Pequeños momentos

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Al salir de clase, mis pies me guiaron hasta aquel lugar donde nos encontraríamos. Un pequeño y callado espacio que compartíamos rodeado de naturaleza, tranquilidad e intimidad. Poco a poco me fui acercando hasta que en mi campo de visión apareció esa cabellera azabache tan particular. Estaba sentado en uno de los bancos.

Él volteó al escuchar mis pasos y automáticamente sonrió. Una sonrisa tan auténtica que me llenaba de ternura, cada vez que sonreía no podía evitar ponerme nerviosa.

Cuando estuve cerca, se puso de pie. Me sacaba una cabeza de diferencia, pero eso no me importó para atrapar su cuello entre mis brazos y llenarle la cara de besos.

Como era costumbre, mis labios estaban pintados de un color escarlata y por esa razón le dejé un camino de besos rojos sobre su piel.

De fondo se escuchaba su risa, ¡qué bonita era! Alegraba mi día con solo reír, llenaba mi alma.

Lentamente separamos nuestros rostros con pocos centímetros en medio. No dejaba de abrazarlo. No podía dejar de abrazarlo. No quería dejar de abrazarlo.

-Te quiero. -dijo sobre mis labios para luego besarlos tiernamente.

Dios, ¡yo sí que le quería!

Antes de dormirUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum