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Miré los mimos que Pierre y Sharon se hacían y me sentí mal, sin hablar del ya tan lastimado bombeador de sangre bajo mi pecho.



Chuck me codeó y me hizo seña de que nos fuéramos de ese lugar. A ambos nos lastimaba. Le tomé de la muñeca y le dirigí hasta mi habitación. Cuando cerré la puerta entonces supe que la atención de ambos estaba en nosotros. Lo último que quería era que Sharon y Pierre pensaran mal acerca de mí y de Chuck, pero tenía el corazón demasiado adolorido como para detenerme a pensar en otra cosa.



Chuck se sentó en mi cama y yo me quedé recargada a la puerta. Ambos nos miramos por un largo instante, como si nos comunicáramos con los ojos. Hasta que él rompió el silencio.



-Me imagino que te divertiste mucho-dijo.



-Como nunca-admití y me retiré de la puerta para sentarme a su lado-. ¿Y qué hay de ti? ¿Por qué estabas con Sharon?



Sonrió.



-Bueno, al no encontrarlos a ustedes aquí, me llamó a mí, y tú sabes que no desaprovecharía alguna oportunidad para estar con ella y tampoco iba a dejarla sola-confesó.



Me tumbé sobre la cama, suspirando.



-¿Te confieso algo?-musité.



Chuck se giró sobre su asiento y me miró desde arriba.



-Dime.



-Amo a tu hermano-susurré, como si ellos pudieran oírme.



Chuck rió.



-Cuánto lo siento-me palmeó la pierna, cerca de la rodilla.

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Conforme pasaban los días, la culpa no desparecía sino que, por el contrario, iba aumentando.



Caminé por las calles que ya conocía para llegar hasta el laboratorio de fotografía de los Agnelli, donde se encontraba una de las pocas personas que sabían comprenderme y apoyarme. Aunque esta vez hablar con Ferni no sería tan sencillo ya que Alex me acompañaba. Se ofreció en seguida de que me encontró en el pasillo del edificio y supo que me dirigía para acá.



Le miré.



-¿La invitarás a salir?-pregunté.



-¿Crees que diga que sí?-dijo, nervioso.



-Por supuesto que sí-reí.



-¿Crees que le guste?-preguntó.



-Eso... averígualo hoy-dije.



Cuando llegamos Alex se plantó detrás de mí, como un niño totalmente tímido pero los ojos avellana de Ferni chispearon al verle. Me hice a un lado para no obstruir su vista y la sonrisa entre ambos decía más que mil palabras.



Me aclaré la garganta, haciéndome notar. Ferni me miró al instante.



-Oh,Dal, hola. ¿Nuevas fotos?



Le sonreí, dándolo por hecho.



Les dí la oportunidad a Ferni y a Alex de hablar y esperaba a que Lex realmente la invitara a salir, mientras que yo me encontraba revelando las fotografías. Cuando hube terminado, las puse en una pila y las miré una por una.



Eran como veinte fotografías, y la mayoría tenía una cosa en común. El rostro hermoso de Pierrr. Se me había vuelto como una obsesión retratarle, era como para guardar el recuerdo o al menos tener una prueba de que los momentos a su lado habían sido reales.

El Manual de lo Prohibido. ||Pierre BouvierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora