4 - Matando la soledad

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''Con el beso venenoso que me diste estoy matando la soledad.

Con el calor de tus brazos me salvaste.

Oh, estoy matando la soledad contigo.

Matando la soledad que convirtió mi corazón en una tumba.'' 

-Killing Loneliness (HIM)


Cuando Ville me dijo que desaparecería unos días no imaginé que fuesen semanas, y menos aún que fuesen meses. Y esos fueron los dos primeros meses en los que empecé a morir poco a poco.

La primera semana se pasó rápido, esperando una llamada, si, pero estaba tan eufórica y enamorada después de aquella noche de besos y caricias que no pude pensar en otra cosa que no fuesen sus labios. La segunda semana me empecé a preocupar, ¿dónde estaba? Le echaba de menos y esta vez no tenía nada suyo, ni si quiera las colillas de sus cigarros en el cenicero. ¡Ni su olor en las sábanas! La tercera semana me empecé a hundir. Había desaparecido sin dejar rastro. ¿No le gustaba?¿Me había dejado? Dejé de dormir y apenas comía, pero aún así seguía yendo a clase y saliendo con mis amigas.

Cuando pasó un mes me hundí en la mierda. Me dolía todo, física y psicológicamente. Estaba enamorada de un fantasma. ¿Existía de verdad o me había vuelto loca? No comía, no salía, empecé a faltar a clase, no quería hablar con nadie... Me pasaba los días en la cama llorando, dibujando mis demonios y escuchando The Cure. Mis amigas se cansaron de llamarme y de tocar a mi puerta, pero las ignoré. No qui ería a nadie que no fuese Ville... ¿Cómo me había vuelto tan loca en una semana? ¿Por qué creí todas sus palabras bonitas?

Pero  cuando pasaron dos semanas ya no lo soporté. Me estaba quedando en los huesos y tenía el pelo hecho una mierda. Este había sido mi castigo por ser tan cabrona con los tíos, fijo que se habían sentido así de mal y utilizados por mí. Bueno, no podía ni sentirme utilizada porque no pasó nada. Ese es el problema, que se largó antes de que pudiese pasar. ¿Cómo podía estar tan mal por un tío que había visto dos veces en mi vida y al que ni me había tirado? Era perfecto. Si. Pero yo no. Y era normal que algo tan bonito fuese mentira. ¡Pero la vida sigue!¡Y los vampiros no existen! Si es que mis amigas tenían razón, es mucho mejor follar cuando me pique la concha y dejar los sentimientos para dentro de unos años. Que si, que mi corazón le pertenecía, que era como un hechizo, que estaba ultra enamorada de su persona, pero no podía pasarme otros dos meses en este estado. Iba súper atrasada en clase y mis amigas se había enfadado conmigo por mi comportamiento enfermizo de estas semanas, así que una mañana me desperté dispuesta a cambiar. Me eché el tinte, me maquillé como una prostituta parisina y me puse los vaqueros más ajustados que encontré en mi armario. Cuando salí a la calle para comprarme algo bonito para ponerme ese fin de semana y un par de chicos me piropearon me subió la autoestima.

Volvía arreglarme, a comer, a salir, a ligar, a dibujar, a escribir...Continué la vida que tenía antes de conocer a Ville, intentando ignorar su recuerdo aunque me costaba. Ninguno de los imbéciles con los que zorreaba por whatsapp le podían hacer sombra, ningún tío que conociese le llegaría a la suela de los zapatos, pero la vida y el amor son así.


Habían pasado dos meses y tres días desde que me lié con Ville, era Lunes y estaba resacosa aún después de la fiesta de cumpleaños del sábado. El cumpleañero era Louis, el rollo de Sophia, y fue una puta locura... Alquiló una casa, contrató DJ's y camareros, el alcohol y las drogas corrían como el aire... Y me lié con Gab, no recuerdo mucho de eso, pero mis amigas me lo contaron. Hoy sólo había tenido dos horas, una de fotografía y otra de historia, así que tampoco había tenido que pensar o esforzarme mucho gracias a Dios. Ni me había molestado en arreglarme mucho, llevaba poco maquillaje, el pelo recogido en un moño y un jersey largo de color negro. Quería comprar algo de cena antes de llegar a casa y dormir hasta tarde, esta mañana había tenido que acompañar a Lara a comprarse unas botas y no había podido echarme una siesta antes de ir a la universidad. Cogí el metro rumbo al centro, tuve la suerte de conseguir un asiento, no tenía ni fuerzas para estar de pie con la mochila cargada.

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