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Ella notó que la miré y sus labios se tensaron en una sonrisa, pero la conocía tanto que sabía que detrás de aquella mueca de labios había algo más. Me quedé quieta, como si hubiera visto un fantasma. Y luego Sharon caminó entre el tumulto de gente hasta perderse.

Pierre se percató de la tensión de mi cuerpo y detuvo el vals.

-¿Ocurre algo?-me preguntó.

-No-musité-. Ya vengo-me deshice de sus brazos y corrí a buscar a mi amiga.

Qué tonta había sido, ¿cómo se me ocurre a mí estar con su novio enfrente de ella? Estaba abusando de mi suerte. Me abrí paso entre la gente, desesperada por encontrarla, hasta que la divisé afuera, mirando hacía el cielo. Maldición, la había lastimado, y ahora mi corazón latía angustiado.

Salí al exterior con paso vacilante e instantáneamente el aire gélido me rozó la piel descubierta. Me acerqué a ella.

-Shar, yo...-¿qué clase de disculpa le debía?, sabía que le tenía que dar alguna pero, ¿cómo?



Se giró al sonido de mi voz y me miró con ojos extraños. No era una mirada de rencor, enojo ó algún sentimiento parecido; simplemente era extraña. Me sonrió.



-¿Crees que sea buena idea irme?-soltó y mis ojos se abrieron como platos.



Oh, no. Volvería a huir de nuevo y todo por culpa mía.



-¡¿Irte?! Sharon, ¿por qué? Escucha, ¡no es lo que tú piensas!-mascullé, atropellando las palabras.



-¿De qué hablas?-rió, pero esa aparente diversión no llegaba a los ojos.



-Sé que se veía mal pero, juro que no hay nada entre Pierre y yo-supliqué.



-¿Qué?-volvió a reír-Dal, ¿dé que hablas?



-Nos viste bailando y...-murmuré, ahora confundida.



-Fue sólo un baile,Dal-dijo-. Eso no tiene nada de malo.



-Ah... entonces, ¿de qué hablas tú?-pregunté, sintiéndome de veras tonta.



-El señor Vittore quiere que lo acompañe a la inauguración de un nuevo hospital en Verona. Soy la mejor enfermera que él tiene-explicó.



-Oh-exclamé al entender-. Pero, ¿te irás?-inquirí, ahora captando su anterior comentario.



-Sólo sería por dos días, pero no sé aún-se encogió de hombros.



-¿Por qué no? digo, es una buena idea. ¿Te pagarán?



-Sí, sería como si trabajara.



-Entonces es genial-dije-. ¿Cuándo te irías?



-Mañana en la noche.



-¿Qué? ¿Tan pronto?



Se encogió de hombros una vez más.



-Es por eso que no he decidido aún. Además, me cuesta dejarlos; a ti, a Pirre, a Chuck.

Sonreí en mi mente cuando consideró a Chuck.

-Sólo serán dos días, Shar. Pero, ¿tú quieres ir?



-Me gustaría-asintió.



-Entonces ve.



-Tengo que comentarlo también con...



La puerta se abrió y de ella salió aquel joven danzante que me tenía en sus brazos hace unos instantes.



-...Pierre.-terminó Sharon.



-Sharon, aquí estás-dijo, y luego me miró; como si a la que buscase hubiese sido a mí ya que sus palabras habían sonado huecas.



-Qué bueno que apareces, Pierre-dijo ella-. Tengo algo que decirte.

El Manual de lo Prohibido. ||Pierre BouvierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora