Wednesday: Gabe (II)

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Estoy otra vez sentado frente a la chica con ojos de caleidoscopio. Me gustan como se ven acompañados por sus oscuras pestañas curvadas levemente hacia arriba.

—¿Recuerdas que te pedí un dibujo de tu hermana? —habló por primera vez en la sesión.

Asentí mientras revolvía en mi mochila. Con las manos temblorosas tomé la hoja en donde Denise había pintado con sólo acuarelas de colores apagados siluetas borrosas con edificios destruidos alrededor, ella lo llamaba La ciudad sin luz.

Becca lo observó cuidadosamente procurando no dejar escapar ningún detalle.

Mientras tanto, yo seguía sintiendo esos escalofríos recorrer mi espalda al recordar la sensación que tuve al entrar en la habitación de Denise a medianoche. Resultó terrorífico a pesar de ser el cuarto de mi hermana pequeña; sus pinturas extrañas observando cada paso que dabas no era algo muy placentero de experimentar.

—Denise es una gran artista.—se limita a decir.

—Sí, ella es muy diferente a mí.

—Todos somos artistas, Gabe. Sólo que algunos hemos decidido no expresarnos.—dice e inmediatamente una descarga eléctrica recorre la curva de mi espalda.

Florence.

Florence me había dicho aquello cuando nos conocimos en la clase de arte.

Un huracán pasa por mi estómago trayendo recuerdos a mi mente otra vez. Es imposible no quedarme mirando un punto fijo en la pared e imaginar su inocente rostro.

—¿Te sientes bien? —preguntó Becca luego de un momento.

—No. Florence. Clase de arte. Muerte.—logré balbucear.

Ella me miró como alentándome a que cuente mi historia.

(...)

El auto está sumido en un silencio sepulcral. Intenté encender la radio varias veces pero mi madre me lo prohíbe como si fuera el mismo Satán su creador.

—No veo porque me hiciste anotarme en clases de arte.—me quejo por milésima vez.

—¡Por todos los santos, Gabe! Si no te anotabas en clases de arte, tenías que hacerlo en Educación Sexual.—dice como si fuera un delito.—Ya sabes lo que opinamos tu padre y yo de eso. No tenes edad para saber de esas cosas aún.

Sentí una infinitas ganas aventarme fuera del coche.

—¡Mamá, tengo dieciséis!

Ignora mi comentario y estaciona en auto.

Salgo sin despedirme. Joder, esta mujer es mi pesadilla; entiendo que me quiera proteger ¡Pero me agobia!

Camino el silencio hasta el salón de arte. Nunca he sido bueno en eso, dibujar y pintar no es lo mío.

Al encontrar el salón y abrir la puerta fue exactamente como me lo imaginaba; Un aire de paz, un profesor con barba de varios meses y alumnos con aspiración a hippies. Me sentía fuera de lugar con mi sweater polo y mi pantalón caqui.

Esto es ridículo.

Voy directo a un boceto en la primera fila donde hay un lienzo libre. Me siento a observar mientras el profesor Winters termina su cigarrillo, supongo que es una especie de ritual que hace antes de iniciar la clase.

Mientras miro a los alumnos, diviso una chica de pelo rubio por los hombros y preciosos ojos verdes que está sentada detrás mio. Lleva un pantalón holgado y una remera colorida. Ella es realmente preciosa.

The PsychologistWhere stories live. Discover now