Carpe Diem.

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Despertó en la amplia cama, como muchas veces antes, del gran Brujo.
Sintió el cuerpo dulcemente dormido de Magnus a su lado, y volteó, no sin trabajo, para poder verle el rostro.
Magnus lo rodeaba con uno de sus largos brazos, mientras el otro reposaba lánguidamente sobre su propio pecho, que subía y bajaba rítmicamente.
Tenía una pequeña sonrisa en los labios, como si estuviese soñando con algo que lo hiciera especialmente feliz. Alec se preguntó qué sería.
Su cabello descansaba, desordenado, sobre su frente, cubriéndole los ojos cerrados, o más bien los párpados que parecían estar manchados por el Dorado maquillaje corrido.
Alexander se removió para librarse de su agarre, a pesar de que no era algo que quisiera con mucho énfasis. 
Mientras abandonaba la cama y se dirigía tan solo en bóxers a la cocina a hacer uso de la máquina de café, una punzada de terror repentino lo inundó.
Se sentía mejor de lo que se había sentido en mucho tiempo, como si al fin hubiese recuperado una parte vital de su vida que lo ayudaba a mantenerse en pie, pero... ¿Qué ocurriría cuando Magnus despertara? 
No es como si hubieran hablado mucho la noche anterior, simplemente había sido como una reconciliación con pocas palabras. Y de toda formas, aunque Magnus le pidiese que todo volviera a ser como antes ¿El quería eso?
Magnus lo había dejado por una simple escena de celos, que a demás había sido claramente justificada por el coqueteo del brujo con otras personas. Le había roto el corazón por segunda vez en su vida, aunque está completamente injustificable a su parecer.
Y quedaba otro asunto más, sin contar los dos anteriores.
La imagen de una muchacha de cabello rubio claro, mirándolo dolida, vino a su mente, y algo se rompió en su ser.
Era normal que Alec odiase ver a la gente sufriendo, y ni hablar si él era el causante de este sufrimiento, pero ¿Era solo eso?
Tomó una taza de la estantería para preparar su café, y busco la colorida taza de Magnus, a tiempo que sacudía la cabeza intentando despejar su mente. Quizás lo mejor sería pensar menos y vivir el momento.
Pero no podía, él no era Jace, debía aclarar que era lo que estaba pasando con su mente y sus trastocados sentimientos.
Recordó la voz de Isabelle, hace años, diciéndole, "Si dudas sobre tu amor a Jace, solo deja pasar el tiempo, y cuando no te des cuenta, sabrás la respuesta. En cuestiones del corazón: Piensa menos, y siente un poco más".
Si, su hermana tenía razón, haría eso.
Carpe diem, tiempo al tiempo, los combinaría de alguna manera. Sirvió café en las dos tazas delante suyo, y camino nuevamente a la habitación.

Cazadores de Sombras: La hermana de Jace. (Malec)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora