacen reír y ella se suma en el camino.

—Hace mucho no hablaba con una chica, que no sea solo para sexo—le digo.

—Bueno, creo que ese tiempo se ha acabado—me dice quitando su mano—porque es eso por lo que quería contactar contigo—frunzo mi ceño al ver como cambia su rostro, algo ha cambiado y no sé porque no me gusta.

—No. Si estás pensando en solo tener sexo entre nosotras, algo así como amigas con derecho. No—me niego.

—¿Cómo demonios sabes que diría eso?

—Sé como es esa mierda, una de las dos va terminar enamorada—comento mientras Camila vuelve a perderse en su mente—mira, yo no tengo amigos, y tú por lo que vi, no los tienes tampoco. Me gusta bromear un poco contigo, ya sabes apartando la tensión sexual que a veces se crea, podemos hablar, y ser amigas—me encogí de hombros esperando a que Camila respondiese.

—Suena genial—me dice con su semblante serio—pero lo único que han hecho mis amigos es decepcionarme, así que paso mejor de ese rollo—me dice, yo rió un poco y revuelvo un poco su cabello.

Quito la camisa de cuadros que hay alrededor de mi cintura y me acerco a la orilla de la ladera. Coloco la camisa encima de todo ese polvo y la invito a sentarse ahí.

Ella acepta un poco extrañada, pero lo hace, su gran... Si va a ser mi amiga voy a tener que comportarme... Bueno, tampoco es que ella lea mentes.

Su gran culo, como decía, abarca casi toda la camisa (bueno, no, solo quiero dejarle su espacio personal por eso no me siento en la camisa). Así que tengo que sentarme en el poco césped que hay pero tampoco es que me afecte.

—¿Cuántos años tienes?—es lo primero que le pregunto, Camila con el ceño fruncido me responde.

—Veinte—me dice.

—Yo tengo veinticuatro, y aunque solo sean cuatro años de diferencia sé lo es pasar por ahí... Mi vida ha sido un poco mierda si te soy sincera, tal vez la tuya haya sido igual, o solo te han pasado cosas malas estos últimos años—le digo y ella me ve fijamente, prestando mucha atención—pero créeme, he tenido más amigos falsos que polvos—le comento graciosa.

Camila suelta una pequeña risa por la comparación, pero logro mi propósito, hacerle reír para entrar en confianza.

—Camila, levanto mis dos manos y puedo contar a mis amigos verdaderos, y te aseguro que me sobran cuatro dedos—ella presiona sus labios con fuerza y puedo ver la capa fina de lágrimas que se asoma—y está bien, porque esos pocos son muy valiosos, valen más que tener a esos superficiales encima de ti—con delicadeza coloco una mano en su rodilla y ella me sonríe, con tristeza. Joder qué le hicieron a ésta pobre chica para que se vea tan triste.

Parpadeo un poco, y por una milésima de segundo puedo verme a través de ella. Llorando por toda esas personas que traicionaron o me decepcionaron. Y trato de ser fuerte, lo hago, porque ella quiere mi ayuda.

—Sé que Mike, Ruby y yo no somos una buena influencia. Somos unos bastardos, malnacidos... Bueno, en realidad solo Mike y yo, Ruby es un amor de persona que a veces hasta me da náuseas—le digo para hacerla reír, lo cual sucede—pero somos leales, Ruby aunque un poco traicionera—le comento otra vez y ésta vez Camila me regala una sonrisa encantadora—y aunque seamos fríos, te puedo asegurar que estaremos ahí—tomo con delicadeza su mano.

Camila al parecer tiene el impulso de quitarla pero yo mantengo con fuerza en las mías lo que hace que ella no huya.

—Yo voy a estar ahí, para ti. Cuando me necesites, quiero que te des cuenta que para ti soy solo _____ no Mad—Mad— le prometí.

Pero lo cierto es, que nunca debí prometer nada... Porque yo era la persona que menos en el mundo podía cumplir las promesas.

***

Con sueño y un poco cabreada con la persona que me despierta de mi sueño embellecedor, veo el reloj... A las tres de la madrugada.

En la pantalla veo el nombre de Camila y juro que si no es para nada bueno, corto mi estúpida amistad con ella. Que, para mí era mucho mejor que estar sufriendo por no poder tener su cuerpo delirante.

Sí, bueno, yo había sido la de la idea perfecta para no follar y ser solo amigas, pero, mierda. Con una amiga así... Mi mente con imaginación no se podía conformar, era consciente de que quería más pero no me importaba.

—¿Qué pasa?—mi voz ronca y cansada por la fiesta a la que había asistido con mi mejor amigo estaban haciendo estragos.

—¿Estás ocupada?—me pregunta con timidez y yo suelto una risa irónica.

—Si dormir es estar ocupada, sí, lo estaba y mucho... ¿Qué pasa?—vuelvo a preguntar.

—Solo quería preguntar qué hacías—me dice y yo frunzo el ceño.

—Te lo he dicho Camila—mi voz tiene un tono grosero, entonces trato de remediarlo—¿Estás segura que por eso me llamabas? No es muy sensato que llames a las tres de la madrugada para preguntarle a los demás que hacen cuando sabes lo qué realmente hacen—le digo para hacerla reír, pero no lo hace. Y eso solo me confirma que ella, no está bien.

—_____ es que...—escucho su llanto y cierro los ojos.

—Camila... No sé porqué sigues aguantando esa mierda—le digo, no enojada con ella y sino con la situación, me sentía un poco incompetente cuando no podía abrazarla.

—Es que no lo sé... Ella me gusta y...

—Ella se está revolcándo con ese imbécil o con cualquier otra chica—le digo—te lo ha dicho, no es alguien que quiere algo serio contigo—trato de mantener mi ira bajo control pero no puedo—no sé porqué me llamas, yo no puedo hacerla cambiar de opinión, ni siquiera puedo hacerte cambiar de opinión...

—Déjalo, no importa ya.

—Camila...—trato de hablarle nuevamente y lo único que me contesta es tono del fin de la llamada.

Con groserías me levanto de la cama, me coloco ropa abrigada ya que estaba solo en ropa interior y con mucha rapidez salgo de la habitación.

Me asusto cuando veo a Mike viendo por el gran ventanal que tiene el departamento, está con un cuaderno y un lápiz. Tal vez está dibujando o escribiendo.

—Son las tres de la madrugada ¿Lo sabes?—le comento tomando las llaves mientras él no me voltea a ver.

—Eso mismo iba a decirte a ti loca ¿Por qué demonios saldrás a ésta hora maldita desquiciada?—con una leve risa me dirigí hacia la puerta.

—Lo mismo que harías tú si yo estuviese mal—le digo casi al salir del departamento.

—¡Te he dicho que no me importa si tú te mueres!—me grita para que lo escuche mientras salgo del departamento, con una carcajada corro hacia el garaje.

Porque él y yo sabemos, que cuando realmente me muera, sentirá que una parte de él se ha ido y viceversa. Porque yo sin ese egocéntrico y narcisista no haría nada.

Marco nuevamente al número de Camila, pero solo único que gano es que su contestadora me hable. Lo hago por una segunda vez y ésta ocasión simplemente me dice que el teléfono está apagado o fuera de servicio.

Simplemente me vale un poco... Lo que sería, mucha mierda. Entonces insistí unas cuantas veces por no decir todo el recorrido que hice desde mi departamento hasta donde ella se alojaba.

Con una gorra gris y el gorro de mi abrigo entro al edificio sin llamar mucho la atención, sé que hay un par de paparazzi en la entrada pero nadie me conoce así que entro como una inquilina más del lugar.

El chico de seguridad me ve por unos momentos pero él ya me ha visto entrar, así que no me dice nada. El subir en el ascensor es muy estresante, ya que va tan lento que pienso que Camila se mudaría tres veces y aún yo no llegaría.

Ansiosa salgo corriendo del ascensor y agitada llego hasta su puerta, intento no parecer apresurada al tocar la puerta y también trato de regular mi respiración para que no note que he corrido por ella.

—Camila abre la puerta—toco la puerta con mucha fuerza—no he venido a las tres y algo de la madrugada para que me dejes aquí. Abre la jodida puerta Cabello—le toco nuevamente y cuando estoy por tocar una vez más la puerta es abierta.

No es Camila quien abre la puerta, es una chica pelinegra muy blanca, casi pálida. Sus ojos intentan intimidarme pero no lo logra.

—¿Quién eres?—me pregunta con una voz ronca.

—¿Vive aquí Camila Cabello?—hago la pregunta frunciendo el ceño.

—Dije ¿Quién eres?—me dice seriamente.

—Y yo dije ¿Vive aquí Camila Cabello?—presiono con fuerza mi mandíbula, fácilmente podían hacerme enojar.

La pelinegra va decir algo pero es detenida por otra voz, mucho menos ronca y un poco cansada.

—¿Quién es Lolo?—escucho la voz de Camila, ella aparece y todo me golpea como una gran ola que me arrastra, dejándome medio viva.

No me extrañó ver a la pelinegra con una camisa manga larga porque es tan tarde que todos es normal que estén durmiendo, pero todo se volvió más claro cuando Camila se acercó con solo una sábana alrededor de su cuerpo.

Yo tragué con fuerza, algo cambió. Casi estoy apunto de darle un golpe a la chica pelinegra pero... Solo me contengo porque no hay ninguna razón para golpearla.

—Bien—aclaro mi garganta y presiono con fuerza mis puños—Camila ¿Es ella?—le pregunto con seriedad.

—______—toma con fuerza las sabanas que la cubren y trata de acercarse más a mí.

—Solo no me llames cuando ella nuevamente se acueste con alguien más—con mucha seriedad y camino dejándola atrás.

—¿Por qué estás así?—me grita saliendo del departamento y parece casi furiosa por lo que le he dicho.

—Porque será—murmuro con sarcasmo—solo no me llames cuando ella te engañe y porque yo no sé qué hacer con ese culo loco—le digo caminando con furia.

No me importa qué hora es, ya que ésta extraña sensación no me deja estar en paz y lo único que me hace olvidar es, cualquier cosa que me haga volar.

***

No sé dónde estoy y ni mucho menos me interesa, una chica con cabello castaño está en mi regazo besando mi cuello. Aunque no disfruto mucho solo estoy ahí, casi vacía.

Es extraño porque no me siento feliz, solo siento que todo mi mundo da muchas vueltas. Es un poco raro porque jamás me he sentido así, tal vez sean las líneas de coca de más que aspirado.

Sin mucha educación, me quito de encima a la chica que tengo encima y me tambaleo por lo que parece ser una discoteca.

Soy empujada por varias personas, que se encuentran bailando. Uno que otro chico trata de tocarme pero se gana un empujón mío.

Cuando salgo del lugar, todo está oscuro lo que básicamente me dice que he pasado todo el día aquí o probablemente más que un día. Porque había ido a varios bares y discotecas.

Con pasos lentos me muevo a través de la fría noche, bostezando camino un poco perdida por las calles. El mareo es casi incontrolable así que caigo de rodillas en la acera.

Sin embargo, con una carcajada vuelvo a ponerme de pie y me sigo tambaleando hacia algún lugar donde se encuentra ahora mi departamento.

No sé la razón por la cual tengo tanto frío pero pronto que camino muchas más calles me doy cuenta de lo llevo puesto encima. Voy descalza dejando al aire mis medias blancas. Mi pantalón negro está sin el cinturón porque no sé dónde lo he dejado.

Me sorprende llevar en mi torso un top blanco, porque yo recuerdo tener mi abrigo y mi gorra.

Con cada paso que doy me siento muy cansada y no soy capaz de llamar a mi mejor amigo porque mi teléfono lo he perdido.

Pero tampoco podía llamarlo de otro lugar, porque aunque mi mejor amigo se supiese mi número, yo no me lo sabía. Esperen. No, no soy mala amiga, tampoco me sé el mío así que eso tiene sentido ahora ¿Eh?

Me sostengo de un poste porque comienzan a darme muchas arcadas. Vomito lo que no he comido en dos días, y trato de seguir caminando porque por alguna razón sé que llegaré a algún lugar.

Escucho un claxon molesto que me hace decir un par de groserías, pero pronto reconozco la melodía que se escucha cuando lo tocan, se de quién se trata.

Podía ser Ruby, ella era la única persona que gastaba aparte de Mike y de mí, en un claxon que tocará una melodía del Cascanueces.

—La hija de puta de Ruby—murmuro decaída por todo el vómito que ha salido de mí pero alegre de que ella me esté buscando—¡Ruby Rose!—le grito con todo lo que puedo, me tomo del poste y vuelvo a gritarle.

Aunque con decepción, la melodía del claxon se aleja y ahí con él mis fuerzas. Antes de tirarme en la acera con fuerza puedo permitirme pensar en Camila.

En como le gusta que ésta idiota la dañe porque lo único que me viene a la cabeza en pensar en ellas dos es algo tóxico. Que tal vez solo la destruye a ella.

Con rabia gruño y me permito apreciar mis sentimientos verdaderos, qué tal vez no sean de una amiga. Que con solo pensar en Camila con ella me hace sentir tan enferma.

Joder solo una vez probé su cuerpo, esto era como mi adicción a la cocaína... La probé una vez y me encantó, me fascinó a tal punto que quiero una y otra vez probarla.

El claxon vuelve a sonar aún más cerca y eso me hace ponerme de pie, veo un coche azul con negro deportivo. Detrás viene una motocicleta negra también con mucha rapidez.

Cuando se detienen a mi lado tengo unas ganas inmensas de llorar y no solo porque me hayan encontrado, sino porque corre hacia mí con preocupación. Son a las únicas personas que les importo.

Exceptúando tres mujeres maravillosos con las que crecí, mi madre y mis dos hermanas. Ruby me abraza con fuerza mientras que Mike me golpea diciéndome que me va matar. Para luego darme un abrazo fuerte.

No me quejo porque sé que él es así, cuando veo a la tercera persona mi rostro se vuelve serio. Ella está de brazos cruzados y me ve fijamente, yo no digo absolutamente nada.

No es necesario, ella sabe muy bien que estoy molesta con sus decisiones. Con un suspiro se acerca rodeándome con sus brazos calientes dándome ese calor que solo había encontrado en ella.

—Sé que ella me hace daño—me murmura y yo sigo abrazada por ella—pero el amor que le tengo es inmenso, no sé cómo deshacerme de ese sentimiento ni mucho menos sé como decir que soy lesbiana. Tengo miedo de todo—me siento asqueada al escucharla estando de una forma drogada.

—Eres demasiado linda, entiéndelo. No necesitas que te lo diga alguien, deja de buscar a alguien que te lo diga—me separo de Camila y ella al parecer está impactada por lo que le he dicho.

—¿Cómo..?—trata de saber pero lo único que yo sé es que estoy tan cansada que de un pronto a otro mis luces son apagadas y al parecer me voy de cara al suelo.

Y no me importa porque la última persona que veo es a la diosa castaña asustada tomándome en sus brazos para que no caer al suelo.

Girls Like U (Camila Cabello y Tú)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن