Capitulo 8

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—¿Qué sucedió exactamente, Lauren Michelle Jauregui Morgado?—la tía Clara no parecía feliz, sus ojos no mostraban el acostumbrado brillo amable.

Alex, sentada en una de las banquetas de la cocina, se revolvía incómodamente por el escrutinio de la mujer sobre ellas dos. Después de que los oficiales les dejaran libres, Hook con una gran advertencia de encerrarlas tras los barrotes si llegaba a encontrarles relacionadas con el caso nuevamente, fueron a la casa.

El padre de Camila, Alejandro, era uno de los mejores abogados del pueblo, queda más decir que no habían tantos abogados en aquel pequeño poblado típico de los que se veían en The Walking Dead. Por ello la rubia engreída y Camila lograron salir ilesas y sin cargos, al igual que ellas.

Hook no encontró pruebas que la relacionaran con el caso. Contando que durante el secuestro más reciente, una de las chicas del instituto suponía, ellas estaban con el culo sentado incómodamente en una de las sillas de la estación.

Estaban a salvo, por el momento. Su optimismo se fue en picado cuando llegaron a casa.

Alex se preguntaba dónde estarían los zombies, prefería ser comida fresca de los caminantes antes que tener que enfrentar a la tía Clara, como le sucedió al llegar.

Lauren tragó seco, la chica de ojos miel lo notó.

Por supuesto, Alex no necesitaba recordar a su madre de pequeña, como para saber que cuando una madre te llamaba por tu nombre completo, la charla terminaría mal. Se venía un gran regaño.

La ojiverde movía la pierna y torcía la mandíbula, intentando inventar alguna gran excusa.

—Eh... bueno, lo que sucedió...

—No, no, mejor no digas nada, Lauren Michelle—la mujer picaba ferozmente los vegetales para la cena. Alex esperaba que mantuviera la punta del cuchillo lejos de ojos inocentes, como los suyos—. ¿Cómo es posible? Repito, ¿cómo crees que es posible, que durante mi jornada de trabajo mis compañeras me hayan telefoneado para decirme que ustedes, mis niñas, se encontraban detenidas?

—Veras, Tía Clara. Si te han telefoneado es obviamente por qué tienen saldo en su tarjeta... —una mirada fulminante de Clara fue suficiente para callar a la castaña menor—. Eh, ¿nada?

—Mamá, no hicimos nada...

—Te dije que no hables, Lauren Michelle—colocó los trozos cortados en un cuenco, limpiando la mesa—. Y para colmo, al llegar me encuentro con tres patrullas policiales dejando la residencia. Tengo que adivinar que estaban en nuestra casa ¿No?—al igual que Lauren, hizo la misma expresión, con la ceja perfectamente alzada.

Lauren mantuvo silencio, obedeciendo. La tía Clara comenzaba a impacientarse, mirando a su hija.

—¿Piensas responder?

—Pero tú dijiste....

—¡No faltes el respeto a tu madre y responde!—como buena madre con problemas de bipolaridad, exigió respuesta a su hija cuando ella misma le había pedido que no hablara. Madres ¿Quién las entiende?—. ¿Estaban en la casa?

—Que va, no creo—Alex movió las manos, como si no importara. Señaló por la ventana—. Puede que fuera por la vecina de al lado. He escuchado que su receta de lasaña es tan desastrosa que casi se considera un delito...

Clara la señaló, con el cuchillo, de forma amenazante y los ojos en llamas.

—Algún otro comentario, Alexandra e irás a dormir con el perro—fue la inminente amenaza.

Fantasmas de Salem: La niña del pozo (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora