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Vuelvo a correr, no encuentro respuestas claras ahí. Pronto llego a casa pero no estás. Te busco pero ni tu ropa se encuentra. ¿Por qué te vas?

Siento ganas de llorar pero ni eso consigo. Grito pero ni mi voz escucho, caigo de rodillas, justo en el momento en que se derrumban mis ojos, cayendo en la oscuridad.

Por qué. Elena, por qué...

Escucho la puerta abrirse. Me levanto del suelo de la sala y te veo, vestida de negro y con los ojos irritados de tanto llorar. Mi madre te acompaña e igualmente estaba llorando.

No, no, ¡no!

El último adiós ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora