CAPÍTULO 5

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La alarma sonó a las 5 de la mañana haciendo que me sobresaltara de repente. Después de todo era una pésima idea la de combinar el instituto con ejercicio mañanero.
El silencio absoluto inundaba el resto de la casa. Al salir de mi habitación pasé por la de Emma y le di un beso en la frente antes de dirigirme al baño.

Después de ver mi reflejo en el espejo y aceptar que ya estaba un poco decente con la ropa de deporte, salí por la puerta de casa preparándome mentalmente para lo que me esperaba el resto del día.
Eran las seis y diez de la mañana cuando llegué a la puerta del gimnasio.

El chico del cuál no sabía ni el nombre estaba apoyado de brazos cruzados con un pie en la pared. Me estaba fulminado con la mirada cuando llegué delante de él.

- Llegas tarde. Te pedí que estuvieras aquí a las seis y aún así llegas tarde.- Dijo manteniendo su posición.

- Uy, al señorito no le gusta que le hagan esperar... Tampoco es para tanto, que solo son diez minutos de nada.

Se acercó a mi y me miró directamente a los ojos. Su mirada era realmente intimidante. Ahora que podía verlo de cerca, era bastante atractivo. Tenia los ojos de un axul claro y el pelo castaño con un toque desenfadado. Aún sin poder ver su cuerpo, se notaba que estaba en forma.

- Si de verdad quieres estar aquí, lo primero que tienes que hacer es acatar las normas, de lo contrario te puedes ir por donde has venido. Así que deja de ser una niñata malcriada y comportate cómo una adulta, si es que lo eres- acabo señalándome con el dedo índice de los pies a la cabeza.- Ahora, Emily Coleman, ponte a correr y deja de decir estupides.

- Espera, como sabes mi nombre? Yo nisiquiera me se el tuyo.- Y era verdad. No sabía absolutamente nada de él.

- Te recuerdo que rellenaste un formulario. Y me llamo Danny. Ahora ponte a correr y mantente a mi ritmo. - Dicho eso se puso a caminar y luego fué aumentando la velocidad hasta que ya estaba corriendo.

Imité sus pasos y me puse a correr. Después de un largo rato, al fin logré alcanzarle, pero aún así me mantenía detrás de él por un par de metros

Llevaba unos shorts de la marca Nike por encima de la rodilla y una sudadera con capucha, con la cuál se cubrió la cabeza minutos atrás.

Ya eran las siete y aún estábamos corriendo. Estaba empezando a cansarme cuando me detuve con mis manos en las rodillas e intentando coger aire. Vi como su espalda se alejaba poco a poco hasta detenerse y dársela vuelta.
Se fué acercando a mi y cruzó sus brazos sobre el pecho.

- No puedes aguantar ni una hora corriendo y piensas que podrás con el boxeo? Ya te dije que este mundo no es el tuyo. Te recomiendo que vuelvas a casa y a hacer vida como cualquier estudiante normal.

- Prefiero no darte el gusto de tener la razón. - Dije empezando a correr de nuevo hacía atrás .- Empiezo las clases a las ocho. Así que en media hora disfrutarás del resto del día sin mi presencia, que tanto parece molestarte.

Vi como en su rostro se dibujaba una sonrisa antes de girarme y seguir corriendo.

El resto del recorrido siguió en un silencio total por parte de los dos. Al final quedamos en que mañana llegaría puntual y seguiríamos con la rutina un día más antes de empezar a entrenar con los sacos de boxeo.

***

Mi madre volvió al trabajo después de varias preguntas repetitivas por mi parte sobre si estaba segura al respecto. Y como solía ser. Llevaba a Emma al colegio antes de pasar por la oficina.

Yo en cambio cogí la moto y fuí conduciendo hasta el instituto. Donde se oía el murmullo de la multitud que ya estaba empezando a entrar por la puerta principal.

Hoy también me tocaba hacer de niñera al estúpido ese, por muy segura que estaba de que ya conocía el instituto perfectamente.
Lo reconocí a larga distancia. Estaba de brazos cruzados apoyando su cuerpo sobre la pared.

Pasé delante de él indiferente. Y cuando vió que no me detenía me alcanzó y se puso a mi lado.

- Acaso no vas a saludar?

- Para que perder mi tiempo?- Solté sin dejar de caminar.

- Me gustas, creo que nos llevaremos muy bien.- Dijo soltando una carcajada.

- Entonces eres tu el que esta perdiendo el tiempo porque eso jamás sucederá. Así que porque no te vas por allí a buscar a alguien al que si apetezca oír las cosas interesantes que estas diciendo. La chica esa que tanto te divertía por ejemplo.

- Estas celosa?.- No hacia falta mirarle para saber que estaba sonriendo.

No estaba celosa, en realidad me repugnan. Los tíos cómo el son los que no valen la pena. Que saltan de cama en cama. Y que los sentimientos no forman parte de su vida diaria.
Las chicas solemos enamorarnos de personas a las que no importamos nada. Que nos tratan mal y que nos hacen llorar.
Y a los que si nos dan todo lo que queremos en un hombre los queremos, pero como amigos.
Y así seguirá por los tiempos de los tiempos.
Nosotras, las mujeres, siempre nos enamoramos del mal.

- Porque no te vas a la mierda un rato y me dejas en paz? Bastante tengo ya para tener que soportarte en clase como para añadir tu presencia fuera de ella.- Dicho esto me di la vuelta dejándolo con la boca abierta.

El día ha transcurrido cómo de costumbre. Gente inaguantable, gente inaguantable y más gente inaguantable. Así era un día normal en el instituto. Y cada uno con su grupo, separados por categorías sociales.

Estaba tan cansada, que cuando llegué a casa me tire encima de la cama y caí rendida a los brazos del sueño.

Que relajante...Pocos saben el verdadero valor de lo mudo.
Y recordando las palabras del que una vez fué mi padre, todo se volvió negro:

"Las respuestas que buscamos toda la vida, a veces están escondidas en un profundo silencio"

ROMPIENDO LAS REGLASWhere stories live. Discover now