Despertaste, princesa

536 57 15
                                    

27; Despertaste, princesa.
Haneul

Abrí los ojos lentamente, para que se acostumbraran a la luz del sol. Estaba exactamente dónde me había dormido, sólo que ahora, tapada con las sábanas y la chaqueta que llevaba puesta, reposaba sobre la silla enfrente del escritorio.

Un dolor de cabeza hizo acto de presencia y me llevé la mano por puro impulso a la frente, mientras maldecía en voz baja.

Entonces, tal y como había dicho mi pequeña yo, la imagen que había reflejado como mis recuerdos, podía acortarme de todo lo que había olvidado. Ahora toda mi vida encajaba por completo, todas esas preguntas habían sido respuestas y ahora, ya podía descansar en paz.

«Descansar...»

─Ya eres libre, pequeña yo. Disfrútalo─me dije a mi misma, mirando al techo, como si estuviera al cielo, cuando realmente seguía en mi cabeza o eso, fue lo que me dijo ella.

Pero ahora que recordaba todo, tenía muchas cosas que hacer. En primer lugar, tenía que disculparme con mi hermana mayor, ella siempre ha sido el punto de mira de mi odio cuando desde un principio, no quería esto para mi.

También tengo que decirle unas cuantas cosas a mi madre y, no me olvido de Jimin.

Al pensar en él, sin evitarlo se me subieron los colores. Ahora que ya sabía como me sentía estando con él y, recordando toda mi vida a su lado de pequeños, puede que no sea tan mala idea eso de casarnos.

«No nos precipitemos Han, que sólo tienes veinte años» Por una vez, tenía razón. Pero también tenía que hablar muchas cosas con Jimin.

Y mi padre. Tenía y quería saber dónde estaba enterrado mi padre. Pensará que soy la peor hija del mundo por no ir a verlo en diez años.

Oh y, encontrar mi oso de felpa, también es importante.


─¿Han?─la voz de Min se coló por mis oídos, volviendo a tierra firme.

─Pasa, estoy despierta─ le dije, destapándome de la cama y mirando hacia la ventana. Min entró sin pestañear y su pregunta, tampoco me vino por sorpresa.

─¿Ya te acuerdas de todo?─asentí con la cabeza.

─De todo─dije después de unos segundos, mirando la nada.─Supongo que querrás estar al corriente, con lo cotilla que eres ¿no?

Pero Min negó con la cabeza y eso, me desconcertó.

─No te molestes, Jimin me explicó todo con el pensamiento de que funcionaría esto. Pero como ha funcionado, puedes ir a agradecerle. Te ha ahorrado otro dolor de cabeza─sonreí sin saber por qué y asentí en respuesta.

─Creo que lo primero en mi lista será hablar con Jimin. De verdad que necesito hacerlo─me sinceré y giré a verla, puesto que seguía de espaldas a ella. Min elevó una ceja y no entendí ese acto tan extraño─¿Qué?─pregunté dudosa.

─Te gusta, te gusta de verdad Jimin─sus palabras no fueron una pregunta, como pensé al escucharlas. Eran una clara afirmación y supongo que con mi forma de actuar, no le hizo falta una respuesta directa de mi parte. ─¡Y te has puesto colorada!

─¡Min!, no lo grites tan alto, que no quiero que se entere todo el barrio─ solté cabreada mientras le lanzaba una de las almohadas que tenía más cerca, pero por desgracia, Min la esquivó sin mucho esfuerzo.

─Nunca pensé que te vería de esa forma, avergonzada y sonrojada... ¡Esto tengo que grabarlo, quiero verlo para toda la vida!

─Exagerada que eres.

─Bueno, ahora enserio. Llamo a Jimin para que venga, supongo que querrás hablar con él de cosas más importantes que aguantar mis tonterías ¿no?─sonreí mientras asentía con la cabeza.

Sep, se notaba que era mi mejor amiga.

─Pues tardo unos segundos y... Buena suerte─me dio un fuerte abrazo y desapareció de la habitación cerrando la puerta.


Me quedé en el mismo lugar, pensando las palabras adecuadas para decirle a Jimin, o Dooly, como sea. Pero no encontraba ninguna. ¿A caso había una forma de hablar de eso sin que me muriese en el intento? Lo dudo mucho.

─Al fin despertaste, princesa...─ Jimin abrió la puerta y a mi me dio un vuelco al corazón.


Sin duda, no lo miraba con los mismos ojos, no podía mirarlo igual, después de lo que sabía.

Así que sólo me quedaba una cosa por decir en esta situación...

«Que sea lo que dios quiera»






𝖣𝗎𝗅𝖼𝖾 𝖲𝗎𝖾𝗇̃𝗈; 𝖠𝗆𝖺𝗋𝗀𝖺 𝖱𝖾𝖺𝗅𝗂𝖽𝖺𝖽 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora